Una noche histórica se vivió ayer, domingo, en Uruguay. Atrás quedó la campaña sucia de país bananero que Juan Sartori desplegó con sus promesas demagógicas y con sus injurias sistematizadas. “Alivio” fue, entonces, una de las palabras más oídas en los búnker de las tres principales fuerzas de la nación, cuando se conoció la noticia de que este millonario de 38 años de edad recién llegado a la política quedó segundo en el Partido Nacional, la principal fuerza de oposición.
“La política es la mejor herramienta que tiene la humanidad para los cambios positivos”, dijo el triunfador Luis Lacalle Pou, quien reivindicó el manejo responsable de ese instrumento poco antes de anunciar, en un escenario con todos los candidatos pero en el que Sartori fue tratado como una persona no grata, la fórmula de los blancos para las elecciones presidenciales de octubre, que el hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera compartirá con Beatriz Argimón, una mujer ideológicamente moderada y de buena imagen.
Al cierre de esta nota, y con la enorme mayoría de las mesas escrutadas, Lacalle Pou se imponía en su interna por casi 54% contra un 21% de Sartori, quien de todos modos era un desconocido absoluto hace medio año y ayer dejó tercero al histórico dirigente Larrañaga, quien adscribe a la línea del legendario líder socialdemócrata Wilson Ferreira Aldunate.
Pero la gran sorpresa de la noche la dio Ernesto Talvi, un doctor en Economía de la Universidad de Chicago al que economistas argentinos como Guillermo Calvo y Pablo Guidotti conocen bien como académico, que es lo que era, en Uruguay y en la Universidad de Columbia, hasta que se pasó a la política partidaria en un giro absolutamente inesperado. Tan inesperado como el resultado que, pocos meses después, obtuvo contra uno de los políticos intelectualmente más brillantes que Uruguay ha dado en su historia: Julio María Sanguinetti.
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“En los descuentos, con gol de cabeza y en el área chica: ¿qué más podemos pedir?”, dijo bromeando Talvi, quien agradeció a su contrincante José Amorín Batlle y felicitó a Sanguinetti por su “patriada”, a los que luego se uniría en la Casa del Partido Colorado como parte de un acto en el que los tres candidatos se mostraron más relajados que los blancos.
De todos modos, Talvi, que obtuvo 53.7% de las voluntades por sobre el 32.8% de Sanguinetti, declaró que Ciudadanos, su agrupación, tiene “una cultura política diferente y posible”, afirmó que, siguiendo esa cultura, ganar o perder no es lo esencial, y estimó que, con la victoria del socialista Daniel Martínez en el Frente Amplio, Uruguay mostró su cara más moderada. Sin embargo, no anunció la fórmula presidencial de los colorados.
En tiendas del oficialismo, no solo Martínez logró un triunfo holgado con el 42% de los votos, sino que Carolina Cosse quedó segunda con 25.5% y menos de tres puntos arriba que el comunista Óscar Andrade, un dato significativo si consideramos que Cosse había recibido el apoyo explícito del ex presidente José Mujica, líder de un Movimiento de Participación Popular que deberá tolerar una vez más a un socialdemócrata al frente del Poder Ejecutivo, si es que el Frente Amplio se impusiera por cuarta vez consecutiva.
Algo que, por otra parte, no parece fácil por el desgaste que ha sufrido y porque, aunque sufragaron cerca del 40% de los ciudadanos habilitados, el Partido Nacional obtuvo un 47% del total de las preferencias, seguido por el 27% del Frente y por el 19% del Partido Colorado.
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¿Qué significa esto de cara a octubre, teniendo en cuenta que los partidos tradicionales construirán una coalición? Según la doctora en Sociología Adriana Marrero, una cosa muy clara. “El 40% de participación es un porcentaje más alto del que se esperaba, y eso demuestra que existía un interés concreto. De hecho, a las cinco de la tarde era muy difícil circular por Montevideo, porque hubo diversas motivaciones para salir a votar masivamente. Y además hubo factores distorsionantes que funcionaron como motivadores adicionales”, declaró la catedrática de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República a PERFIL.
Y concluyó: “La amenaza de un candidato como Sartori fue un incentivo a favor de posturas más republicanas. Y el Lacalle Pou que ganó estas internas es distinto al que que ganó en 2014. Directamente, tiene una estatura como persona y como político que antes no tenía. Ahora bien, no es correcto pensar que los militantes frenteamplistas no votaron en esta elección porque la interna estuviera definida. Por lo tanto, parte de estos resultados es extrapolable a octubre. El mujiquismo más puro, sin el carisma de Mujica, salió muy golpeado. Y Lacalle Pou y Ernesto Talvi son parecidos ideológicamente. Pero el Frente Amplio está en un momento muy oscuro y, si no pasa algo extraordinario, debe aprontarse a perder el gobierno, más por responsabilidades propias que por méritos ajenos”.