Era policía, aunque eso no le impidió infringir la ley. Tal vez lo ayudó un tiempo para pasar inadvertido. El ex oficial de la policía santafesina Adrián Juárez (47) fue condenado a ocho años de prisión por comercialización de droga y por regentear dos búnkeres en el noroeste de Rosario.
Casi sin inmutarse, Juárez escuchó este miércoles la sentencia del Tribunal Oral Federal II de Rosario. Lo condenaron a ocho años “por tenencia de estupefacientes para comercialización, agravado por su condición de policía”. Además, le prohibieron ejercer cargos por el mismo tiempo.
Juárez era policía desde 1996. Pero hace cuatro años, con una llamada anónima lo denunciaron por narcotráfico y comenzaron a investigarlo. Lo filmaron cargando una mochila y movilizándose en una moto desde su casa en el barrio Parque Casas hasta dos búnkeres: uno en Blas Parera al 2100 y otro en Washington y las vías del tren.
También le intervinieron los teléfonos. “Adrián, necesitamos faso y pollo (como se conoce en la jerga a la ‘alita de mosca’, es decir, cocaína refinada)”, decía uno de los mensajes que le envió uno de los “soldaditos” a Juárez.
Finalmente, en noviembre de 2012 allanaron su casa y encontraron más de mil envoltorios de cocaína y 257 de marihuana, y una libreta con anotaciones sobre la venta de la droga. Desde entonces está detenido. Las imágenes, los mensajes y las declaraciones de testigos fueron las pruebas expuestas en el juicio que se desarrolló esta semana y que resultaron fundamentales para condenarlo.
“Estuve a tres minutos de la muerte”, dijo Juárez en una entrevista con el diario La Capital en 2001. En ese momento, el policía había salvado su vida cuando en la cancha de Newell’s recibió un tiro desde la tribuna. Aquella vez contó que era “policía por vocación” y que iba a seguir ejerciendo la profesión aunque su esposa y sus cuatro hijos temían por su vida.
Diez años después, Juárez volvió a manchar su uniforme. Esta vez no fue con sangre, sino con una condena por narcotráfico.