El dólar barato gana elecciones y sus consecuencias negativas tardan en percibirse, sostuvo Hernán Letcher
El economista señaló que el objetivo del gobierno de Javier Milei es aplicar un modelo de apreciación cambiaria "insostenible" que "sepulta la industria y deja a la mitad de la gente afuera".
Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), indicó que el objetivo del gobierno de Javier Milei es llegar a las elecciones legislativas de octubre con un “dólar electoral” bajo para reducir el riesgo país y permitir el endeudamiento hasta el ingreso de divisas por exportaciones. Sin embargo, advirtió que este modelo “sepulta la industria y deja a la mitad de la gente afuera”. “El problema principal es que necesitan que nadie quiera sus dólares”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Hernán Letcher es economista y director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Fue concejal y precandidato a intendente por el peronismo en San Martín, en el Conurbano bonaerense. Es contador público por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y magíster en Economía Política de FLACSO. Es docente de la UBA, la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad Nacional de Avellaneda. En un análisis reciente de la política económica del gobierno nacional, Letcher dijo: "Les importa llegar a las elecciones y después, si te he visto, no me acuerdo”.
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Lo que decís es que, después de las elecciones, agarrate Catalina…
Sí, lo que yo sostengo es que el modelo, así como está planteado, se hace insostenible. Se hace insostenible porque no está resuelta la cuestión de fondo. ¿Cuál es la cuestión de fondo que tensiona sobre un modelo de este tipo? En un modelo con un nivel de apreciación como el que tenemos hoy es el frente cambiario. Ayer salieron los datos del Intercambio Comercial Argentino, el ICA, que es exportaciones menos importaciones. Dio 200 millones de dólares de saldo comercial superavitario para el mes de abril. Doscientos millones de dólares es nada. Puede serlo para una persona individual, pero para la Argentina, el año pasado ese mismo dato había sido de cerca de 2.000 millones de dólares. Es el 10% de lo que significó.
¿Cuánto fueron las importaciones y las exportaciones? Porque supongo que lo que sucedió es que las importaciones aumentaron notablemente.
6.600 millones cada una aproximadamente. En el caso de las importaciones hay un segundo dato muy ilustrativo de la dinámica de la economía, que es que efectivamente se incrementaron. Las que se incrementaron más son las que hablan de la desindustrialización de nuestro país: 80% fue el incremento de importaciones de bienes de consumo final, contra apenas un 10% de bienes intermedios, es decir, productos que pueden ser insumos para la producción. Pero el problema es que no está resuelto quién financia el modelo en términos de dólares. Lo digo porque si entonces no es la balanza comercial —es decir, las exportaciones no me dejan los dólares suficientes como para financiar el modelo—, ¿cómo estoy haciendo para sostener este tipo de cambio? Lo estoy haciendo inyectándole dólares del blanqueo, dólares de la gente. Luego fue inyectándole dólares del repo. Luego fue inyectándole dólares del Fondo Monetario Internacional.
Ahora el ministro y el Presidente quieren que sea inyectando dólares nuevamente de la gente de abajo de los colchones o incluso del dinero narco, mal habido, de cualquier persona del mundo. Lo cual es, francamente, traumático. Esto habla de que no importa absolutamente nada porque si son conscientes de que necesitan inyectar dólares porque si no la rueda no funciona. El problema es que uno se para ahí un segundo y dice: “Si esto es así, salvo que yo todo el tiempo inyecte dólares, ¿cómo funciona la cosa?”. Bueno, pasa lo contrario. Pasa que todos vamos a ver que no hay dólares suficientes y vamos a actuar en consecuencia. Este es un gran problema que, en parte, lo vimos antes del acuerdo con el Fondo, y que derivó en el acuerdo con el Fondo.
Está a todas luces claro que el Gobierno no quería que el acuerdo fuera de esas características en ese momento. Hubiese preferido que fuera más cercano o después de las elecciones. ¿Y qué pasó? Todos estábamos viendo que los dólares no alcanzan, y entonces el importador adelantó importaciones, el exportador atrasó las exportaciones, se dio vuelta la lógica del carry trade, y todos los días perdías dólares. Según esto que estoy describiendo, uno podría decir: “Bueno, pero tenés los dólares del Fondo, ahora está resuelto”. No. Seguimos discutiendo.
¿Cómo juegan allí las exportaciones primarias? Con un petróleo a menos de 60, una soja por debajo del promedio normal, el precio de las commodities está sufriendo respecto de lo que fue el promedio en el pasado. ¿Sería distinta la situación el año próximo si se recuperasen los precios de la energía y las commodities alimenticias?
Sí, claro. La Argentina es exportadora de commodities, así que, si los precios de los commodities están elevados, a la Argentina le conviene. En dólares, y diría también en pesos, por los derechos de exportación que capta. A la inversa: si el proceso se da como sucedió luego de la imposición de los aranceles de Trump, el petróleo, por ejemplo, bajó a los 60 dólares el barril. Eso a la Argentina no le conviene, al menos en ese aspecto. Quizás eso le podía convenir si, en última instancia, Estados Unidos logra su objetivo, como bajar la tasa de interés, por el frente de la deuda que tiene la Argentina, eso te convendría. Pero la caída de los commodities te pega sensiblemente en esta ecuación.
Dicho todo eso, uno debe decir que la Argentina, en última instancia uno puede aspirar a tener una inyección de dólares significativa en 2030, por ejemplo. Es decir, vos tenés Vaca Muerta y tenés el triángulo del litio que necesitan de inversiones. Si esas inversiones se realizasen, podrías aspirar a que en algunos años la ecuación de fondo —el fundamental, decimos en economía, del frente cambiario— tome otro color. En un momento se planteó el fenómeno de la enfermedad holandesa, que es exactamente lo contrario de lo que pasó históricamente en la Argentina: que te sobren dólares y que se te aprecie el peso, y los problemas derivados de eso. Te imaginarás, en términos industriales, lo que significa. Algunos se adelantaron y creían que ya el año pasado estábamos así. Uno podría decir que la Argentina, o la política del Gobierno, se comporta como si estuviéramos en ese momento cuando no lo estamos. Esto es un gran problema.
¿Qué pensás que está en la cabeza de Luis Caputo en noviembre de este año?
El único objetivo de Caputo y del Gobierno es llegar a las elecciones con un “dólar electoral” y una inflación que arranque con uno. Si yo tuviera que hacer un ejercicio para tratar de interpretar qué quieren hacer, es eso para intentar generar una especie de shock de confianza, que reduzca el riesgo país por debajo de los 500 o 400 puntos, y que con eso puedan “rolear” la deuda. En la cabeza del Gobierno, la lógica es la siguiente: es verdad que los dólares no son nuestros, pero si nosotros tenemos un riesgo país de 300 puntos, nadie me los vendría a pedir, con lo cual yo podría llegar al 2030, donde empalmé con ese flujo de ingreso de dólares adicionales. Para que eso suceda, primero tendría que haber inversiones cuando tengas ese flujo de dólares, pero el RIGI no te obliga a hacerlo.
Después, me parece que hay una cuestión temporal muy importante que el Gobierno acelera en clave electoral. Yo pongo una línea en las elecciones, porque está pensado todo desde esa lógica. Desde noviembre en adelante, si el Gobierno tiene un buen escenario electoral, imagino que tendrá preparado el desarme de varias cosas y el cumplimiento de varias obligaciones con el Fondo Monetario Internacional. Por ejemplo, la liberación de las tarifas. Esto está escrito en el acuerdo con el FMI, y tiene fecha: diciembre de este año. De hecho, la Argentina, desde principios de año, tiene prácticamente congeladas las tarifas, a contramano del discurso libertario. Yo no digo ni que esté bien ni que esté mal. Lo que digo es que va a contramano de lo que han sostenido históricamente los libertarios, y lo aplican en tarifas, en naftas, en medicamentos, en prepagas y en transportes. Hay un congelamiento virtual de la mitad de los precios de la economía que, uno podría decir, tienen regulaciones.
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A ver si lo puedo sintetizar de manera didáctica, bien para la audiencia. El futuro depende de que el riesgo país baje a tal punto que el país pueda endeudarse y construir un puente hasta que las nuevas exportaciones mineras y de energía generen la cantidad de dólares suficientes. ¿Esa sería la síntesis?
Sí, ese es el objetivo del Gobierno.
Ese es el plan del Gobierno: bajar el riesgo país a tal punto que permita endeudarse, para que haya un puente hasta que las exportaciones superen las importaciones —aun con las importaciones creciendo—. Si tiene éxito después tiene efectos secundarios negativos, como por ejemplo la industria. Pero el éxito para ellos es ese.
Sí, eso está muy bien. El modelo no es un modelo industrial en la cabeza de Milei. Es un modelo de apreciación cambiaria que sepulta la industria y deja a la mitad de la gente afuera. No hay muchas dudas al respecto. Es decir, el éxito de todo lo que estamos planteando va en esa sintonía y tiene como objetivo llegar a ese momento para poder sostener ese modelo a lo largo del tiempo. Más allá de que uno no comparte ese modelo de país, en el mientras tanto, uno podría preguntarse cuál es el problema. Para mí, el problema principal es que necesitan que nadie quiera sus dólares en ningún momento, y ya no hablo solo del Fondo Monetario. Porque vos usaste la plata de la gente y del blanqueo, y necesitás que no solo esas personas, sino que los agentes económicos creamos todo el tiempo que el dólar no solo no se va a mover, sino que hasta va a tener una tendencia a la baja. Y allí el carry trade.
Vamos a suponer que logran lo que sería el modelo clásico de Milei, que es dólar bajo. Se viene escuchando mucho en estos días, después de la elección del domingo, que con dólar bajo el oficialismo gana las elecciones. Si lo logran, eso, más tarde o más temprano, genera una cantidad de damnificados por el aumento de la desocupación. ¿En qué momento lo que gana elecciones por el dólar bajo termina haciendo perder las elecciones por el dólar bajo, como sucedió al fin de la convertibilidad?
No lo sé. Es una pregunta que hay que responder en clave sociológica. Porque evidentemente los resultados electorales, en buena medida, tienen un fuerte componente vinculado a la cuestión material y económica, pero no lo es todo, está claro. A mí me da la impresión de que el proceso de deterioro industrial, con despidos, con poder adquisitivo que no se recupera y que va con una tendencia a la baja indeclinable —aunque más leve que la que podrías tener en otros momentos, pero a la baja al fin—, tarda mucho en generar un cambio de simpatía en la sociedad. Me da la impresión de que estos procesos van acompañados de un esquema de fragmentación de la clase trabajadora o de la gente con ingresos, en el sentido de que hay dos comportamientos muy fuertes y muy diferenciales.
Una persona que gana 30 millones de pesos, que vive con tres o cuatro, y ahorra 25 o 26, esos 25 o 26 millones de pesos valen el doble en dólares desde que llegó Milei. Está feliz. Ahora, el que está en los 3 millones, que gasta todo para comer y vivir, está enojado porque compra 10 o 20% menos que antes. Eso te parte la sociedad a la mitad. Ese proceso a veces es aspiracional para el que está abajo, entonces decís: “Si yo mañana gano 5, 8 o 10, quizás paso a estar del otro lado, y me puedo ir al exterior”. Me parece que ahí hay una profundidad en ese proceso de transformación que es difícil de medir, y que permite que parte de estos procesos se sostengan en el tiempo, a pesar de lo dañinos que son para una sociedad en términos de inclusión.
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