ACTUALIDAD
Opinión

Amas de casa, las que convierten la vivienda en un hogar

La primera trabajadora es el ama de casa, la que organiza la vida familiar, hace las compras, se ocupa de que hijos y adultos tengan la ropa limpia y lista para usarse, es decir, la que asegura que el primer núcleo de la comunidad, funcione, sea un hogar.

Ama de Casa
La ama de casa es la que asegura que el primer núcleo de la comunidad, funcione, sea un hogar. | cedoc

- Señora, ¿usted trabaja?

- Sí, soy ama de casa

Este diálogo ocurre muchas menos veces de lo necesario.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Todavía se encuentran expresiones del tipo: “las mujeres que trabajan”, refiriéndose a quienes tienen ingresos por el trabajo que hacen.

Al mismo tiempo que es de gran actualidad la referencia a las tareas de cuidado.

¿Quién hace las tareas de cuidado?

La primera trabajadora es el ama de casa, la que organiza la vida familiar, hace las compras, se ocupa de que hijos y adultos tengan la ropa limpia y lista para usarse, asegura que a la hora de comer esté la mesa puesta y haya comida en los platos, lleva y retira los chicos de la escuela y el jardín, arregla los turnos de médicos y los lleva, cuida a los abuelos, a los suegros, a las personas enfermas o con alguna discapacidad, es decir, la que asegura que el primer núcleo de la comunidad, funcione, sea un hogar.

Decía Eva Perón que las mujeres, los pueblos y las naciones, si no son económicamente independientes, nadie les reconoce derechos. Postulaba en su libro "La razón de mi Vida", en el capítulo "Una Idea", que,  a las mujeres, cuando se casaran, el estado podía asignarles un ingreso, por el valor y el esfuerzo del trabajo más importante, ya que es el que permite el funcionamiento de toda la sociedad.

En las últimas décadas, y con fuerte impulso del Sindicato de Amas de Casa, en Argentina se ha empezado a medir cómo usan su tiempo las personas, dado que esa medición permite comparar el trabajo, aun cuando no está en el mercado ni tiene asignado una remuneración.

Las encuestas de uso del tiempo –EUT- (la primera la hicimos nosotras en 1998 en Capital Federal y la última se hizo en 2021 desde el INDEC, en todo el país), muestran que más del 75% del trabajo doméstico no remunerado lo hacen las mujeres, quienes en un número superior al 92% realizan las actividades del sector, mientras que 2 de cada 3 varones dedica algún tiempo a la misma –la mitad del tiempo femenino-. Estas estadísticas muestran que el trabajo doméstico no remunerado, femenino es el triple que el de los varones. Todos esos resultados permanecen prácticamente sin variantes a lo largo de estas últimas décadas. Por no hacer hincapié sólo en lo cuantitativo sino mirar también cualitativo: ¿quién gerencia toda esa tarea? Esta diferencia de inserción se convalida con otros datos oficiales como:  las tasas de actividad y de ocupación, diferentes por sexo, así como el acceso a los derechos jubilatorios -con mayor razón cuando no hay moratorias.

En estas mediciones salta a la vista un dato muy conmovedor: si se suman las horas trabajadas por las mujeres, el trabajo por el cual tienen ingresos más el trabajo doméstico en su propio hogar se encuentra que del total del trabajo femenino, sólo es remunerada la tercera parte. Es decir, de cada 3 horas de trabajo sólo una hora tiene remuneración.

Es un dato importante para pensar que cualquier política de equidad de género debería incluir de manera prioritaria la valoración económica del trabajo del ama de casa, sin movernos con el prejuicio de que es mejor para las mujeres el trabajo fuera de su casa que el doméstico. Tampoco lo contrario, ¿al fin y al cabo quién puede arrogarse la capacidad de determinar que es mejor para otra persona?

En el Sindicato de Amas de Casa llevamos 40 años promoviendo los derechos laborales de las mujeres por convertir cada casa en un hogar, defendemos el derecho a tener salario y jubilación como los demás trabajadores.

En conclusión, seguramente si integramos tres aspectos se podría encontrar el ideal de la armonía: sueldo y jubilación para las amas de casa, servicios como centros infantiles y lavaderos de ropa a precios populares y una corresponsabilidad familiar entre los adultos, en el cuidado de sus miembros.

Así tendríamos una política de equidad que empezaría educándonos desde niños en la comprensión de que nos realizamos en la medida en que nuestra comunidad se realiza y que el primer espacio de comunidad que compartimos es la familia. Esa familia está cuidada por el ama de casa con mucho amor y merecería un sueldo por su extraordinario trabajo.

(*) Secretaria general del SACRA

Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina