Proyecto minero San Jorge

Una minería para pocos

Voz. La movilización contra el proyecto San Jorge que recuerda el “mendozazo” del 2019. Foto: AFP

En tiempos en los que la política virtual le gana a la física, de victorias electorales que no “caminan la Provincia” y sobregiro metropolitano en las redes que “no hablan” en clave local, la magnitud de la movilización contra la DIA del proyecto San Jorge que recuerda el “mendozazo” del 2019,  plantea la necesidad de un debate realista en procura de la diagonal entre el conservacionismo zonzo y el extractivismo voraz.

Las voces a favor hablan de desarrollo, confundido siempre con crecimiento; su insumo necesario, pero no suficiente. El primero es desigual y combinado. Ocurrió en relación a una periferia que languideció objeto de expoliación pasada, y en el que, precisamente la minería, tuvo un rol central. En el nuevo orden global los viejos rasgos estructurales se expresan con formas nuevas. La minería en países desarrollados como Australia o Canadá (fuente de recursos, no razón de su desarrollo), es llevada a cabo por las mismas empresas que en América Latina cambian su conducta, según sean locales o visitantes. La formación por los enclaves –que duran lo que el mineral sin eslabonamientos horizontales o verticales, los “desarmaderos ambientales” que aparecieron en Perú, Ecuador, Chile y Argentina–, son ejemplos claros. La singularidad política da la señal equivocada a las mineras si la pretensión es avenirlas a mejorar su récord ambiental: un ajuste único que internalizaron en gran parte las provincias vía cambios en la coparticipación que deja sus arcas, ya desvencijadas, urgidas. Un Ejecutivo blandiendo el RIGI como anzuelo, y que por toda agenda ambiental procura modificar la ley de glaciares, pretende facultar a las provincias para decidir sobre esta, y que desfinanció los organismos de control de un Estado cuya ausencia milita. La pregunta del desarrollo es por la gente. Si desarrollo y subdesarrollo son dos caras de la misma moneda para estar en el lado deseado, la minería debe ser fuente de crecimiento, no el desarrollo el precio a pagar por la minería.

El problema insalvable de la minería a cielo abierto en la alta cordillera Argentina está en una singularidad geográfica expresada por la disposición socio–territorial relativa a su localización: el hecho que una minera con necesidad de uso intensivo de agua, tenga acceso único por su situación estratégica entre los glaciares y la gente, al agua de la que dependen millones aguas abajo. Los avances del Ejecutivo contra la ley de glaciares que prohíbe alteraciones en sus inmediaciones prepara la escena. El mineral se encuentra en zonas periglaciales de la alta cordillera, fuente de ríos que son vía única de acceso al agua para pueblos enteros de los valles bajos con “agricultura de oasis” (regadío en áreas de extrema sequedad anual) en Cuyo y NOA. El uso intensivo del agua y de tóxicos, para separarlo en diques llamados “de cola” en las nacientes, tectónicamente activas, es una bomba de tiempo al margen del uso o no de cianuro. La tragedia de Veladero está demasiado cerca en tiempo y espacio de Uspallata. Cuyo acuífero, que alimenta al río Mendoza, es fuente de agua de un millón y medio de seres y del mayor complejo agro–productivo provincial aguas abajo, no debe ser expuesto a los rigores de las voladuras de roca, o escombreras que liberan partículas contaminantes. 

La inevitable transformación ambiental de una Nación que crece aprovechando su potencial de recursos, arroja ganadores y perdedores. No se trata solo de que los primeros superen a los últimos como criterio de avance, sino de precisar la naturaleza y el grado de fragilidad de la relación que los perdedores tienen con el entorno, arbitrando mecanismos para protegerlos. Dentro de un paradigma que les confiera voz y protagonismo. Procurando una sinergia entre conocimiento y gestión para determinar límites y posibilidades.  No hay beneficio alguno que compense el imposible costo de arbitrarse estos mecanismos para el caso San Jorge. Los mendocinos lo saben y por eso salen. Para que la magia de las acequias, las que les legó el Huarpe para que su tierra florezca de un desierto, hoy no este en venta.

*Geógrafo UBA. Magíster UNY.