ANÁLISIS Y PERSPECTIVA

Anarcoliberalismo

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. Foto: CEDOC PERFIL

El liberalismo clásico, el que puso énfasis en garantizar la libertad del individuo al limitar el poder del Estado, fracasó; la experiencia muestra que, una vez creado, el “Sr. Estado” no detuvo nunca su crecimiento. Las ideas de Adam Smith, John Locke, Thomas Malthus y David Ricardo, recopiladas por John Locke y Montesquieu, fueron útiles desde mediados del siglo XVIII hasta el comienzo del XX, pero los mega estados atentaron contra la libertad.

La escuela austríaca. El pensamiento económico heterodoxo, nacido en Viena a principios del siglo XX, generó una idea superior para terminar con el Estado y recuperar la libertad: el anarcocapitalismo. Es una filosofía política que promueve la anarquía -entendida como sociedad sin Estado- y la protección de la soberanía del individuo, defendiendo la propiedad privada y el mercado libre.

La sociedad anarquista se define como una donde no hay agresión coercitiva contra la persona y sus bienes. El Estado tiene en su propio ser en tal agresión, en la expropiación de la propiedad a través de los impuestos y todas las otras depredaciones y coacciones o invasión de los derechos individuales.

Además, hay que destacar su superioridad metodológica con la Escuela de Chicago. Para Chicago la economía es una ciencia al estilo de la física. Postula proponer hipótesis y testearlas empíricamente para establecer leyes que la evidencia puede probar como falsas. La metodología de Chicago asume así que los seres humanos se comportan con la lógica del átomo. Los austriacos en cambio, afirman que la economía es una ciencia social que merece una metodología distinta a las ciencias naturales; esto convierte el uso de modelos matemáticos en un ejercicio inútil por estar desconectados de la realidad.

Bruno Frey y Hans-Hermann Hoppe. Lo que puede ser considerado una utopía tiene hoy en los economistas citados tal grado de avance que este columnista tiene la esperanza de que, en un futuro, el Estado sea algo del pasado.

Frey desarrolla la idea de que entidades complementarias supranacionales tomen a cargo la provisión de servicios públicos; a cualquiera de estos entes se podrán adherir libremente las personas. Hoppe, por su parte, elabora la idea de la dispersión del Estado en mini entidades territoriales: regiones autónomas no más extensas que Andorra, vinculados por una sola moneda sana, como el oro.

Austrofobia. La sociedad argentina nunca estará suficientemente agradecida a Javier Milei por sus denodados y constantes esfuerzos para explicar la superioridad de la Escuela Austríaca; más aun considerando que debe combatir con la inconsciente austrofobia populista del gobierno.

A diferencia de Chicago, los austríacos no creen que los agregados monetarios deben ser planificados para que el mercado funcione bien. Por eso la escuela austríaca en general rechaza la idea de políticas contracíclicas y descarta la posibilidad de una política monetaria centralizada: el dinero debe ser privatizado y controlado por las leyes de oferta y demanda. También se ve el desprecio, en nuestro gobierno, de los postulados de los de la ciudad de Illinois: se practica hoy una política monetaria anarcopopulista que nos está llevando a la hiperinflación.

Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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