Día 597: El dilema del PRO y la tiranía de su electorado
Un partido que dice defender la institucionalidad de la república no puede estar con un presidente que gobierna a través del veto. Sin embargo, se antepone la idea del antikirchnerismo en el electorado del PRO, como un fantasma de eterno retorno.
Parece que a pesar de los cambios políticos que llegaron con la irrupción de Javier Milei, la principal delimitación de la política argentina sigue siendo la más vieja de todas: entre el peronismo y el antiperonismo. Quizás eso esté detrás del acercamiento del PRO a la Libertad Avanza que puede significar su autoaniquilamiento como partido.
Primero, Raúl Alfonsín y luego su hijo Ricardo señalaron que el problema que trae el radicalismo desde hace muchos años en la base de su identidad es el antiperonismo. Si uno recorre el derrotero de la Unión Cívica Radical se encuentra con que el radicalismo, en tiempos de la vuelta a la democracia, estaba a la izquierda del peronismo con una clara identidad de condena a las Juntas Militares y avance de derechos civiles, mientras el PJ defendía la amnistía con los militares y la tradición familiar católica, el radicalismo impulsó el juicio a las juntas y la legalización del divorcio.
Esto fue cambiando hasta los días de hoy, en los que el radicalismo está claramente a la derecha del peronismo. Inclusive existen los llamados “radicales con peluca", cercanos a Javier Milei, quien considera que Carlos Menem fue el segundo mejor presidente después de él mismo, algo completamente impensado en otros años.
Es decir, cuando el peronismo se va a la derecha como en 1983 con Erminio Iglesias, que quemaba el cajón, el radicalismo -o todo lo que no es peronismo- se va al progresismo con Alfonsín. Cuando el peronismo se va a la izquierda con el kirchnerismo, como fue en el 2003, ya no solo el radicalismo, sí que ahora todo el panradicalismo, se va a la derecha como ahora primero con el PRO en 2015 y aún más a la derecha con Milei en 2023.
Si el radicalismo y la Coalición Cívica de Lilita Carrió se fueron con el macrismo impulsados por su antiperonismo más que por sus banderas republicanas y defensa de la honestidad, el PRO parece virar a la derecha para dejarse prácticamente absorber por La Libertad Avanza, impulsado por la misma reacción de su electorado.
Si bien por ahora el acuerdo entre el macrismo y los libertarios en la Capital Federal no fue firmado, todos los trascendidos en los medios de comunicación señalan el inicio de un primer entendimiento. De hecho, este acuerdo ya tiene elementos de acuerdo nacional. Esto explicó Cristian Ritondo hace apenas unas horas en el programa Primera Data de Radio Perfil. “Queremos ir juntos en la mayoría de las provincias. Mi voluntad personal como presidente del partido en la provincia es que haya un acuerdo en la Ciudad de Buenos Aires y en todos los distritos que se pueda”, dijo el diputado.
Esa esa no es la situación en el caso del PRO de Chubut, en donde su gobernador integró la Liga de Provincias Unidas, ni tampoco el caso de los que eran gobernadores de Junto por el Cambio, que fueron juntos en la elección de 2023 por el radicalismo, como el caso del gobernador de Jujuy y más fundamentalmente el del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que cuando ganó Mauricio Macri llamó para felicitarlo tomando su triunfo como propio.
Para Milei, "si la gente no llega a fin de mes" la calle "tendría que estar llena de cadáveres"
¿De dónde surge tanto odio al kirchnerismo que después de dos años fuera del poder y con Cristina Kirchner presa, que probablemente se va a quedar sin ningún bien registrado, aún sigue siendo la principal delimitación de la política argentina y la amenaza de su vuelta es la principal causa del sostenimiento de Milei?
Es interesante ver algunas muestras de este antikirchnerismo presente en los argumentos de políticos de diferentes procedencias. El dirigente radical Rodrigo De Loredo dijo en una entrevista en LN+ en mayo: “Tenemos que hacer un frente para que no vuelvan los kirchneristas. El radicalismo con su federalismo, su despliegue territorial y su apego por las instituciones, el PRO con su aporte de gestión y La Libertad Avanza con su capacidad casi de shock para lograr una estabilización económica”.
Es interesante porque hace dos años que el kirchnerismo no gobierna. Y podíamos decir que los 4 años de Alberto Fernández estaban marcados porque Cristina Kirchner no podía ella sola alcanzar la presidencia y tuvo que colocar a alguien que la había criticado para poder llegar al gobierno, sumando a todo el peronismo que no era kirchnerista. E incluso hoy el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el principal candidato del peronismo a nivel nacional se pelea con el hijo de Cristina, con la propia Cristina y no aprobó la presidencia de la expresidenta frente del partido peronista antes de ir presa.
Quien fue candidata a legisladora porteña por el PRO, Silvia Lospeanatto, expresó en Infobae este año: “La Libertad Avanza confundió el adversario político. Pelea contra el PRO y no contra el kirchnerismo. Eligen pelear contra el partido que los ha acompañado en todo. Nosotros creemos que el kirchnerismo es lo peor que le pasó a la Argentina”.
Es una competencia por quién es más antikirchnerista. Es interesante cuando Lospennato dice que le parece que encontraron todo prolijo en el gobierno de Alberto Fernández. Vale decir que no, que el único que tiene problemas es Alberto Fernández. A lo que se está refiriendo de una manera irónica la diputada es que hay muchas sospechas de que La Libertad Avanza fue ayudada en su financiamiento por el gobierno nacional, que en ese momento era Sergio Massa, para casualmente dividir al PRO.
Esa estrategia le salió muy mal porque en lugar de dividir al PRO, cosa que lograron, lograron crear un candidato que terminó siendo peor para el peronismo que lo que hubiera sido el candidato del PRO. Por eso se supone no hay ninguna denuncia sobre hechos de corrupción en los últimos dos años del gobierno anterior, que fueron los que condujo Sergio Massa, no Alberto Fernández, dado que el Ministerio de Economía y todo lo que tenía que ver con el kirchnerismo estaba bajo la conducción de Sergio Massa, que de hecho fue el candidato a presidente en 2023.
Otro hecho interesante es cómo opera esto en el propio oficialismo libertario. Durante la campaña, el blanco de Milei era todo el sistema político, “la casta” en sus propios términos. Inclusive, hablaba de “comunistas”, “colectivistas” o “zurdos”. Evidentemente, el enojo de la sociedad con el kirchnerismo sigue tan vigente que el Gobierno -probablemente el oficialismo con mejor capacidad de comunicación de los últimos años- tomó nota y cambió el eje de su campaña.
De cara a las elecciones de este año, su discurso empezó a mutar para enfocarse efectivamente en el kirchnerismo. Ya no se trata de “la casta”, porque absorbió a políticos del PRO, del radicalismo y de los partidos provinciales. “El verdadero enemigo es el kirchnerismo. Esto es kirchnerismo o libertad”, dijo Karina Milei en el acto de presentación de la alianza entre el PRO y LLA.
¿Qué entra dentro del significante vacío de “kirchnerismo”? ¿Es una metonimia de “peronismo”? ¿Somos los medios que fuimos críticos con el kirchnerismo los principales culpables de este odio? ¿Hay algo de la táctica populista de buscar permanentemente enemigos que haya desencadenado esta aversión de casi la mitad del país?
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Tal vez podemos tratar de entender una mecánica de los hechos en este sentido. El núcleo de la teoría que el kirchnerismo tiene del poder es la populista de Ernesto Laclau, que mil veces hemos citado en estas columnas. Como plantea en su libro “La razón populista”, las necesidades de la sociedad son heterogéneas entre los distintos géneros, edades y niveles socioeconómicos. Un gobierno populista las unifica mediante la homogeneización de actores distintos en una noción de común de “pueblo”, que sería su significante y naturalmente las explica a través de la construcción y demonización de un enemigo. De esta manera, todos los problemas de la sociedad son culpa de “la oligarquía”, los “poderes fácticos”, los Estados Unidos o “la corporación mediática”.
Creo que este hecho puso a los medios en una oposición furiosa porque los ubicó como parte de ese enemigo del pueblo, según la perspectiva kirchnerista. Mientras el kirchnerismo tenía estabilizada la economía, esto no le hizo mella. Cuando el modelo empezó a tener problemas, las denuncias de corrupción del periodismo, particularmente de grandes periodistas como Jorge Lanata en Canal 13, fueron “dándole letra”, por así decirlo a la sociedad. Los grandes escándalos de corrupción kirchneristas hicieron generar un descrédito en las ideas que defiende, haciéndolas parecer una simple fachada para tapar un entramado delictivo. De esta manera, es natural que haya un auge de las ideas opuestas, más vinculadas a la derecha y el liberalismo económico.
Además, al principio, el kirchnerismo envalentonado por sus primeros éxitos tuvo una actitud hegemónica, con llamado “vamos por todo” de Cristina Kirchner. Esto unió a diferentes actores, primero en UNEN, una opción más centroizquierdista, que juntaba a los socialistas y a los radicales. Luego en Cambiemos, en donde el Partido Socialista y Pino Solanas se van y el PRO consigue que se reúna la Coalición Cívica y los radicales.
Según el politólogo Larry Diamond, uno de los máximos referentes en estudios sobre democracia contemporánea, la corrupción es una fuerza corrosiva que mina los cimientos del orden democrático. “No hay nada más tóxico para la democracia que la corrupción”, dijo en su visita a la UNSAM. Cuando los ciudadanos ven que los funcionarios usan el poder para enriquecerse, manipulan contratos o compran voluntades, no solo se indignan con los culpables: pierden la fe en el sistema entero. O sea, en la democracia.
Este deterioro en la confianza abre una grieta peligrosa: la de la desafección democrática. Para Diamond, cuando el ciudadano deja de creer que el sistema puede autorregularse y castigar a los corruptos, comienza a aceptar soluciones por fuera de la lógica institucional. Es entonces cuando emergen los outsiders, los candidatos “de mano dura”, los supuestos “incorruptibles” que, en nombre del orden y la eficiencia, prometen limpiar todo arrasando con las formas democráticas. Así es como, sostiene Diamond, se abre la puerta al autoritarismo electoral: una forma de autocracia que nace en las urnas pero que, una vez en el poder, destruye los contrapesos, persigue a la oposición y reescribe las reglas de juego a su favor. Él incluso habla del unitarismo presidencial en países como Estados Unidos, con más tradición federal.
El Gobierno del Frente de Todos, que dilapidó gran parte de su capital político en la gestión de la pandemia con la fiesta de Olivos, representó también un gobierno sin soluciones económicas. La inflación desbordada, en donde se defendían ideas como que la emisión no generaba inflación, terminó haciendo virar a buena parte del electorado que ya era antikirchnerista hacia posiciones más extremas.
De esta manera, primero los medios y luego el sistema político se adelantaron al cambio de humor social y luego, no hacen más que seguir su tiranía. Terminan siendo rehenes de la construcción de humor social que hicieron. Esto vale tanto para los políticos, como para los medios de comunicación. "No hay bonaerense que nos haya encontrado en la calle y no diga 'vayan juntos'”, dijo Ritondo en este sentido. Todo parece indicar que en la provincia de Buenos Aires les va a costar al 40%. Es decir, la mayoría de los bonaerenses no sólo no quieren que vayan juntos, sino que no los quieren ni juntos ni separados.
Un partido que dice defender la institucionalidad de la república no puede nunca estar con un presidente que gobierna a través del veto y los decretos. Sin embargo, lo que termina pesando, como siempre, es la idea antikirchnerismo de su electorado, como un fantasma de eterno retorno. Tal vez con los medios sucede lo mismo. En ese sentido, es fundamental el trabajo de colegas de medios como Clarín o La Nación, que critican al Gobierno con datos chequeados y análisis serios, y no las fake news que aparecen en las redes sociales.
Cuentan que a Hitler le dijeron en 1933 que tenía que atender a los corresponsales extranjeros y que tenía que llevarse bien con los medios locales porque los corresponsales extranjeros leían los medios locales y luego reflejaban en el mundo la imagen que reflejaban los medios locales. Si él se peleaba con los medios locales y estos transmitían una imagen negativa de él, eso iba a reflejar en su imagen internacional.
Finalmente, los hechos demostraron que aquellos que le dieron ese consejo tenían razón, porque parte de la unión de los aliados en contra de Hitler tenía que ver también con la imagen que Hitler fue creando progresivamente. Esto obviamente no quita nada de los hechos gravísimos que cometió Hitler. Me estoy refiriendo a la primera parte del gobierno de Hitler.
Milei, al igual que el kirchnerismo, tiene una táctica de construcción de poder populista, pero fue más inteligente y no eligió a los medios como enemigo, si no a periodistas en particular. Esto hace que haya una buena parte de los medios que aún lo acompañan a pesar del maltrato a sus periodistas. Los medios internacionales construyen su idea de lo que pasa en otros países a partir de la consulta de los medios locales. Por esta razón, Milei tiene mejor imagen en el exterior de lo que la tiene en su país, donde cosecha un fuerte rechazo de la mitad de la sociedad argentina.
Ahora, la principal dirigente del Partido Conservador de Inglaterra, Kemi Badenoch, manifestó que Javier Milei es “un modelo a seguir” y frente a la repregunta sobre si Inglaterra necesita “un mandatario como el argentino”, respondió con un contundente “sí”. Además, Badenoch halagó la honestidad de Milei con sus votantes sobre la necesidad del ajuste que hay que hacer y los problemas económicos que enfrenta el país. Es decir, el “no hay plata”.
Esto es muy novedoso, porque Argentina es un país muy secundario con respecto a Inglaterra y Milei se volvió una celebridad mundial. Un artículo publicado en El Cronista este lunes por Rosendo Fraga en el que menciona, con ironía, que los conservadores en Gran Bretaña pasaron de tener a Margaret Thatcher a ídola a tener a Milei como referente.
Por otro lado, es interesante como Nigel Farage, la nueva estrella de la extrema derecha británica está dinamitando el bipartidismo en en Inglaterra, su propia cuna. Esto puede generar un movimiento similar a Argentina, donde este personaje, impulsor del Brexit, puede salir primero en las elecciones y dejar tercero al Partido Conservador. O sea, más o menos lo que sucedió en la Argentina. Que el partido más de extrema derecha, que nunca existió en Gran Bretaña salga primero, los conservadores salgan terceros y segundo el Partido Laborista. Podríamos hacer una comparación de que los conservadores son el PRO, el partido laborista es el peronismo y que este nuevo partido sería La Libertad Avanza.
Sin embargo, es lícito preguntarse ¿su táctica populista terminará generando lo mismo que Cristina Kirchner? ¿Su permanente enfrentamiento con periodistas terminará generando un enfrentamiento con los medios? Por lo pronto, varios medios siguen, al igual que buena parte de la sociedad, tomados por el antikirchnerismo, pero también es lícito preguntarse: ¿en algunos años será el antimileismo lo que determine la política argentina?
Esperemos que no, que terminemos con el péndulo de solo votar en contra de lo que rechazamos y que empecemos a construir una democracia por la positiva. Por lo que nos gusta de un candidato, y no por lo que rechazamos de la alternativa. Mientras tanto, para evitar este eterno retorno de construir una democracia en base al rechazo de lo anterior, hay que ser valientes frente a las audiencias y los votantes. Tenemos que construir medios y discursos políticos que no busquen simplemente conformar cognitivamente a sus destinatarios si no hacerlos reflexionar.
TV/ff
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