La progresiva evolución social, tecnológica y cultural hacia la convergencia de las mediaciones pedagógicas y tecnológicas en el proceso formativo, entendida como una estrategia de integración de modalidades, aporta un nuevo norte a la Educación Superior: la Bimodalidad. El modelo educativo posibilita la combinación de instancias educativas presenciales, semipresenciales y virtuales para el cursado de las carreras que ofrece a la comunidad educativa.
¿Cómo se organiza la universidad Bimodal? Alejandro Villar, rector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), explica que, básicamente, se hace a partir de un sistema único de administración de alumnos y una única oferta académica que contemple todas las modalidades. “Es clave tener un sistema de alumnos único que permita a las unidades académicas organizar una oferta que pueda ser totalmente presencial o pueda ir incorporando partes de las carreras a través de cursos con la modalidad virtual; es decir, que vaya integrando estas opciones para que el alumno tenga la posibilidad de elegir si quiere venir a la universidad en algún momento determinado”.
Ventajas. Una primera incógnita que se presenta para un modelo de universidad inclusiva es acerca de cómo colaborar, a través de la Bimodalidad, con estudiantes de recorridos académicos atípicos que, por ejemplo, trabajan mientras estudian y/o viven cambios en sus condiciones de vida, que pueden terminar en trayectos estudiantiles muy dilatados o abandono. Todo esto sucede mientras la universidad oferta cursos virtuales idénticos –o a veces equivalentes–, a los cursos que le falta a algún estudiante para recibirse.
Desde sus inicios, la Universidad Virtual de Quilmes colabora con una oferta educativa inclusiva y de calidad. La oferta de cursos virtuales para estudiantes de la modalidad presencial es una estrategia con enorme potencial para colaborar con la terminalidad educativa y la consecuente obtención del grado. Por eso, se están generando las condiciones para que cada unidad académica pueda ir decidiendo el proceso de virtualización de su oferta.
Cambio cultural. La transición hacia un sistema educativo Bimodal implica un cambio cultural que lleva a que el alumno, acostumbrado a estudiar de manera presencial, deba hacerlo de otra forma, regulando su tiempo y reorganizando sus estrategias de conocimiento.
Así lo explica Alfredo Alfonso, vicerrector de la UNQ: “El estudiante bimodal debe asumir y comprender una cultura pedagógica diferente, con enormes innovaciones con carácter diferencial, mucho más cercano a lo que conocen en sus prácticas de incorporación de tecnologías digitales en su vida cotidiana”.
Según detalla el vicerrector, “La Bimodalidad implica incorporar, por ejemplo, la plataforma virtual Moodle, que tiene una lógica diferencial con la presencialidad y que presenta un escenario donde se puede modificar el software que se adapta para la pedagogía, la inclusión de foros de discusión, videos, material didáctico audiovisual; una perspectiva donde se complejiza el escenario pedagógico y donde no se interactúa en modo sincrónico. El estudiante debe entender una lógica de lectura y de interpretación que tiene distintos momentos y escenarios diacrónicos”. Y agrega: “Esto es un desafío que tiene algunas ventajas como externalidades porque, por otro lado, el estudiante va a tener una experiencia como alumno presencial, una experiencia como alumno virtual, pero además, podrá manejar instrumentos de la era digital que también le van a ser útiles a la hora de su desarrollo profesional”.
Hacia la integración. De cara a este escenario, se vuelve cada vez más evidente la necesidad de planificar en forma global la integración de las modalidades de educación presencial y a distancia, especialmente cuando se realizan con la apoyatura de tecnologías digitales. “Para esa unificación sistemática, asumimos el nombre de Bimodalidad”, dice Germán Dabat, secretario de Gestión Académica. Según él, “la Bimodalidad es un proceso de integración en varios sentidos: en el de la universidad bimodal, como forma de gestión académica que planifica y lleva a cabo la gestión integrada de las dos modalidades; en el del aumento y profundización de la enseñanza bimodal que reciben los estudiantes universitarios, mediante la combinación de espacios educativos presenciales y virtuales; y en el más importante y definitorio de todos, que es el de la comunidad universitaria bimodal”.
La idea es que los alumnos que cursan en la bimodalidad tengan las mismas condiciones de los que están en la virtualidad pura, es decir que, cuando lleguen a una oferta virtual estén familiarizados con la metodología y las estrategias de comunicación. Alejandro Villar enfatiza al respecto: “Esperamos poder llegar a una oferta donde cada unidad académica y cada carrera pueda decidir si brinda cursos totalmente presenciales, semipresenciales, virtuales de la oferta virtual pura, o creados en modalidad virtual para la presencialidad. En ese esquema puede haber actividades académicas que generen una oferta de opciones para que los estudiantes cuenten con más herramientas destinadas a administrar mejor sus carreras”.
Innovación pedagógica. La enseñanza en la modalidad virtual viene atravesando distintos momentos vinculados a las concepciones de enseñanza y aprendizaje, al avance de las tecnologías y a las lógicas institucionales de una universidad en constante innovación. En ese marco, desde una perspectiva bimodal, se vienen explorando distintas opciones: conceptos como los MOOC y la integración de lo audiovisual a la lógica de la modalidad virtual, están tratando de permear a los distintos actores que participan de la comunidad educativa. “Es un trabajo del conjunto de la comunidad pensar el proceso desde una lógica de innovación, transferirlo y poner en común las experiencias”, concluye el vicerrector.
¿Reemplazará lo presencial?
Esta pregunta ronda en la cabeza de los especialistas en educación de todos los niveles desde la aparición misma de las TICS y es tópico de discusión permanente en congresos y jornadas, sobre todo cuando de Educación Superior se trata. No obstante, el modelo más beneficioso que se ha encontrado es el que conjuga la presencialidad y la virtualidad: la Bimodalidad.
Entre muchas, una de las razones es la acreditación de los conocimientos adquiridos por los estudiantes, representados en los tradicionales exámenes finales, que necesitan la presencia de alumnos y evaluadores de manera sincrónica. También, la mediación del proceso pedagógico no es similar en la presencialidad y la virtualidad, aún a pesar de los esfuerzos concretos que se realizan para acortar las diferencias. Entonces, lo virtual sirve para complementar lo presencial.
*Secretario de Educación Virtual. Universidad Nacional de Quilmes.