En caso de una emergencia nuclear, estamos en problemas
El simulacro que se hizo en nuestro país se llevó a cabo en cuatro horas, cuando debería haberse hecho en una. Las pastillas de yodo a distribuir se encuentran donde se puede producir la emanación radiactiva. Los ciudadanos no saben qué hacer en caso de peligro. En resumen: frente a una emergencia, Argentina viviría un desastre.
Tanto en Angra Dos Reis (Brasil), como en Zárate (Argentina), se realizó recientemente un ejercicio de emergencia nuclear. El complejo nuclear Almirante Álvaro Alberto alberga las centrales nucleares Angra I, II y III, operadas por la empresa Electronuclear, mientras que el complejo nuclear argentino tiene las centrales nucleares Atucha I y II, operadas por Nucleoeléctrica Argentina.
En Brasil se realizó la 14a edición del ejercicio general integrado de respuesta a emergencias y seguridad física nuclear con la participación de sesenta instituciones civiles y militares, encabezada por la Autoridad Nacional de Seguridad Nuclear. El ejercicio fue comandado desde la sede municipal de defensa civil de la ciudad de Angra Dos Reis.
Según lo informado, en esta simulación se probaron protocolos, se verificó la eficacia de los planes de emergencia y procedimientos de seguridad, se capacitó a los participantes, se identificaron puntos de mejora, se instaló una exposición abierta al público donde se mostraron equipos, materiales y vehículos que integraron la operación y se utilizó por primera vez un sistema de alarma de defensa civil con alertas enviadas por celular a todas las personas ubicadas en el teatro de operaciones de la emergencia conocida como cell broadcast, que permite el envío automático de mensajes.
Casi al mismo tiempo, en Argentina, en los primeros días de octubre se realizó la 43a edición del ejercicio de aplicación del plan de emergencias para cumplir con el requerimiento mandatorio de la licencia de operación que tiene Nucleoeléctrica. Tal como sucedió en Brasil, participaron –además de la empresa y la Autoridad Regulatoria Nuclear– la Municipalidad de Zárate, Defensa Civil de Zárate, Gendarmería Nacional Argentina, Prefectura Naval Argentina, Armada Argentina, Policía de la Provincia de Buenos Aires, Defensa Civil de la Provincia de Buenos Aires, Policía Federal Argentina, Ejército Argentino y la Agencia Federal de Emergencias. También estuvieron la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias, Vialidad Nacional y Ferrocarril General Mitre.
El ejercicio se hizo en cuatro horas de la mañana del jueves 2 de octubre. Comenzó con la simulación de un evento cuya evolución conllevó la declaración de una emergencia nuclear en dos etapas. Una de alerta verde, que implicó llevar a cabo la preparación para las medidas de protección y la implementación de las primeras acciones preventivas; y otra de alarma roja, que supone la emisión de material radiactivo y la ejecución de las medidas de protección preparadas en la etapa anterior.
Para ello se procedió con: la activación y conformación del centro operativo de emergencia nuclear en la sede de la Municipalidad de Zárate; la evacuación de la población por vía terrestre y fluvial, dentro de los 3 kilómetros, hacia la Base Naval Zárate; la puesta a cubierto en las instituciones educativas dentro de los diez kilómetros; el reparto de comprimidos simulados de yodo por vía terrestre y fluvial; el control de accesos terrestres y fluviales dentro de los diez kilómetros; la recepción de evacuados en la Base Naval Zárate; la instalación de portales de detección de radiación en personas y vehículos; la descontaminación de personas y vehículos; el monitoreo de la contaminación interna, y el monitoreo radiológico vehicular y a pie.
El complejo nuclear brasileño se encuentra en un enclave montañoso, en una especie de cajón natural sobre el mar. En cambio, el complejo argentino se encuentra en una pradera (más expuesto a las condiciones del viento y del clima) sobre el Paraná de las Palmas; es decir, la Hidrovía. Esta razón hace que cualquier incidente nuclear aquí pueda tener un impacto de envergadura incomparable con respecto a Brasil. Es la peor emergencia que pueda sucederle a la Argentina. Inmovilizaría el comercio exterior de granos desde Zárate hacia el Norte. Ningún buque podría entrar ni salir.
Por otro lado, los vientos rotan. Tienen diversa intensidad. No hay montañas que puedan contener una nube radiactiva. En el momento que se dio la alerta roja el viento tenía dirección noroeste y una intensidad de 16 km/h. Cualquier emisión nunca hubiera ido hacia el lugar donde se desarrollaron las actividades (el pueblo de Lima, con 13.800 habitantes). Hubiera ido hacia la ciudad de Zárate, que se encuentra a 20 kilómetros lineales del complejo nuclear, con 90 mil habitantes, en un tiempo de un poco más de una hora. Ese hubiera sido el tiempo de reacción real.
El simulacro nada tiene planificado si en vez de un incidente que permite tener un tiempo de preparación se tiene un accidente, un sabotaje, un atentado o ataque que no da ese tiempo. Tampoco contempla la variabilidad de las condiciones climáticas predominantes (viento o lluvia) y que la emisión radiactiva pueda ser persistente y de envergadura. Ni la ciudad de Zárate, ni el pueblo de Alsina (en el Partido de Baradero), ni la ciudad de Ibicuy (en la provincia de Entre Ríos) están preparadas para una eventual emergencia nuclear.
Teniendo la Hidrovía semejante vulnerabilidad, no se planea una vía alternativa sobre el Paraná Guazú que, si bien también puede ser sujeto a una emanación radiactiva, se encuentra más alejada que el brazo del Paraná sobre el cual está el complejo nuclear. No hay una planificación realista del manejo fluvial de la Hidrovía ante un evento como este. Ni siquiera se contempla la posibilidad de que haya buques irradiados. Dentro del radio de cinco kilómetros a las centrales hay puertos que no participaron del ejercicio y no se tiene protocolo alguno para ellos.
El ejercicio no mide los tiempos de reacción de los organismos con responsabilidad de intervenir; es decir, cuánto tardan en llegar al teatro de operaciones. Ni siquiera la preparación de la sala de comando y control para esta medida. Hoy se realiza en el salón de actos de la Municipalidad de Zárate, un lugar no acorde al evento. Todo se hace para montar un show. No para medir la capacidad de respuesta ante una emergencia nuclear.
Tampoco el teatro de operaciones en el radio de diez kilómetros está preparado para la emergencia. Cincuenta y un años desde la instalación de la primera central no fueron suficientes para tener un teatro de operaciones de la emergencia con infraestructura acorde a tal evento posible y probable. No hay un código de planeamiento municipal que contemple restricciones al crecimiento urbano. No hay un protocolo de construcción que haga hincapié en los cerramientos y la hermeticidad de tanques de agua, entre otras medidas. Se alienta la instalación de nuevos barrios e incluso hay barrios populares (villas miserias), con calles de tierra, que no deberían existir habiendo centrales nucleares cerca.
La vulnerabilidad en algunos casos es extrema, en especial si se contempla un evento en tiempo de lluvia. La Ruta Provincial 038 necesita pavimentación en un tramo de tan solo ocho kilómetros. La ruta asfaltada que conecta las centrales nucleares con la Ruta Nacional 9 necesita mantenimiento urgente. Hay población y hasta una escuela rural dentro del radio crítico, que quedarían aisladas e imposibilitadas de ser evacuadas si el evento se produjera después de lluvias o con lluvia en el transcurso del mismo.
No es lo mismo si un evento como este se produjera un día laboral que un fin de semana. De noche o de día, de mañana o de tarde. En verano, primavera, otoño o invierno (los factores temporales y climatológicos inciden en la peligrosidad radiactiva de la emanación, su rumbo y área de afectación). No se toma en cuenta si es temporada de descarga de granos en puerto o no. Nadie parece saber cuál es el movimiento vehicular en la zona ni las personas asentadas en un radio crítico más allá de los tres kilómetros.
Las estaciones fijas de control de radiación en la atmósfera son insuficientes y no contemplan radios y direcciones posibles y probables según la rosa de vientos del lugar. Nada se analiza meticulosamente tras el ejercicio sobre este tipo de situaciones y las necesidades de infraestructura y regulación que son indispensables y, por supuesto, nada se recomienda al respecto al municipio de Zárate, ni a los municipios aledaños, ni a la provincia de Buenos Aires, ni a la provincia de Entre Ríos. El Estado nacional tampoco toma nota de las acciones relevantes y las inversiones que tiene que hacer o promover ante un evento como este en el teatro de operaciones y en los organismos intervinientes a su cargo. No hay una modelización computacional del evento posible y probable, y su impacto. Debería hacerse con solvencia científica en base a los datos disponibles y por investigar para poder tener un instrumento de planificación y llevar a cabo de manera más realista ejercicios de gabinete.
A diferencia de Brasil, el sistema de alerta a la población se hace con radios FM locales que no garantizan ser efectivas para una emergencia de este tipo. Tampoco está previsto el manejo del pánico en la población ni la congestión de calles y rutas utilizadas como vías de escape. La gente no sabría hacia dónde ir porque no hay un centro de evacuados a treinta kilómetros de las centrales, ni tiene un sistema de alertas y mensajes como el brasileño. Si un evento climatológico provocara el corte de la distribución eléctrica en el radio de los diez o veinte kilómetros nada está planificado. No hay alternativas. En el partido de Zárate la red de distribución eléctrica (concesionada a una cooperativa) es frágil y de mal servicio, en especial ante condiciones de lluvia y viento levemente fuertes. Si nada está previsto en un radio de veinte a treinta kilómetros, menos está siquiera pensado a distancias mayores, como por ejemplo: en la zona norte del AMBA (es decir: a cincuenta o a ochenta o a cien kilómetros lineales del complejo nuclear).
Las pastillas de yodo a distribuir en la población se encuentran en el lugar donde se puede producir la emanación radiactiva. Sería inútil su distribución. Estarían contaminadas. En cuanto al equipamiento y los medios a utilizar, hay mucho por mejorar y adquirir. Llamó la atención la no utilización de helicópteros en el ejercicio y la preferencia de utilizar barcos, que son medios más lentos. Tener gendarmes a caballo puede ser muy vistoso, pero no es lo recomendable para una emergencia nuclear. Claramente, los agentes civiles, policiales y militares intervinientes no tenían vestimenta adecuada en cantidad. Solo unos pocos la tenían. No hay un stock previsto adecuado.
La responsabilidad del manejo de una emergencia como esta (según el marco legal vigente) recae en la Autoridad Regulatoria Nuclear, no en la empresa Nucleoeléctrica, porque esta tiene total responsabilidad operativa desde el perímetro de la planta hacia adentro.
Siempre el primer muro de contención de un evento de este tipo está dentro de cada planta nuclear. Pero habiendo una posibilidad, y aunque las probabilidades de ocurrencia sean bajas, siempre se debe planificar y prepararse para el peor escenario posible en el teatro de operaciones por fuera de planta, porque es allí donde está la población. Nunca para el más leve e insignificante. En ese sentido, este ejercicio realizado no observa este criterio. Se ejecuta como si fuera un ítem de una planilla dado por cumplido para ser presentado ante la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Es importante tomar nota de que la financiación del ejercicio que se realiza por fuera de planta no debe provenir de la empresa Nucleoeléctrica. Debe tener un fondo específico en el presupuesto anual de la Autoridad Regulatoria Nuclear y de la Agencia Federal de Emergencias. Hoy esto no se cumple y es una de las cosas más importantes a cambiar a partir del Presupuesto Nacional 2026.
Cabe destacar que cuando el gobierno nacional tiene planeado privatizar parte del paquete accionario de Nucleoeléctrica, es prioritario fortalecer profesional, institucional y presupuestariamente el ente de regulación y control del Estado para asegurar altos estándares de safety & security dentro de las instalaciones de la empresa y fuera de ella en un radio prudente alrededor de sus plantas nucleares ubicadas en las provincias de Buenos Aires y Córdoba (conforme la experiencia internacional y el marco regulatorio). Este ejercicio muestra hoy que hay muchas cosas para cambiar.
Brasil muestra más seriedad y más inversión pública para una misma emergencia. Este evento tiene que ser considerado como uno de los riesgos más graves en la seguridad nacional del país. ¿No es hora de hacer las cosas de otra manera?
*Ingeniero, magister en Defensa Nacional.
También te puede interesar
-
Bolsonaro presente, pero necesita reemplazo
-
Lula 2026: entre el “escenario Biden” y el “efecto Moby Dick”
-
Hernán Santa Cruz y la democracia como derecho humano
-
Un siglo de informalidad urbana en América Latina
-
Crimen organizado: desafío a las instituciones democráticas
-
Iniciativas que protegen y trasforman el medioambiente
-
Negacionismo climático en auge
-
Trump como símbolo de un orden en disputa
-
La obesidad: impacto de una crisis en aumento
-
Los adultos mayores no quieren hogares de ancianos