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ELLAS TIENEN EL CONTROL

Tacos altos en “tradicional” territorio aduanero

En el mes de la mujer, desde esta página de género y diversidad, se compartirán historias de vida y debates de ejecutivas o gerentes femeninas que tienen a su cargo equipos de trabajo y, ellas mismas poseen, experiencia en terrenos que son habitualmente ocupados por hombres como en el caso de estos dos testimonios de quienes conducen en la Aduana, presidida por Guillermo Michel, dos áreas claves para las investigaciones de contrabando por ejemplo. En primera persona ambas aduaneras cuentan cómo eligieron una profesión que se asocia habitualmente a lo masculino y los desafíos de ejecerla a diario.

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En acción. Una de las autoras, Lodovico, mostrando el detrás de escena de las denuncias por contrabando. | AG La Plata

Vivir momentos históricos

Mediaba el año 1993 cuando leí un aviso que convocaba a jóvenes profesionales de Ciencias Económicas. Recién recibida de Contadora Pública (y con apenas 23 años), me presenté al llamado, llena de ansiedad y expectativas –podía ser mi primer gran trabajo.

El camino posterior estuvo lleno de gratificaciones, aunque no fue fácil de transitar. Ante todo, por haber tenido que lidiar con un cuestionamiento doble: uno, más enérgico, por ser mujer; otro, por ser una ingresante recién recibida. Pero nada de ello me incomodaba: tenía la firme convicción de lo que quería para mí. Junto con otros valores personales, ello me permitió insertarme rápidamente –aunque no cómodamente– en un organismo estatal en ese entonces compuesto por un 80% de personal masculino. Y la defensa de los derechos de género no era lo que es hoy.

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Con tan solo seis meses de antigüedad me presenté a concursos por jefaturas de base y, casi sin darme cuenta, accedí a una jefatura de división de rango intermedio, cosa que era inusual para una mujer tan joven.

Siempre investigué y estudié cada uno de los temas, dedicando largas horas, dentro y fuera de la jornada laboral. Así, llegué a un buen manejo de temas que muchos pasaban por alto. Trabajar, informar y comunicar me puso en situaciones muy incómodas –incluso, recibiendo presiones y amenazas de la conducción política de turno, mayoritariamente a cargo de hombres.

No obstante, nada me detenía: yo cumplía mi trabajo. Con los años fui ascendiendo en el ámbito de Buenos Aires y de pronto, me encontraba en reuniones donde era la única mujer: necesitaba hacer valer mi opinión y hasta pensar en la vestimenta para no sentir incomodidad.

La experiencia me fue mostrando que el respeto y la autoridad se ganaban con conocimiento, predicando con el ejemplo. Si ellos podían gestionar en el organismo, ¿por qué no las mujeres? Una corbata no da más derecho ni poder que un stiletto.

He tenido la fortuna de vivir momentos históricos: en plena pandemia, fui directora de la Aduana de Ezeiza cuando aterrizaron los primeros vuelos con vacunas para el covid-19. Hoy, desde la Subdirección General de Operaciones Metropolitanas, puedo decir que me siento totalmente realizada profesionalmente –sin ir más lejos, soy apenas la segunda mujer de carrera que ocupa este cargo.

La tarea no es fácil en zonas administradas históricamente por personal masculino: puertos, depósitos fiscales, aeropuertos, escáneres, zonas francas, etc. Por ello, me he caracterizado por conformar mis equipos de trabajo mayoritariamente con mujeres. Considero fundamental fomentar la paridad de género y demostrar que no sólo estamos capacitadas para llevar adelante un hogar sino cualquier desafío estratégico y gerencial.

* Rosana Lodovico. Subdirectora de operaciones aduaneras metropolitanas.

 

No es fácil ni imposible

Mi nombre es Corina; soy abogada, aduanera y jefa en una terminal portuaria. Llegué al puerto de Buenos Aires buscando respuestas, desde lo operativo, a las contestaciones de demandas redactadas en un escritorio. Interactúo a diario con guardas, despachantes y operarios, ya que la dinámica de esta función no da lugar ni tiempo a distinciones.

Es así, un día estás liberando físicamente contenedores de importación en una gatera y al siguiente recibís una comisión del FMI o estás en un archivo, buscando documentación para un juzgado. Este trabajo puede implicar tanto liberar una carga de explosivos un domingo, como comenzar un operativo para inspeccionar imágenes sospechosas el lunes a última hora.

Podés estar haciendo las compras para celebrar la jubilación de un compañero y, en paralelo, viendo si se autorizó el traslado a un depósito. Escuchar a un compañero con un problema familiar en el mismo momento en que te solicitan un informe de importaciones –o, quizás, atender el llamado de tu hijo contando que aprobó una materia.

No es imposible, pero tampoco es fácil: en oportunidades he debido salir de casa a las dos de la mañana porque una manifestación de trescientos camioneros impedía la operativa, con incertidumbre por el viaje, pero con sumo respeto por la función.

Amo mi trabajo y no puedo detenerme a pensar si sería más fácil si no fuera mujer, porque es así como lo vivo: cada día es un desafío. Recién fondeamos un buque y, en paralelo, tramitamos la reposición de nuestra bandera nacional. Ahora caminaré el puerto con los tacos puestos, para ver si, efectivamente, un contenedor ha arribado a la terminal. A fin de cuentas, para la Aduana y mis compañeros, soy Corina. Sin más.

* Corina Etchevest. Jefa de la Terminal 4.