En una semana atravesada por la insólita escalada de la tensión entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof, desnudada en separados actos por el Día de la Lealtad peronista y el cierre de listas en el PJ, el Presidente percibió que él también era víctima de traiciones políticas. Aunque ya dejaron de sorprenderlo.
Por diferentes motivos pero en el mismo día, el emblemático 17 de octubre, fuentes oficiales dejaron trascender que Javier Milei volvió a sentir un nuevo pico de deslealtad por parte de su vicepresidenta, Victoria Villarruel, y del líder del PRO, Mauricio Macri, su principal aliado.
Los hechos. Tras un creciente desgaste y múltiples cortocircuitos, el Gobierno divulgó el jueves que renunciaba el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo. Se trataba en realidad de un despido, ya que el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el viceministro coordinador del área, Daniel González, tenían hace rato en la mira al funcionario, designado en diciembre por el luego caído en desgracia Nicolás Posse.
El desplazamiento resultó tan obvio que casi al mismo tiempo se mencionó a su reemplazante, María Tettamanti, una ejecutiva privada con amplia experiencia en el sector energético.
Sin decir “agua va”, Macri se adjudicó la designación. Lo hizo por dos vías. Una, directa: a la salida de un almuerzo en Mar del Plata con directivos que asistían al Coloquio de IDEA, el expresidente reveló a la prensa que el Gobierno le había pedido ayuda con el equipo de Energía.
A través de voceros informales, Macri pretendió instalar que Tettamanti llegaba al cargo de su mano, con dos supuestos argumentos. Uno, que colaboraba en los temas energéticos con Emilio Apud, actual referente en la Fundación Pensar tal como lo había sido en la campaña de Patricia Bullrich. Dos, que la flamante secretaria se había desempeñado en Camuzzi, la compañía liderada por Alejandro Macfarlane, amigo personal del jefe PRO.
Ambos enlaces lucen parciales, de acuerdo con fuentes conocedoras del caso. Con más de tres décadas en empresas de energía, Tettamanti tiene tanto vínculo con Apud como con González, el viceministro de Caputo para el área. Y asesoró al equipo de Bullrich, no a Macri, a quien dice no conocer. Lo mismo respecto de sus nexos vía Macfarlane: Camuzzi fue una de las varias firmas en las que se desempeñó y ni siquiera es la última antes de hacer su primera experiencia en el Estado, ya que proviene de NRG Energía.
La maniobra debió de resultar algo burda, como para que se le adjudique a Tettamanti hacer trascender que es amiga personal del diputado José Luis Espert y que la idea es trabajar coordinadamente con sus jefes González y Caputo, quienes también incidieron en su llegada. Por las dudas, alguien escuchó a Bullrich otorgarse la recomendación.
Un modelo similar se aplicó con el nombramiento de Eduardo Bustamante como vicecanciller de Diana Mondino. También fue el 17 de octubre. Usinas amarillas hicieron constar que era otra propuesta macrista que se aceptaba. El diplomático y exmilitar, actual cónsul general en Uruguay, acompañó a Bullrich en su anterior paso al frente del Ministerio de Seguridad. ¿Adivinan a quién le atribuyen en el Gobierno su ascenso?
“Entendemos que con estas picardías, Macri intenta elevar su autoestima y un peso que no tiene. Si eso sirve para mantener el respaldo del PRO en el Congreso y las negociaciones electorales, está todo bien”, argumenta un funcionario al tanto de las vicisitudes con el macrismo. Acaso eso explique que nadie del elenco gubernamental haya salido a desmentir la versión edulcorada de estos movimientos.
Tampoco lo hicieron el pasado fin de semana, después de detectar en algunas plumas y voces con acceso privilegiado al expresidente la difusión de un virtual ultimátum a Milei. “Es la última vez”, le habría dicho Macri en un contacto telefónico, tras la ayuda del PRO para blindar el veto al aumento a las universidades en Diputados. Y se lo habría repetido al asesor premium Santiago Caputo, que prefiere tener de interlocutor a Cristian Ritondo.
En la Casa Rosada niegan que las conversaciones hayan tenido ese tono, pese a que admiten que han dejado de ser tan amigables como cuando había milanesas de por medio en Olivos. “Cuando leí eso me acordé de (Fernando) De la Rúa golpeando la mesa para mostrar fortaleza”, comenta con una sonrisa otro funcionario, de buena memoria. Escaso afecto cosecha Macri en los despachos oficiales.
Menos aún es el que genera Villarruel. A la larga historia de desavenencias, incluso antes de la asunción, le sumó una gira inconsulta por Europa, que incluyó reunión a solas con el Papa, y una sorprendente y secreta visita a Isabel Perón en Madrid para honrarla.
La divulgación del agasajo vicepresidencial a la expresidenta se produjo el 17 de octubre, una semana después de realizado. Y se completó ese mismo día con un pequeño acto en el Senado, en el que Villarruel tomó la palabra para reivindicar a la última esposa de Perón y descubrir un busto de ella. Todo fríamente calculado.
“Acá no vengo a ensalzar su gestión ni su gobierno, sino a cumplir con un acto de reparación histórica hacia una mujer, que viuda y en soledad, debió soportar más de cuarenta años de persecución y ostracismo”, manifestó la vice en el evento.
Contexto para lectores jóvenes o con tendencia al olvido. María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabel o Isabelita, compartió la fórmula presidencial en 1973 con Perón sin tener ninguna formación política y accedió a la Presidencia después de la muerte de su marido, el 1 de julio de 1974. Durante su gestión estalló la inflación con el Rodrigazo (por su ministro de Economía, Celestino Rodrigo), la violencia guerrillera y el empoderamiento total de José López Rega, que alumbró la organización paraoficial Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) para perseguir opositores o críticos, quienes debieron ocultarse o exiliarse para evitar ser secuestrados o asesinados. En 1976, las Fuerzas Armadas depusieron a Isabel y la encarcelaron en Bariloche, hasta 1981. Liberada, se mudó a España.
Volvamos al presente. Antes del acto en el Senado, Villarruel posteó fotos con la viuda de Perón y un texto tan provocador como multidireccional: “Con Isabel Martínez de Perón, primera presidente mujer del mundo y de la Argentina constitucionalmente elegida. Vicepresidente como yo y argentina bien nacida. En un día como hoy, en donde se habla de lealtad, quiero reivindicar su figura”.
La que le salió al cruce fue Bullrich. “No reivindico la figura de Isabel. Fue una muy mala presidenta. Representa uno de los peores momentos de la economía argentina. (La de Villarruel es) una decisión individual. Evidentemente está intentando un camino propio, separado del equipo de Gobierno”, dijo la ministra de Seguridad y exmilitante peronista en los 70.
Puertas adentro, en el Gobierno se tomó el mensaje con amargura. “Si la ‘memoria completa’ conlleva rescatar a Isabel, estamos listos”, cuenta una fuente oficial. Que además cuestiona: “¿Qué significa que fue vice como ella? ¿Está esperando que le pase algo a Javier para llegar a presidente, como le pasó a Isabel? Es una locura”.
En otros pasillos de Balcarce 50 prefieren tomar aire antes de reaccionar. Eligen interpretar que el destinatario principal de estos mensajes es el peronismo, como dardo a Cristina Fernández de Kirchner (que invisibiliza en la historia a Isabel y a Carlos Menem) y guiño a los sectores más ortodoxos, que fantasean con “la compañera Villarruel”.
Con aliados así, Milei pareciera no necesitar enemigos.