Las compras públicas representan el 5% del PBI y el 2,5% del empleo. El sector es visto como una posibilidad para el desarrollo económico de las mujeres. En base a la experiencia de Chile y el estado de Nueva York en EE.UU., en la Argentina se analizan propuestas para promover la participación de mujeres en las licitaciones.
“Las compras públicas son una herramienta muy potente que tiene el Estado para pensar políticas transversales”, aseguró Gladys González, senadora por el PRO. “Estamos trabajando en un proyecto para compras públicas”, anticipó. El plan surge de la mesa de paridad de género nacional, con ONGs.
El borrador marca una preferencia (no un cupo) para las empresas donde el 50% de los dueños sean mujeres o tengan el 50% de los cargos directivos. La preferencia sería del 5% para grandes empresas y del 10% para pymes. Las firmas tendrían una certificación de empresa de mujer.
Beneficios. La preferencia puede aumentar si cumplen con la igualdad salarial y cuentan con beneficios en organización de tiempo de trabajo, flexibilidad del espacio y mayores licencias por maternidad o paternidad. Si se cumplen dos de esas condiciones, la preferencia sería del 8% al 15%. Si son mujeres emprendedoras –personas físicas–, la preferencia directa sería del 15% y está previsto presentarlo en el corto plazo.
Según la experiencia de Nueva York, lo que dio resultado fue establecer cupos. “Sin las cuotas no se puede monitorear verdaderamente la ejecución de la ley”, aseguró Quenia Abreu, presidenta de la Cámara de Comercio de Mujeres de Nueva York.
En esa ciudad, la ley establece un cupo del 18% para las mujeres en licitaciones de construcción, del 25% en productos, 17% en servicios profesionales y 10% en servicios generales.
En Chile, durante la puesta en marcha del programa estatal de compras, vieron que solo el 26% de los montos era transado por mujeres y participaban de negocios de menor envergadura. Trinidad Inostroza, directora de ChileCompra, explicó en una reunión organizada por la Cámara de Comercio, Fepesna y la Convergencia Empresarial de Mujeres, que en su país se desarrolló un plan de acción que incluyó adaptación de proyectos y también “un cambio cultural”. Allí se desarrolló el sello Empresa Mujer, que también contempla el borrador de González.