Axel Kicillof

No alcanza con ser un Pepe Mujica psicobolche

La derrota del peronismo bonaerense obliga a volver a señalar la importancia que tiene el enunciar las prometidas canciones nuevas. Y demuestra que la única estrategia útil contra la ultraderecha es la del cordón sanitario. Aunque para eso, existe un obstáculo dentro del mismo peronismo

Axel Kicillof Fuerza Patria. Foto: Captura de pantalla

1. Una vez terminada la elección a legisladores porteños escribimos un texto referido a la actitud preelectoral de Leandro Santoro que se llamó  "¿Alcanza con no ser un hijo de puta?”  en el que nos preguntábamos por dos factores que signaron la elección de mayo de 2025: la falta de propuestas del peronismo, la carencia de tomas de posición fuertes sobre distintos temas acuciantes y en segundo lugar, el cambio de estatuto de cierto sector social. Aquello de “la miseria nos hace miserables” como un nuevo paradigma en el que el individualismo es un eje. Algo cambió, sin dudas. Es previsible afirmar que Spruille Braden,de vivir en este siglo, para muchos (muchos más que en el 45), sería una opción más atractiva que la de Juan Domingo Perón. Reconocerlo abre un problema. Un problema de valores y saberes. Especialmente, en lo que se llama campo popular.

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2. En marzo de este año, Jorge Asís escribió sobre Axel Kicillof. Dijo que tenía “Atisbos de intelectual romántico y nada distraído. Aspecto de bolchevique capitalizado por el relativo atributo de la transparencia, adjetivo escasamente usual entre las virtudes de la superstición”.El escritor, con iguales dosis de maldad y de lucidez, hablaba del rol del Gobernador de Buenos Aires, en la “provincia del pecado”. Axel era —y es, y sigue siendo, y sigue siendo algo por demás valorable— el honesto en la provincia de los Martín Insaurraldes, Fernando Espinosas, por dar solo un par de ejemplos. Axel era el del Clío, el que no aceptaba (literalmente) ni un cubanito de regalo, el que participaba de un zoom por el viaje de egresados de su hijo luego de un día de campaña y gestión. El peronista bueno, austero. Algo así como un Pepe Mujica en plan argentino, con título universitario, parientes psicoanalistas, al que Guillermo Nielsen definió “como un marxista disfrazado de Keynesiano”.

3. Axel mismo insinuó que algo era posible cuando dijo que llamó a dejar de lado "los discursos y las propuestas nostálgicas" del peronismo y a "componer una canción nueva, no una que sepamos todos".Avanzó un poco más cuando se mostró con gobernadores de otros partidos políticos, como Ignacio Torres o Maximiliano Pullaro. Y tomó una decisión estratégica: desdoblar las elecciones, aún desafiando a la líder de su fuerza política, Cristina Fernández de Kirchner. Máximo Kirchner desató una interna. Una por el liderazgo más que por las ideas.

4. Pero de mayo a octubre pasaron cosas, como diría Mauricio Macri. Pasó la recesión que sigue hasta hoy, los audios de Spagnuolo, las denuncias contra Espert, la inflación que no se puede bajar, la interna feroz oficialista, Trump, Bessent, Bennet, Werthein, Cúneo. También sucedió el 7 de septiembre y los 13 puntos de diferencias entre Fuerza Patria y La Libertad Avanza. Un gobierno muy ineficaz en su propios términos. Algo que vale la pena remarcar aún hoy, en el que festeja el triunfo electoral.

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5. En un reportaje con la periodista Julia Mengolini, Jorge Taiana, uno de los grandes derrotados de la elección de hoy, contaba que luego de un acto en la Feria del Libro, en plena discusión sobre el futuro del peronismo e interna más o menos pública y larvada, se le acercó una mujer. Era abril y faltaba mucho hasta ahora. Parecía que la unidad sería imposible. Entonces, la mujer dijo algo que puede ser premonitorio: “si no consiguen la unidad, al menos vayan todos juntos”.

6. Eso hicieron. Y lo que no hizo Axel Kicillof es entonar las nuevas melodías. Fueron todos juntos, pero no hicieron casi actos compartidos, tuvieron estrategias diferenciadas, hablaban mal unos de otros en on y off, pensando, seguramente con razón, que no había que interrumpir al gobierno cuando estaba equivocándose.

7. En el streaming Línea Directa, Gustavo Córdoba nos abrió una señal que hoy se manifestó con toda su fuerza. “Aún el clivaje que existe en la sociedad es peronismo/antiperonismo —nos dijo—. No se observa una distinción entre mileismo/antimileismo”. Fue hace varios meses. Pero esa verdad sigue vigente este 26 de octubre. Y el Gobierno la explotó como nadie. El recuerdo de la gestión del Frente de Todos, que algunos llaman el Frente Todos contra Todos, de los tironeos internos, la falta de autocrítica, es más fuerte. Aún más que los errores de una gestión anárquicay un aceleracionismo diseñado para llenar de mierda la discusión pública, como diría Steve Bannon

8. Álvaro García Linera, el ex vicepresidente boliviano, el intelectual que acompañó a Evo Morales y luego tuvo sus diferencias señaló las deficiencias del progresismo en esta etapa, su poca vocación de transformaciones profunda, su deseo de congraciarse con cierto status quo. Al peronismo le caben todas esas críticas. Pero Axel cuenta con un problema mayor: a su propia falta de definición se le suma la decisión de no entonar, precisamente, canciones. Ni nuevas ni viejas.

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9. Mayra Mendoza no esperó ni los datos oficiales para decir que “Cristina tenía razón” cuando proponía no desdoblar las elecciones. El error de Axel Kicillof (y quizás su desafío para el futuro) es no entender que a la ultraderecha se la derrota con lo que se llama el “cordón sanitario”. Es lo que pasó en Francia, en España, en Brasil. Vivimos un momento de corrimiento de toda la sociedad y es preciso bajar algunas banderas y transformarlas en otras. Recuperar aquello de Raúl Alfonsín de que con “la democracia se come, se cura y se educa” implica acercar a los Ignacio Torres con los Kicillof, a los Grabois con Horacio Rodríguez Larreta, por decir cuestiones que, de lejos suenan tan difíciles como al mismo tiempo necesarias, luego de que el país se tiñó en algún sentido de violeta.

10. Pero claro, para tal cosa, hay un obstáculo. El cerco que no pudo ni quiso saltar Axel: denunciar las irregularidades de la causa con Cristina no implica aceptar su liderazgo político. El obstáculo del progresismo en Argentina se llama Cristina: no está dispuesta, aunque a veces diga lo contrario. Como dice la canción (una que no entonó hasta ahora el gobernador de Buenos Aires): “nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”. Aquí hay un tema que Kicillof podría empezar a entonar de aquí a 2027.

CP