Sandra Pitta participó de forma virtual de una conferencia de prensa organizado por estudiantes de Periodismo de Perfil, donde manifestó su interés por asumir una candidatura política, pero reconoció que ningún partido se lo ha ofrecido. También aseguró que siente presiones dentro del Conicet. “Yo creo que no se van a animar a tocarme, pero noto que hay algunas cosas que hacen conmigo que no me agradan”, sostuvo.
La científica que reconoció su apoyo a Juntos por el Cambio admitió que los primeros años de Néstor Kirchner fueron un impulso al mundo científico y asumió la falta de presupuesto durante la gestión de Mauricio Macri. “Tenemos que lograr que haya muchísimas más libertad en el Conicet y menos obediencia debida”, aseguró Pitta en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret.
—En la campaña electoral del año pasado, usted dijo que temía sufrir represalias por ser una científica macrista. ¿Actualmente sigue teniendo miedo por sus definiciones políticas?
—En el que momento en el que yo manifesté ese miedo en mis redes sociales fue porque alrededor mío había mucha gente que votó a Juntos por el Cambio o a la Izquierda, que me decían que nos iban a mandar al Gulag a todos los que no votábamos al Frente de Todos, que nos tenían identificados. Pero eso nunca pasó, porque más allá de todo, no hubo persecución política dentro del Conicet. Hubo un tipo de persecución distinta, porque es un ámbito muy jerárquico. Creo que no se van a animar a tocarme, pero noto que algunas cosas que hacen conmigo que no me agrada.
—¿A qué se refiere?
—A los delirios de algunas personas. Por ejemplo, en la marcha que se hizo el 9 de Julio en el Obelismo yo comenté que estaba mal lo que se había hecho con el móvil de C5N, pero, al mismo tiempo, dije que era raro ver que C5N defienda la libertad de expresión porque siempre me pareció que ese canal no iba por ese camino. Alguien lo contó en un grupo de científicos en Facebook y me echaron de ese grupo. Dijeron que había que hacerme un Comité de Etica. Eso me preocupó, porque el Comité de Etica es un arma muy poderosa del Conicet y es la primera medida que utilizan cuando quieren echar a alguien. Ese tipo de cosas que parecen paranoicas son señales que estoy viendo. Algo, en algún momento, van a hacer. No creo que lo logren, creo que lo van a detener. Pero hay muchos científicos que no me quieren en el Conicet, tienen el deseo de que yo no esté más en el organismo.
—¿Evalúa ser candidata en alguna elección?
—Es algo que a mí me interesaría. Una candidatura implica que algún partido político, alguna fuerza política te convoque y hasta ahora no habido ninguna convocatoria. Aunque yo soy muy activa en una agrupación que está creciendo y se llama Banquemos, dentro de Juntos por el Cambio. Siempre me interesó la política, más del punto de vista técnico, pero también la faz legislativa. De hecho, yo fui asesora en el Congreso. Pero tropecé con varias piedras porque me encontré con un mundo bastante extraño para un científico y bastante extraño para una personalidad como la mía, porque soy muy ejecutiva.
—¿Por qué piensa que en la comunidad científica en general existe un apoyo tan grande al espacio kirchnerista?
—En 2001, la ciencia era lo menos importante. El Conicet estaba cerrado, no había ingreso a la carrera, prácticamente, no había becas y no se sabía qué iba a pasar. De repente, llegó Néstor Kirchner y para su mayor gobernabilidad buscó el apoyo de los sectores más marginados. Uno fue el de derechos humanos y el otro fue el de la ciencia. La realidad es que en los primeros cuatros años de Kirchner hubo un esfuerzo muy interesante en ciencia. Se hizo una inversión y se recuperó el Conicet. Se dejó de lado a la parte universitaria, cosa que eso se fue acrecentando con los gobiernos de Cristina. Pero Kirchner quedó marcado como alguien que había recuperado el sistema científico. Veníamos de una época muy traumática donde pensábamos que el sistema científico se moría. A partir de 2008, todo comenzó a declinar, los sueldos bajaron y tampoco cobrabamos los subsidios. Se negaban a reconocerlo porque era tal la lealtad hacia la figura de Néstor que se le perdonaba todo al kirchnerismo. Nadie lo estaba viendo, se habían quedado congelados en la figura de Néstor Kirchner y en esa recuperación.
—Durante el gobierno de Mauricio Macri hubo una desinversión en el sector científico. ¿Qué piensa al respecto?
—La gran mayoría todavía sigue diciendo que la culpa principal la tuvo el gobierno de Macri. El gobierno Macri en el área de análisis técnico fue pésimo, fundamentalmente porque lo dejó en manos de quien ya lo manejaba. No hubo suficiente presupuesto, pero en realidad no hubo presupuesto en muchas áreas, no solamente en la ciencia. Sumado a esa resistencia que había a los gobiernos de los CEOs, se generó una tormenta perfecta. Es como una herida que nunca cicatrizó del todo.
—En el índice del Observatorio de Violencia de Género del Conicet se observa que se triplicaron las denuncias por maltrato en el organismo. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Uno de los grandes problemas que hay es el acoso y la violencia laboral. Yo fue delegada en una época y recibí muchas denuncias. El problema es que la gente no se anima a denunciar, hay un sistema jerárquico muy grande. No es sólo acoso sexual o violencia contra la mujer, hay todo tipo de maltrato, es como si fueran las Fuerzas Armadas, es un sistema donde hay obediencia debida. Los becarios, por ejemplo, están muy sujetos a maltratos. El maltrato viene tanto de hombre como de mujeres, todo tipo de maltrato tanto de forma horizontal como vertical.
—¿Usted dice que el mundo científico del Conicet es como el sector militar de las Fuerzas Armadas?
—Sí, a veces decimos que se asemeja a las Fuerzas Armadas y a veces a un sacerdocio. Es un sistema altamente jerárquico, es muy parecido al Max Planck de Alemania, que tiene problemas muy similares al nuestro. Los profesionales que llegan a los cargos importantes tienen poder total. Y si son buenas personas, el liderazgo lo van a ejercer bien. Pero hay otros que han sido denunciados por un terrible maltrato. Creo que eso es uno de los puntos a cambiar, tenemos que lograr que haya muchísimas más libertad en el Conicet y menos obediencia debida.
—¿Le gustaría realizar algún comentario final para cerrar la entrevista?
—Quiero agradecerles muchísimo esta oportunidad. Porque me gusta mucho estar con jóvenes que se está entrenando y formando, son el futuro del país. Entre tantas pálidas que hay últimamente, creo que la Argentina vale el esfuerzo. Vale el esfuerzo de seguir capacitándose, estudiando y formándose. Si ustedes van a ser periodistas, les pido es que sean fieles a sí mismos. Así como a los científicos les pido lo mismo: fieles a sí mismos, fieles a sus principios y que lo sostengan en el tiempo.
Por Paola Ramirez Ledesma y Juan Cruz Soqueira
Estudiantes de Periodismo
Escuela de Comunicación del Grupo Perfil