Inés Berton dirige tres marcas de té (Tealosophy, Inti Zen y Chamana) y en una de sus plantas, en Pilar, se puede trabajar a conveniencia. “Está abierta las 24 horas”, cuenta, para amoldarse a los tiempos familiares. Busca un modo de trabajo que deje huella; tener “una empresa épica”. Además es una de las chair del B20, el grupo de negocios del G20. Es la única mujer, junto a la sherpa Carolina Castro.
—¿Cómo fue sumarse al B20?
—Cuando me invitaron a participar me pareció que era un mundo distinto. Estoy habituada a hablar de perfumes, de blends, de estilo de vida. Pero me pareció que, al tener una voz, era fundamental aprovecharla. Me pareció una oportunidad para entender los problemas del sector, de los costos, qué es lo que pasa en otros países. Elegimos trabajar con temas que puedan tomarse para los veinte países y que sean factibles.
—¿Cómo es trabajar con Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Marcos Galperín (Mercado Libre), Eduardo Elsztain (IRSA), Miguel Gutiérrez (YPF)?
—Quería que haya gente que venga de la diaria de una pyme porque es lo diario. Yo sé hacer blends y me pareció que había que armar una mesa con gente bien distinta. Es aprender a trabajar en equipo y saber qué es lo que se quiere. Nos costó ponernos de acuerdo pero una vez que resolvimos eso, empezaron a aparecer ideas nuevas. Hoy las nuevas generaciones quieren salario emocional, home office, flexibilidad. La gente quiere trabajar en compañías épicas, que generen impacto.
—¿Cómo se traslada el salario emocional en una línea de producción?
—Tealosophy nació con US$ 132. Desde el día uno hubo salario emocional, porque es lo que le pasa a una pyme. Pero no empecé solo con eso, sino con una educación sólida, mi verdadero capital. Por supuesto cuando trabajás en planta los operarios tienen familias detrás y tienen gastos, no se puede hablar de salario emocional. Así como hay otros temas, como el impositivo o las leyes laborales en la Argentina. Pero en otros países del G20 no se toca porque ya está resuelto.
—¿Cómo ve la economía?
—En la Argentina necesitamos pautas claras pero también duraderas. Tuve una tienda en Barcelona siete años y hacíamos revisión de costos dos veces al año. Acá hacemos la revisión de costos una vez cada dos semanas. Y eso lleva más trabajo y más equipo. Lo importante es no quedarse en la queja nunca. Tealosophy nació en 2001, en uno de los años más complejos de la Argentina. Y nunca hubiese nacido en otro momento, porque entendimos que lo que hacíamos era el lujo accesible, posible. En las crisis están los que lloran y los que venden pañuelos. Yo vendo pañuelos. Cuando le dije a mi padre abogado que iba a hacer té, se agarraba la cabeza. Pero nunca llamé para pedirle permiso, sino para avisarle lo que iba a hacer.
—En el mundo empresarial la falta de mujeres es notoria. ¿Es difícil hacer valer un punto de vista?
—Siempre me moví en un mundo de hombres. En una plantación de té son hombres, y también hay diferencia de edad. Pero nunca lo vi como un tema, sino que lo usé a favor. En el B20 por supuesto me hubiese gustado ver más mujeres, pero no sentí una diferencia en el trato. Está bueno cuando las mujeres nos unimos para darnos espacio, tiempo para hablar. Sí hay una diferencia de tamaño. Las pymes estamos en la diaria y lleva mucho tiempo.
Honor. En dos semanas recibirá un premio Konex como empresaria pyme. “Es el premio que más me emociona. Lo recibí hace diez años pero es especial porque mi abuelo lo recibió a los 83 años y es el último recuerdo que tengo de él”, dice en su local de Palermo sobre el premio de cirugía Juan R. Michans. “Fue mi primera sensación de ponerle una imagen a la palabra honor”, asegura.