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Qué es la reforma agraria y dónde fue aplicada

Esta semana, Juan Grabois encendió la polémica al pedir "avanzar con una redistribución de la tierra". Los ejemplos históricos.

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Imagen de carácter ilustrativo. | Super CAMPO

El líder de la CTEP, Juan Grabois, encendió la polémica esta semana. "Hay que avanzar con una reforma agraria, que implica necesariamente una redistribución de la tierra", expresó el dirigente en dos videos que difundió en sus redes. "No puede haber en la Argentina terratenientes. Nadie puede tener más de 5.000 hectáreas", afirmó, y recalcó: "Esas extensiones de tierra no pueden ser, son injustas y no pueden ser posibles. Queremos que la tierra sea de quienes la trabajen. Pero a través de un mecanismo que es absolutamente legal (...) que es la expropiación de 50.000 parcelas".

Para que no queden dudas, el referente subrayó, además, que "no hay un consenso dentro del Frente de Todos pero sí hay un fuerte consenso dentro de los movimientos sociales y populares" y dijo que era "ridículo que tengamos un país agrario sin una población agraria. Un país campesino sin campesinos". Uno de los que primeros salió a responder fue el ministro de Agricultura de la Nación, Luis Etchevehere. "Estos sistemas ya fracasaron hace muchas décadas dañando seriamente la economía en varios países. Cuidemos la República y la producción", reclamó.

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"La propuesta de Juan Grabois del Frente de Todos es anacrónica e inconstitucional", agregaron desde la Sociedad Rural. Pero, ¿qué es una reforma agraria? Se trata del conjunto de medidas políticas y económicas que buscan la reestructuración de la propiedad destinada al campo. En general, apuntan a contrarrestar la concentración de la tierra en pocas manos y la baja productividad. Suelen implicar, también, la expropiación sin retribución o con algún mecanismo de compensación a los anteriores dueños.

Los ejemplos históricos alrededor del mundo son diversos. En Rusia, el gobierno de Stalin tomó el control de la agricultura a través del estado y las granjas colectivas. Mediante un decreto de febrero de 1930, cerca de un millón de kuláks (propietarios agrícolas) fueron forzados a abandonar su tierra. Muchos campesinos se opusieron a la reglamentación del estado. Algunos emigraron a las ciudades y muchos otros fueron ejecutados. La situación se agravó con la hambruna 1932 que afectó a las mayores áreas productoras de grano.

En México, durante el Gobierno de Lázaro Cárdenas fueron repartidas millones de hectáreas a las comunidades. Se trataba de ejidos, una porción de tierra que era entregada a un núcleo de población para que las aprovecharan de la manera que consideraran. Esta repartición llevó a que aumentaran en 25 millones de hectáreas la cantidad de parcelas que quedaron fuera de la propiedad privada.

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El objeto del reparto agrario era la formación de pequeñas unidades productivas, con capacidad de autosuficiencia alimentaria. Con este fin el gobierno creó el Banco Nacional de Crédito Ejidal (Banjidal) destinado a capitalizar a los núcleos ejidales y dispuso de un sistema educativo que permitiera la formación de profesionales que ayudaran al desarrollo. Este reparto fue el mayor de la historia de México y fue frenado después de 1940 por una "contrarreforma" agraria, que buscó enajenar las tierras obtenidas a los ejidos.

En Chile, el programa reformista de Eduardo Frei Montalva buscó modernizar el mundo agrario mediante la la sindicalización campesina y redistribución de la tierra. En este marco, se organizaron 400 sindicatos y se expropiaron millones de hectáreas, hechos que llevaron a la realización de huelgas y al comienzo de una profunda polarización social. Salvador Allende, por su cuenta, continuó el proceso y buscó la expropiación de más latifundios. Para principios de los años 70, el Gobierno de la Unidad Popular había expropiado millones de hectáreas. Las medidas de redistribución agrícola llegaron a su fin con el gobierno de facto que se estableció tras el golpe de Estado de 1973.