EL LEGADO DE FRANCISCO

La hija de quien le enseño a Francisco ideas de izquierda y terminó desaparecida

Ana María Careaga se refirió a la relación de su madre, Esther Ballestrino de Careaga, con el papa Francisco y recordó que ella le enseñó a reflexionar sobre la política internacional.

Ana María Careaga Foto: UNCUYO

Ana María Careaga, hija de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo Esther Ballestrino de Careaga, contó detalles de la relación de su madre con Jorge Bergoglio. “El denominador común fue el compromiso humanitario”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).

Ana María Careaga es doctora en Psicología, psicoanalista, profesora de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Atlántida, y coordinadora del Programa de Psicoanálisis y Derechos Humanos de la Facultad de Psicología y el Hospital de Clínicas. Es hija de Esther Ballestrino de Careaga, una bioquímica que fue jefa de Jorge Bergoglio en su juventud y que luego sería secuestrada y desaparecida por la dictadura militar. 

Me gusto realmente hablar con usted. Nosotros, aquí en la introducción, contamos además la vida de otra persona: la de Esther Ballestrino. Dirigente paraguaya, militante política. Me gustaría que usted nos contara la relación de su madre con el Papa Francisco, y lo que tuvo que ver él con este tema.

La relación que tuvo con él fue porque fue su jefa, como él mismo lo cuenta, en un laboratorio de análisis industriales, donde él fue a hacer su práctica técnica del colegio, a los 16 años, todavía no había cumplido 17. 

Y ella le enseñó la cultura del trabajo, que él lo dice, porque él cuenta una anécdota: que ella lo mandó a hacer unos análisis, él se los entregó y ella le dijo: “Qué rápido que me trajiste el resultado”. Y él dijo: “Lo que pasa es que salen todos igual, y por eso lo repetí”. 

Y ella le dijo: “No, tenés que hacerlo bien”. Y le pidió que lo hiciera de nuevo. Y por eso él dice que le enseñó la responsabilidad en el trabajo. Evidentemente, por todo lo que cuenta él de ella, le dejó una huella imborrable.

Cuando tuve la oportunidad de conversar con el papá, él me hacía referencia a Esther. Estamos hablando de un papá que debía tener, en ese momento, no sé, 18 años, recién salido del secundario técnico químico. Y su madre debía tener 20 o 30 años más que él. ¿Cómo fue después el devenir de su madre, y cómo fue el film trágico en ese sentido?

Bueno, ellos sí, efectivamente coincidieron ahí. Después no siguieron trabajando juntos, pero sí mantuvieron la relación, el vínculo. Ella era una militante política refugiada en Argentina. Mi casa era una casa de puertas abiertas, a donde venían refugiados políticos perseguidos por las dictaduras de los distintos países del Cono Sur. 

Y primero lo secuestraron a mi cuñado, Manuel Carlos Cuevas. Ella empezó acompañando a la madre de Panchito, como le decíamos nosotros, que continúa desaparecido, por el recorrido que hacían las Madres: cárceles, comisarías, cuarteles, ministerios buscando alguna información sin ningún tipo de respuesta.

Y después me secuestraron a mí, cuando tenía 16 años y estaba embarazada de una, Anita. Permanecí casi cuatro meses en un centro clandestino de detención y exterminio conocido como Atlético. Y bueno, mi mamá, después, en un intercambio epistolar que tuvimos, ella me decía que iba como un autómata por la calle. 

Se iba a la mañana a juntarse con las Madres, volvía a la noche, como estaban las Madres todo el día buscando a sus hijos e hijas. Y por eso hicieron de la desaparición la presencia permanente de una ausencia. Y en un operativo que fue realizado los días 8 y 10 de diciembre de 1977, se llevaron a 10, a 12 personas…

Y su madre, perdóneme, ¿había trabajado con el Papa Francisco 15 años antes?

Había trabajado en los años 50.

Digo, para colocar a la audiencia en contexto. O sea, un Papa Francisco muy joven, tiene como, digamos, guía ideológica a su madre, trabajando juntos en una bioquímica. Era un chico de 18 y, me imagino que en los años 50, su mamá a lo mejor le llevaba 20 años a Francisco.

Claro, sí. Ella tenía treinta y pico.

Y 20 años después, en 1977 la secuestran. En el medio de la dictadura, en esos 20 años que pasaron, o 25, ¿había un contacto entre su madre y Francisco, que fue haciendo toda una carrera, aquel joven bioquímico, hasta llegar a principal de los jesuitas?

Sí, sí. Ella se dirigió a él para pedirle si podía guardarle unos libros que había en mi casa, que había toda una biblioteca de obras completas de libros de Marx, Lenin, de psicología, de sociología, de política, pedagogía, etcétera. Y él efectivamente lo llevó al colegio de San Miguel. 

Varias veces ella se dirigió a él. Incluso, cuando yo me encontré con él después, él me contó que sabía todo lo que me habían hecho. Cuando a mí me dejan en libertad, mi mamá volvió a la plaza. Las Madres le dijeron: "¿Qué hacés acá, si vos ya recuperaste a tu hija?" Y ella dijo: "Voy a seguir hasta que aparezcan todos", porque todos los desaparecidos son mis hijos. Lo que daba cuenta ya de esa intersección entre la búsqueda individual y la lucha colectiva de las Madres

Y bueno, en este operativo que hicieron en la iglesia Santa Cruz y en otros lugares de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires. Se llevaron entre 12 personas los días 8 y 10 de diciembre de 1977, entre ellas, a tres Madres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo: Azucena Villaflor de Vincenti, y María Eugenia Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga; a dos religiosas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet; de un grupo de militantes y familiares que acompañaban a las Madres.

Ese mismo año, unos días después, aparecieron cuerpos en la costa atlántica, que fueron enterrados como NN. Y en el año 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo exhumar e identificar a cinco de los 12, entre los que estaban las tres Madres: Azucena, Mari, Esther, y una de las religiosas francesas, Léonie Duquet y Ángela Aguad.

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Bueno, sus cuerpos fueron sembrados, como dicen los fieles de la Iglesia, en la última tierra libre que sus pies pisaron. Y para eso hubo que pedirle permiso a él, que estaba en ese entonces efectivamente como arzobispo, porque no se puede enterrar en las iglesias. 

Fue hijo de Mari, Luis Bianco, y él la recordó a Esther. Él siempre decía que ella fue la mujer que le enseñó a pensar, que le enseñó la amplitud política, que le enseñó la geopolítica mundial, a reflexionar sobre la realidad internacional. Y ese reconocimiento lo tuvo siempre, en todas las expresiones públicas que se refirió a ella. Bueno, como vos decís también, que también la recordó con vos.

Usted lo tiene, obviamente, muy presente, pero es difícil que la audiencia pueda seguir, en lenguaje oral, la suerte que corrió usted y que corrió su madre durante la dictadura. O sea, usted fue secuestrada a los 16 años, y su madre también fue secuestrada. Por favor, márquenos las diferencias entre usted, Ana María, y su madre, Esther, en la dictadura. ¿Cuál fue la suerte exacta de cada una, en cada uno de los momentos de la dictadura?

A mí me secuestraron a los 16 años. Cumplí 17 años en el campo de concentración. Estaba embarazada de menos de 3 meses. Al principio no dije que estaba embarazada, para que no especularan con la bebé.
Después, bueno, salí en muy malas condiciones embarazada de 7 meses. Mi mamá me llevó al médico, a los distintos lugares, para hacerme ver.  

Y posteriormente, nos puso bajo la protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Y siguió acompañando a las Madres en la búsqueda de los desaparecidos, las desaparecidas.

Entonces, usted estuvo secuestrada y luego fue liberada. ¿Y el secuestro de su madre fue posterior a eso?

Claro. Eel 11 de diciembre nació mi hija en SIA. Llamé por teléfono, llamamos para avisar que habían salido bien, después de algunos problemas que había tenido, pero que ya estaba bien. Y ahí nos enteramos que tres días antes la habían agarrado a mamá, de la iglesia Santa Cruz.

Y después, cuando se pudieron identificar los restos, y antes por algunos testimonios, pero después se pudo conocer todo el circuito del terror: que habían sido llevadas a la Escuela de Mecánica de la Armada, que habían sido torturadas y que posteriormente fueron arrojadas vivas al mar en los vuelos de la muerte. Que era la solución final que ellos debían haber hallado para deshacerse de los cuerpos de los desaparecidos.Todo esto fue aportado a juicio, y fueron condenados varios de los represores.

Fíjese, fíjese, Ana María, que esa figura metafórica de que "sembraron sus cuerpos en la última tierra que pisaron libre" es real. Porque finalmente su madre influyó en la ideología del Papa, que influyó en la perspectiva del mundo de más de 1300 millones de fieles. O sea, lo que su madre sembró en aquel joven, que no venía de un hogar progresista, luego terminó diseminándose por todo el mundo como la doctrina del Papa. Su madre escapaba de la dictadura de Stroessner, si no entiendo mal, en Paraguay.

Así es. Ella era refugiada política, perseguida primero por la dictadura de Morínigo y luego de Stroessner. Y sí, yo creo que ella es una persona, una mujer, avanzada a su edad. Realmente era militante del Partido Revolucionario Febrerista.

Y luego fue una de las fundadoras del movimiento femenino dentro del partido, tratando tempranamente, de hecho, muchas cosas. Una de las pocas mujeres que estaba ahí. Y evidentemente yo creo que sí, que viniendo de orígenes, de pensamientos distintos, de campos de pensamiento distintos, entonces el denominador común fue el compromiso humanitario.

Porque realmente lo que hizo el Papa fue un antes y un después, no solamente para la Iglesia sino para toda la humanidad. Es decir, con los sectores más humildes, más desposeídos, más excluidos, visibilizando a los postergados, defendiendo la paz contra la guerra.

Claudio Mardones (CM): Esther Ballestrino de Careaga también conoció a Salvador Allende, estuvo en La Habana.  Cuéntenos un poco de la experiencia revolucionaria de su madre.

Sí, ella fue una mujer avanzada para la época, y que sí tuvo relacion con Salvador Allende, que vino a mi casa antes de ser presidente.  Fue invitada cuando triunfó la revolución cubana. Ellos eran, digamos, pensadores y militantes, las dos cosas.

De hecho, en una carta que escribió mi papá después que lo secuestraron a mi mamá, puso algo así como: "Nuestra mesa llena siempre de comensales, donde se discutía sobre los más altos valores de la vida."
Y decía que era posible gracias a su actitud.  Y bueno, eran personas muy abiertas, muy comprometidas, muy nobles. Y creo que algo de esto dejó una huella imborrable, indeleble, en el Papa Francisco, y en su sensibilidad también.

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CM: Jorge Mario Bergoglio fue electo Papa en 2013, y estuvo en Asunción, en Paraguay, en 2015, donde hizo una reivindicación de su madre en esa visita tan especial, en donde hubo un encuentro con usted y con su hermana. ¿Hubo nuevos encuentros con el Papa después de esa reunión en Asunción?

Sí, efectivamente fue así. Incluso fue un viaje en donde recorrió varios países de América Latina. Fue cuando pidió perdón por la matanza a los pueblos originarios. Después fue mi hermana mayor a verlo en Roma y fue mi hija Anita, en agosto.

Hace muy poco que él mandó un mensaje porque se había enterado de la visita que había habido de algunos diputados a represores condenados por delitos de lesa humanidad, al penal de Ezeiza. No sé si ustedes recuerdan. Fue en agosto del año pasado. Un mensaje diciendo que había que sostener la memoria y seguir dando testimonio.

Ana María, Jorge Fontevecchia nuevamente. ¿Usted cree en Dios?

No. Nosotros somos de una formación atea, incluyendo a mi mamá. Mi abuela era sumamente religiosa…  Hemos tenido de todo un poco, pero yo no….

Le pregunto porque a mí me pasa exactamente lo mismo.  Soy agnóstico y no puedo dejar de preguntarme. Justo a ese joven que tenía 18 años, salido del secundario, va a su primer trabajo y tiene al lado, de jefa, a una persona que era un cuadro político. Estamos hablando de alguien con una formación política y una importancia en su militancia muy destacada. ¿Usted qué cree que fue? ¿Casualidad del destino? ¿Caos de la vida? ¿Como creen los católicos, el Espíritu Santo? ¿Predeterminación?  O sea, que esa persona haya marcado el pensamiento del joven Bergoglio...

Ella es la de formación artista. Yo siempre pregunté lo mismo, y creo que ese lazo creo que fue un lazo que marcó en los primeros años de su vida, en donde él tenía las primeras inquietudes. De hecho, cuenta que expresó esas inquietudes, incluso preguntándole cuando tenía dudas respecto de cómo, para dónde tomar decisiones fundamentales para su futuro también.

Y ella le contestó que siguiera lo que le marcara el corazón. Lo que muestra que no le contestaba desde la ideología, sino que era una mujer realmente... una pensadora. Con una conexión que tiene que ver con que cada persona busca su propia conexión. No que uno le diga al otro lo que tiene que hacer.

Y creo que desde esa lección construyeron ideales. Ideales justos, ideales inclusivos, ideales humanitarios. Creo que hay algo de esto que, evidentemente, fue algo que lo marcó en los años de su formación, porque eran los primeros años de su vida, cuando sale, de pasar a los primeros pasos de vida.

MC