OPINIóN
Análisis

Caputo, Wall Street y las angustias del quinto piso

A días de un vencimiento de US$ 4.300 millones, el ministro de Economía dijo que quiere que la Argentina deje su "dependencia" de Wall Street. ¿Qué inquieta al ministro? ¿Qué en NY la Argentina ya no tiene quién le preste?

Luis Caputo en ENCUENTRO DE LÍDERES 2025 - El Cronista 03122025
Luis Caputo en ENCUENTRO DE LÍDERES 2025 - El Cronista | Captura web

“Yo he abrazado los inodoros del Ministerio de Economía. Mirando las pantallas, he ido a vomitar”. Con más crudeza que en el Diario de una temporada en el Quinto Piso, de Juan Carlos Torre, Emmanuel Álvarez Agis, subsecretario de Programación Macroeconómica entre 2011 y 2013, segunda gestión de CFK, contó días atrás en un interesante debate en el streaming de Ahora Play a qué niveles podía llegar el estrés en la gestión durante sus años en Economía.

El título del libro de Torre, del que mucho y bien se ha hablado, alude al registro de su paso por el equipo económico de Juan Vital Sourrouille, ministro de Economía de Raúl Alfonsín, cuarenta años atrás, apenas recuperada la democracia. Plan Austral incluido. En una charla con el exrector y docente de la Universidad Di Tella, Ernesto Schargrodsky, Torre eligió leer la frase con la que comienza Diario… para dar una idea del clima que imperaba por entonces en el ministerio y el tipo de vínculo que se iba forjando entre los angustiados integrantes del equipo de Sourrouille:

“Hace dos días fui a verlo a Juan y me dijo al verme: 'decime algo, levántame el ánimo estoy caído'. No le pregunté la razón, era innecesario. Podía adivinarla. Pocos minutos más tarde me encuentro con José Luis (Machinea) y ahí nomás, sin que yo le preguntara, me dice: Juan Carlos estoy deprimido, ¿para qué estamos trabajando? Y finalmente dos días después aparece Mario Brodersohn y nos dice 'bueno, esto no va más, hay que hacer algo'”.

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En una entrevista en el streaming La Casa, y en un posteo en X, el actual ministro de Economía Luis Caputo dijo que uno de sus objetivos, no aclaró con qué plazos, es “ir eliminando la dependencia que el país tiene con Wall Street”. “(Queremos) ir pagándole cada vez más a Wall Street”, sostuvo Caputo. Habló de la necesidad de reconstruir un mercado de capitales local, financiado con recursos del futuro fondo de cese laboral, propuesto en la ley de reforma laboral, y de los dólares del colchón que se volcarían al mercado una vez aprobada la ley de “inocencia fiscal” que ya obtuvo media sanción en Diputados, junto con el proyecto de Ley de Presupuesto.

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“Este fondo de asistencia laboral va a alimentar un nuevo mercado de capitales. Son 4 mil millones de dólares por año. Y después está la ley de presunción de inocencia fiscal. Mi ideal como país es que nosotros, las empresas y la gente, empecemos a tener crédito de los mismos argentinos”, se entusiasmó el ministro.

Aquí hay que recordar que el fondo de cese, que reemplazaría a las actuales indemnizaciones, será financiado por el empleador, al que sin embargo se compensará con una baja en las cargas patronales. El costo será de unos 2.500 millones de dólares en financiamiento del sistema previsional, de acuerdo a datos del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la UNSAM. “Esto significa que el Estado deja de percibir un 3% de las contribuciones con destino a la seguridad social, lo que equivale a decir que el Estado afronta con sus propios recursos los costos de los despidos”, según el informe. Todo esto, se infiere, a costa de jubilaciones y beneficiarios de AUH y otras asignaciones sociales.

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Que un trader de élite como Caputo (ex JP Morgan, ex Deutsche Bank) renuncie a Wall Street conduce a la obvia imagen del bebedor rompiendo la botella de whisky. Para no hablar del uso del término “dependencia” o de la pretendida derogación de las leyes de financiamiento universitario y de emergencia en discapacidad. Demasiados ajustes, relativamente discretos e igual de profundos en el quinto piso desde el triunfo electoral de octubre.

La semana pasada, el Banco Central, que actúa como una dependencia del Ministerio de Economía, anunció que a partir del 1º de enero, las bandas de flotación entre las que se mueve el dólar se actualizarán por inflación. Un reclamo extendido, al que Caputo se negaba sistemáticamente, igual que con el anuncio de que el Central empezará a comprar dólares para fortalecer las reservas internacionales, como han venido demandando el Fondo Monetario y una larga fila de economistas de toda adscripción.

Economía tiene un vencimiento de US$ 4.300 millones de intereses y capital de los bonos AL30 y GB30 reestructurados por Martín Guzmán en 2020, durante el gobierno de Alberto Fernández (otro tanto vencerá en julio).

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Para su cumplimiento, el Gobierno emitió otro bono, el Bonar 29, en dólares, por el que obtuvo algo menos de US$ 1.000 millones a una tasa cercana a los dos dígitos (9,26%). Fue un test con el que Caputo tanteó al mercado, con resultado no del todo satisfactorio. Y que llevó a hacer el ajuste en la calibración de las bandas cambiarias.

Esa emisión fue cubierta casi en su totalidad por el mercado interno, bancos e instituciones, y no hubo una participación significativa de inversores extranjeros.

Ahora se insiste por diferentes canales en que Economía dispondría de un préstamo Repo (con garantía y un compromiso de recompra por el Estado) con bancos internacionales; dispondría de depósitos en dólares en manos del Tesoro por unos US$ 2.000 millones o eventualmente recurriría al swap acordado con EE.UU. para cumplir con el vencimiento.

El Presidente Milei fue asertivo sobre esta cuestión. “Vamos a pagar la deuda, solo de oferta del Repo tenemos US$ 7.000 millones, así que estamos tranquilos”, dijo el último fin de semana en una entrevista con LN+.

¿Qué es lo que incomoda a Caputo, entonces? Si la Argentina renuncia a financiarse en los mercados internacionales, de hecho, vedados desde el derrumbe financiero de Mauricio Macri-Caputo, y apunta a inversores locales, ¿es en realidad porque en Nueva York la Argentina ya no tiene quién le preste?

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En un ejercicio inusual para los estándares argentinos, el exministro Guzmán celebró el anuncio de Caputo. Aunque especuló con que a la Argentina se le acabó el crédito externo, como le pasó al mismo Caputo en 2018, dijo en un posteo en X : “Endeudarnos con Wall Street nos debilita. De acuerdo con que el horizonte debe ser el de desarrollar el mercado de financiamiento local, clave para evitar que el capital de los argentinos se invierta en Argentina en lugar de que se vaya del país”.

Consultada para esta columna, una fuente autorizada de Wall Street señaló que la búsqueda de Caputo apuntaría a un marco más predecible de financiamiento para la Argentina, menos expuesto a shocks financieros internacionales. “Argentina tiene un mercado de capitales muy poco desarrollado en términos de profundidad. Hoy en día todos los países emergentes se financian a través de mercados de capitales locales. La historia ha demostrado que Wall Street se abre y se cierra muy rápidamente para la Argentina. Es un objetivo loable”, aseguró.

Otra voz desde Nueva York entiende que la definición de Caputo es “más bien retórica” y que espera atraer financiamiento “por las buenas políticas”. “El Gobierno quiere dar señales de independencia. El préstamo Repo sigue siendo atractivo. Pero un mercado diversificado le hace perder poder a los grandes bancos. No es bueno romper con Wall Street”, advirtió.

En lo que se supone es el mejor momento económico-financiero de la Argentina de los últimos dos años, ¿qué transmiten estas definiciones de Caputo a pocos días de un nuevo vencimiento de deuda? ¿Angustia? ¿Ansiedad? ¿Estrés en el quinto piso?

DCQ