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Idus de marzo

Hace 2065 años asesinaban a Julio César y era su día de suerte

Los romanos creían que el 15 de marzo, idus de marzo, era un día de suerte. Sin embargo ese día, Bruto, hijo natural de Julio César dio la orden para que lo asesinaran en el senado. Se llama Largo Argentino el sitio exacto en donde su carrera política se desangró con 25 puñaladas.

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Julio César | REDES

Las cábalas no siempre dan resultado. Nadie mejor que Julio César para desestimarlas ya que el insigne militar y político romano fue asesinado un 15 de marzo, el día de los idus de marzo. Entre los romanos, precisamente, el 15 de los meses de marzo, mayo, julio y octubre era siempre un día de suerte

Tal vez no fuera tan así, ya que el 15 de marzo del año 44 a.C, los buenos augurios no funcionaron. Durante una sesión del Senado, Tilio Cimbro y Servilio Casca esperaron que Cayo Julio César se aproximara a la estatua de Pompeyo y ante la señal de Marco Junio Bruto asesinaron con el filo de sus dagas al hombre que había llorado una sola vez en su vida.

En efecto, según el historiador Cayo Suetonio Tranquilo, Julio César era un valiente que sólo había “llorado” ante una escultura que rendía homenaje a Alejandro Magno en Gades (actual Cádiz). Julio César, entonces de 32 años de edad, se reprochaba su falta de méritos militares, ante el recuerdo del macedonio que a los 33 años había muerto con un imperio propio.

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Ese 15 de marzo del 44 a. C la suerte no estaba del lado del César. Otras 23 puñaladas de otros senadores terminaron de rematarlo. 

Marco Junio Bruto había nacido en el seno de una familia noble y rica en el 85 a.C. Ya entonces, corría veloz por los empedrados de Roma el rumor de que su madre, Servilia Cepiona, una mujer de carácter, rica, inteligente y de las que no se callaban, era la amante preferida de Julio César. 

Tal vez por eso, la maledicencia otorgó sentido a las famosas palabras que el estdista pronunció en el umbral de su muerte: “«Tú también Bruto, hijo mío».

Una camarilla temía que su sed de poder lo llevara a autoproclamarse dictador, y conspiraron hasta borrarlo del mapa. La historia, de todos modos, condenó a Bruto y le dio al César lo que era del César.

Octavio César, sobrino del difunto, identificó el lugar exacto del asesinato e hizo colocar sobre él una estructura de hormigón de 3 metros de ancho por 2 metros de altura, que hoy se la conoce como el área arqueológica de Largo di Torre Argentina. Visitar sus ruinas son uno de los paseos gratuitos que ofrece la ciudad eterna.


Julio César, un don Juan sin heredero

El asesinato en el senado de la República de Roma desató una guerra civil que finalmente llevaría a la escena política a Octavio César, el primer emperador que tuvo Roma, entre los años 27 a.C. y el 14 d.C., período que sería el reinado más prolongado de la historia de ese imperio. 
A pesar de que Julio César tuvo muchos hijos, Octavio, que asumió su función bajo el nombre de Augusto, era su sobrino nieto. Un año antes, y oliendo la traición, Julio César escribió un testamento nombrando a su sobrino “hijo adoptivo” y heredero de sus bienes. Sin embargo, el César tenía otro hijo biológico, pero no lo había reconocido.
Como Jean Paul Sartre y tantas otras figuras prominentes, Julio César era bizco, una cualidad física que no impidió que dejara un tendal de conquistas femeninas por donde quiera que la lucha política lo llevara. 

Su única hija legítima había sido Julia Caesaris Filia, quien había nacido en el 76 a. C del matrimonio con su primera esposa, la aristócrata Cornelia. 

Para cimentar alianzas, su padre casó a Julia con Pompeyo Magnus, “el Grande”, y ella finalmente quedó embarazada, pero no de su marido sino de un hijo anterior de Pompeyo (hijastro y nieto político de Julio César). Al dar a luz, la madre y el niño murieron en el parto.

Bien conocido es que cuando Julio César llegó a Egipto, Cleopatra lo invitó a navegar por el Nilo y meses más tarde nacería Caesarion. Cuando el autor de La guerra de las Galias fue asesinado, Cleopatra y su hijo vivían con él, desde el año -46, en su villa romana Horti Caesaris.
La reina de Egipto intentó en vano que su hijo fuera reconocido como heredero. Entonces, mandó a matar a su propio hermano, el soberano Ptolomeo XIV, y elevó a su hijo Cesarion, que sólo tenía 3 años, a la categoría de corregente de Egipto y ella regresó a Africa. Catorce años más tarde, en el 30 a.C, el emperador Augusto, su hermanastro, lo mandaría a matar.