San Pablo de la Cruz: El Místico de la Pasión que Fundó una Congregación para Recordar el Amor de Cristo Crucificado
Fundador de los Pasionistas y místico, San Pablo de la Cruz dedicó su vida a predicar la Pasión. Su carisma central es la memoria del amor de Jesús en la Cruz.
El santoral católico del 19 de octubre conmemora, entre otros, a San Pablo de la Cruz, sacerdote italiano y fundador de la Congregación de la Pasión, conocidos como Pasionistas. Nacido como Paolo Francesco Danei en Ovada, Italia, en 1694, desde joven mostró una profunda piedad, inspirada por la contemplación del sufrimiento de Cristo. Fue un laico durante gran parte de su juventud, intentando incluso la vida militar antes de encontrar su verdadera vocación.
El Apóstol de la Pasión de Cristo
La llamada de Dios fue clara: vivir y promover la memoria de la Pasión. En 1720, inspirado místicamente y vestido con una túnica negra de eremita, San Pablo escribió la Regla de su futura congregación en una pequeña celda. La Congregación de la Pasión de Jesucristo, aprobada en 1741, se enfocó en la vida contemplativa y el trabajo misionero.
San Pablo de la Cruz tenía una intensa vida interior, marcada por éxtasis y visiones. Se le atribuyen numerosos milagros de curación y conversiones, aunque él siempre los minimizó, atribuyendo todo a Dios. Buscaba la humildad y se mostraba reacio a la fama, dedicándose a la predicación con una elocuencia notable.
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El corazón de su espiritualidad se centró en la "Santa Pasión de Jesús", que él consideraba "la obra más grande y estupenda del Amor Divino". Instó a sus seguidores a llevar el recuerdo de la Pasión como un emblema en su vida. Su fervor le valió el reconocimiento incluso de la realeza y el apoyo de obispos para su fundación.
El santo viajó incansablemente por Italia Central, organizando misiones populares con un estilo simple y directo, que tocaba profundamente los corazones de la gente. En sus predicaciones, invitaba a los fieles a meditar en el inmenso amor que Jesús demostró al sufrir por la humanidad. Su mensaje resonó profundamente en el siglo XVIII.
San Pablo de la Cruz murió en Roma el 18 de octubre de 1775, a la edad de 81 años. Su celo misionero, a pesar de sus problemas de salud, nunca disminuyó, dejando un legado de ermitas y comunidades dedicadas a la Pasión. Fue canonizado por el Papa Pío IX en 1867.
La devoción a San Pablo de la Cruz es fuerte, especialmente entre los Pasionistas, que continúan su trabajo en todo el mundo, promoviendo retiros y misiones. Los fieles buscan su intercesión para obtener la gracia de la paciencia en el sufrimiento y un amor más profundo por Cristo Crucificado.
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Una oración común dice: "Oh, San Pablo de la Cruz, concédenos la gracia de meditar y vivir profundamente la Pasión de Jesús, fuente de toda gracia, y de seguir tu ejemplo de entrega y caridad. Ruega por nosotros".
Aunque no hay una iglesia o capilla dedicada exclusivamente a San Pablo de la Cruz en la Ciudad de Buenos Aires, su congregación, los Pasionistas, posee templos y está activa en el país, lo que asegura que su memoria y carisma de la Pasión de Cristo sigan siendo venerados en la ciudad.
En el día de San Pablo de la Cruz, el santoral católico también recuerda a los mártires norteamericanos, los sacerdotes jesuitas San Juan de Brébeuf y San Isaac Jogues, junto a sus compañeros, que sufrieron un cruel martirio en América del Norte, así como a San Pedro de Alcántara.
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