Cada marzo y abril, el olor de los azahares recorre todo Sevilla. Se cree que son 40 mil los árboles de naranjas que llenan de azahares y colores intensos cada primavera en las calles sevillanas.
Las trajeron de Asia los marinos genoveses y, como la leyenda decía que traían suerte y felicidad a quien las tenía en su jardín, en el siglo XII los árabes también llenaron la ciudad de naranjas ácidas.
A fines de la Edad Media todavía se usaban las naranjas para fabrican aceites y esencias. Y luego fueron la materia prima de la mermelada británica y los licores, el Cointreau y el vino de naranja.
Ultimamente, toda la belleza naranja que le dan a la ciudad queda opacada por la molestia de quienes tienen que caminar esquivando naranjas reventadas sobre el asfalto y el empedrado. Por eso, desde hace un tiempo, el Ayuntamiento se encarga de recoger cerca de un millón de naranjas por temporada. ¿Y qué hacen con ellas?
Cada primavera, un millón de naranjas podrían generar energía para 73.000 viviendas
La empresa de aguas de Sevilla puso en marcha un plan piloto: utilizar las naranjas caídas para generar biocombustible, una energía limpia que ya abastece a una de sus plantas potabilizadoras.
“Este año ya valorizamos 60 mil kilogramos de naranjas que vamos a utilizar para el consumo energético de 300 viviendas en un solo día, con un procedimiento muy sencillo: el 50% de esas naranjas es zumo, que se utiliza para generar gas metano. Con un motor de eco-generación ese metano se transforma en energía”, comenta a Deutsche Welle Benigno López, jefe de medioambiente de la Empresa Metropolitana de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla (Emasesa).
Con la cáscara y las semillas de descarte se prepara abono orgánico para las tierras de cultivo.
La empresa de aguas cree que si se pudieran aprovechar todas las naranjas de la ciudad podrían proveer energía a 73.000 hogares sevillanos.
David Guevara, Area de Transición Ecológica del Ayuntamiento de Sevilla, está encantado con la idea y van por más.
La Alcaldía, a cargo de Juan Espadas, ya elabora otros planes alternativos: para empezar, quiere llevar utilizar esa "energía de Vitamina C" en el transporte público. Y dice que la revolución naranja recién comienza en el siglo XXI.
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