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Internacional

Presidente de Mali: "La seguridad mundial está en riesgo por esta guerra"

El presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita, dijo que la lucha de seis años de su país contra los militantes islamistas debería ser una preocupación mundial, ya que la nación de África Occidental enfrenta las consecuencias de las ofensivas contra los insurgentes en Irak y Libia.

Mali's President Ibrahim Boubacar Keita
Mali's President Ibrahim Boubacar Keita | Bloomberg

El presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita, dijo que la lucha de seis años de su país contra los militantes islamistas debería ser una preocupación mundial, ya que la nación de África Occidental enfrenta las consecuencias de las ofensivas contra los insurgentes en Irak y Libia.

"Lo que está sucediendo en Mali no solo nos concierne a nosotros aquí, sino que a la comunidad global", dijo Keita, de 73 años, en una entrevista en la capital, Bamako. "Con los avances en la lucha contra el Estado Islámico en Siria e Iraq, hay un retorno hacia el norte de África, cruzando a Libia y llegando a Mali y a la zona de Sahel. No solo estamos defendiendo nuestro territorio, también estamos luchando por ustedes. El Mediterráneo no está lejos".

En la línea de fuego de una guerra regional contra los militantes afiliados a Al Qaeda y al Estado Islámico, Mali no ha logrado sofocar una insurgencia que comenzó en el desierto del norte de su territorio, que luego se extendió al centro y se diseminó a través de sus fronteras. Keita, ex presidente del Parlamento, fue reelegido el mes pasado para un segundo mandato de cinco años en una votación que se vio ensombrecida por el empeoramiento de la situación de seguridad.

La estabilidad de Mali se tambaleó cuando una alianza no oficial de separatistas de la etnia tuareg e insurgentes islamistas, alentados por una repentina afluencia de armas desde Libia, se apoderaron del norte como consecuencia del golpe de Estado de 2012 que destruyó un Ejército ya desmoralizado.

Francia interviene

Una intervención militar francesa en 2013 hizo retroceder a los insurgentes, lo que permitió desplegar una operación de paz de las Naciones Unidas de 15.500 efectivos. Meses más tarde, impulsado por una ola de optimismo, Keita ganó su primer mandato por una avalancha de compromisos para restaurar la autoridad del estado.

Cinco años después, los ataques jihadistas se han extendido al centro densamente poblado de Mali, y cientos de tropas de la ONU y de Mali han muerto en ataques de militantes. La inseguridad se ha extendido hacia Burkina Faso y Costa de Marfil, que han sido sacudidos por ataques de alto perfil en hoteles y restaurantes.

Si bien el mandato de Keita observó un crecimiento económico del 5,3 por ciento el año pasado, en parte debido a un incremento en el gasto en agricultura en el mayor productor de algodón de África, dijo que la seguridad sigue siendo su principal prioridad.

"Cuando el gobierno no puede cumplir con sus obligaciones de defender su territorio, proteger a los ciudadanos y sus necesidades, el Estado es débil", dijo Keita. "Soy el primero en admitir que hoy estamos lejos de cumplir con todas nuestras obligaciones de Estado".

Si bien Mali es el tercer mayor productor de oro del África subsahariana, sigue dependiendo en gran medida de las remesas. También recibe un apoyo financiero significativo de los países europeos que buscan detener el flujo de migrantes africanos que se dirigen hacia el Mediterráneo, incluidos casi US$1.000 millones en fondos de la Unión Europea repartidos en cinco años hasta 2020.

Desde que estalló el conflicto, la administración también se ha beneficiado de un importante apoyo militar internacional. Mali sirve como base para las tropas francesas que persiguen a los líderes militantes en la región y este año comenzó a albergar a una fuerza de 4.000 efectivos de África Occidental conocida como el G5 de Sahel, que reforzará las patrullas fronterizas en la zona semiárida al sur del desierto del Sahara.

Mandato de la ONU

Keita dijo que se necesitaba el G5 de Sahel, porque las fuerzas de paz de la ONU no tienen un mandato lo suficientemente fuerte y se ven socavadas por ataques casi diarios que podrían amenazar la presencia a largo plazo de la misión.

El actual mandato de la ONU en virtud del cual operan las fuerzas de paz "no está adaptado a la situación de seguridad", dijo. "Sus vehículos y convoyes son atacados con frecuencia. Si continuamos así, existe la posibilidad de que los diferentes países retiren sus tropas. Los entiendo: si los malienses murieran, yo haría lo mismo".

Parte del apoyo militar ha permitido a Mali reconstruir su ejército, que quedó en ruinas cuando funcionarios estatales corruptos desviaron fondos militares bajo el gobierno del derrocado predecesor de Keita, Amadou Toumani Touré.

El gasto militar ahora representa el 23 por ciento del presupuesto, lo que demuestra el "enorme esfuerzo" que el gobierno ha realizado durante su primer mandato, dijo Keita.

Una combinación de conflicto y sequía ha desencadenado una crisis humanitaria que dejó a una de cada cinco personas en situación de inseguridad alimentaria en Mali, según la ONU. La malnutrición severa está muy extendida entre los niños pequeños, y hasta 500 escuelas tuvieron que cerrar este año. Aun así, Keita dijo que Mali tiene suficientes reservas de cereales para evitar una crisis alimentaria mayor.