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MODO FONTEVECCHIA
"Una economía estancada"

Roberto Feletti presenta "De Macri a Milei", un ensayo sobre las élites argentinas

El economista publicó su último libro en el que analiza la lógica "casi predatoria" del empresariado argentino que evita legitimar un proceso político-económico estable en el país.

Roberto Feletti presenta "De Macri a Milei: el país inviable de las élites argentinas"
Roberto Feletti presenta "De Macri a Milei: el país inviable de las élites argentinas" | X (@RobertoFeletti)

El exsecretario de Comercio, Roberto Feletti, presentó su libro “De Macri a Milei: el país inviable de las élites argentinas”, un ensayo sobre el problema que enfrenta la élite argentina desde hace tres décadas para “afirmar y conducir” un modelo de desarrollo. “El sector empresarial nacional corre el riesgo de la extranjerización”, advirtió en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).

Roberto Feletti fue secretario de Comercio Interior entre (2021-2022) durante el gobierno de Alberto Fernández y de Política Económica y Planificación y Desarrollo (2009-2011) bajo la presidencia de Cristina Kirchner. También fue diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires (2011-2015), secretario de Obras Públicas y Servicios de la Ciudad de Buenos Aires (2003-2006), durante la gestión de Aníbal Ibarra y el Frepaso. Anteriormente, fue presidente y director del Banco Ciudad de Buenos Aires (1998-2003), también en la misma gestión. Está presentando su nuevo libro titulado “De Macri a Milei: el país inviable de las élites argentinas”, publicado por Editorial Biblos.

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Del título de tu libro se desprende que vos tenés una visión crítica de las élites argentinas, y me gustaría que compartieras con nuestra audiencia la tesis de tu libro.

Es un ensayo que intenta aportar una reflexión a las razones por las cuales el país no logra estabilizarse y entra recurrentemente en crisis externas. Somos el mayor deudor del Fondo Monetario Internacional, esa es la muestra más palmaria del hecho. No se logra un flujo de inversiones y de crecimiento económico, ni aún en un modelo conservador, ni aún en un modelo con una pauta distributiva regresiva respecto del salario, teniendo las oportunidades, teniendo los recursos. Tal vez el caso más emblemático es el caso de Macri, que era prácticamente uno de ellos, un hombre de la élite, que había logrado llegar al gobierno por votos, que había logrado tener un financiamiento internacional importantísimo del mismo ministro que está hoy. Sin embargo, termina en una crisis externa con fuga de capitales.

Hay una lógica, casi predatoria, en la élite argentina de no querer afirmar un modelo de desarrollo y conducirlo, como lo hizo el modelo chileno durante más de veinte años la salida de la dictadura chilena o el modelo brasileño desde Getulio Vargas hasta la época, con casi cien años de política industrial, interrumpida. Lo que intenta aportar el libro como reflexión es que teniendo una élite empresarial teniendo una pauta salarial relativamente baja y competitiva a nivel internacional, terminamos con Milei. Con la energía como otro vector de competitividad a partir de la puesta en valor de Vaca Muerta, salarios relativamente competitivos y una mano de obra muy instruida, precios internacionales altos, producto de una crisis internacional que genera un horizonte probablemente de precios relativamente altos, no pueden afirmar un sendero de moderación.

En el 2022, si uno hablaba con la élite empresaria decían: "Macri y Cristina ya fueron. Tenemos que trabajar en ideas con Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Tomás Massa o Martín Lousteau". Esos eran los nombres que circulaban, para aprovechar la mano de obra barata, la energía barata y los precios internacionales altos, y no pudieron y terminamos en un proceso de salida de capitales. Al gobierno de Milei se le acabó, porque ya es la salida de capitales del superávit comercial: 18.600 millones de dólares. Terminamos con el mismo nivel de reservas que tenía el gobierno del Frente de Todos con la sequía, y otra vez recurriendo al apoyo del Fondo Monetario Internacional. Hay un problema serio de las élites argentinas de conducir y legitimar un proceso político-económico estable en el país. Eso es lo que intenta aportar el ensayo. Hace un aporte, no pretende agotar el tema, pero pretende aportar un análisis de una economía que está estancada, que contó con recursos de apoyo internacional el caso de Macri, y que también contó recursos en el gobierno del Frente de Todos fue un gobierno de coalición donde se incorporaban todas las vertientes del peronismo. Terminamos con Milei, un gobierno que lo único que intenta es permitir que haya una explotación desmedida de recursos naturales y valorización financiera. Con eso y todo, vuelve a aparecer el Fondo Monetario como regulador de la economía. Hay un gran fracaso en la Argentina, de las élites, y también de las élites políticas. Me hago cargo yo también.

Hubo una especie de “abracadabra” entre 2011, cuando se planteaba “Occupy Wall Street”, y se pasó años después a ocupar el Capitolio. Se culpaba de la falta de distribución de la renta y de crecimiento de la economía personal de los individuos en todo Occidente al 1% más rico, y después la responsabilidad pasó a los políticos y se tomó el Capitolio. Obviamente, los políticos son responsables de no haber logrado que ese 1% se redistribuyese. ¿Vos le achacás la culpa, en el caso de la Argentina, a empresarios que fueron miopes con sus propios intereses? El 1% más rico de Europa y Estados Unidos se hizo más rico, y no fue en contra de sus propios intereses. Podríamos decir que el 1% más rico de la Argentina perdió.

Sí. Hay un retroceso de las empresas argentinas multinacionales, y lo que podemos llamar el bloque nacional o burguesía nacional. Eso no hay duda.

Roberto Feletti
“Argentina podría no tener semejante magnitud de crisis”, afirmó Roberto Feletti.

¿Y a qué lo atribuís entonces?

A una mala lectura de la política, o una incapacidad. Si las segundas líneas decían que los políticos tendrían que aprovechar esta coyuntura internacional, estas dos vertientes de competitividad y precios que acompañan el sendero de la moderación, y terminamos con Milei, hay un gran fracaso que no se verifica en otros países. Es el fracaso del manejo político y la capacidad de influir en la política. Hoy el sector empresarial corre el riesgo de la extranjerización. Es un proceso que se viene dando en los últimos 30 años, y hay un problema serio.

Ahora, el hecho de que la crisis del 2008 —que puso fin a los años dorados de la globalización que arrancaron en 1989, donde la economía global crecía al 5% anual y luego baja al 2%, con presencia del Asia-Pacífico importante— es un fracaso en general de Occidente y de las élites occidentales. Pero Argentina podría no tener semejante magnitud de crisis. Somos el país que mayor deuda tiene con el Fondo Monetario Internacional, muy por arriba de Egipto, que es el segundo y es otro país que ha sufrido un deterioro en su peso como potencia regional.

Vos no venís del peronismo, sino que venís del progresismo. Integraste el gobierno de Aníbal Ibarra a comienzos de este siglo, pero ocupaste posiciones importantes en los gobiernos de Cristina Kirchner y de Alberto Fernández. Recuerdo que una vez vos me contaste que lo que te encontraste con que la actitud del empresariado en esos 15 años era diferente. Todavía en el 2009 conservaban una expectativa de una Argentina que pudiese progresar sin retrocesos, mientras que lo que te encontraste en el 2019 era una dirigencia empresaria sin vocación de un futuro de enorme crecimiento.

Exactamente. En el período 2009–2011 en el Ministerio de Economía me encontré con un empresariado que aceptaba discutir con el Estado. Nosotros los convocábamos y discutíamos problemas concretos. Uno era la energía, otro era la paritaria. Esas cosas estaban planteadas, pero aceptaban discutirlas con el Estado y aceptaban el rol regulador y de actor del Estado, y se sentían con cierto grado de optimismo porque habíamos sorteado la crisis del 2008–2009. Si bien hubo impacto en el 2009, no tuvo las consecuencias que otras crisis internacionales tuvieron. Había un sendero de crecimiento y la economía creció bastante en 2011. Había preocupación por la energía, había preocupación por la paritaria, pero estaban dispuestos a sentarse a una mesa a discutirlo. En cambio, cuando llegué en el 2021, cualquier regulación de precios era vista como una intromisión en sus intereses, y no estaban dispuestos a aceptar ninguna discusión que pudiera articular una política de precios con una política de ingresos. Esa fue la gran discusión que tuve en mi tiempo en la Secretaría de Comercio.

Pero más allá de la capacidad para aceptar una política de precios, dependiendo de la cuestión de fuerzas que había en un momento y en otro, evidentemente la fuerza que tenía el kirchnerismo en el año 2009 no es la misma que tenía Alberto Fernández en el año 2020. Pero hay algo más importante, que es que vos notaste que había una pérdida de confianza en ellos mismos. Vos te encontraste con que habían perdido una vocación de grandeza que todavía, por ejemplo, mantenían los brasileños.

Sí, había una inmediatez, un cortoplacismo. Es lógico que haya una discusión política de precios y política de ingresos. Lo que había era una necesidad de inmediatez, una falta de vocación de discutir con el Estado un orden microeconómico que era alarmante. Era una cosa de: "Yo quiero ganar todo aquí y ahora, porque mañana viene el diluvio".

¿Tiene algo que ver con la edad de los empresarios, como vencidos de tantas derrotas a lo largo de tantos años? ¿O los jóvenes se comportaban distintos de los más viejos?

Me parece que los empresarios que responden a mi generación eran más proclives a una discusión de mediano plazo que los jóvenes, y los jóvenes discutían la inmediatez. Como el síndrome de la tercera generación: el abuelo funda la empresa y el nieto la funde. El abuelo funda la empresa, el padre hace la empresa grande y el joven se siente menos proclive a desarrollarla, también en un contexto de volatilidad macro. Si no, no se explica que tengamos de presidente a Milei en un país como la Argentina. Pensemos que es un país con varios premios Nobel. Pensemos en la Generación del '80, y no te lo dice alguien que adhiere profundamente al proyecto de la Generación del '80, pero fueron capaces de discutir con el Imperio Británico una inserción internacional.

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No es un tema de ideología, es un tema de psicología, para ponerlo en términos concretos.

No me atrevería a decirlo. Yo creo que la ideología los permeó en el sentido de que sintetizan: "Yo tengo plata y hago lo que quiero", en términos brutales.

Pero va en contra de sus propios intereses.

Absolutamente, porque se van a extranjerizar.

Que el empresario quiera maximizar su ganancia es lo esperable. Lo que me parece es que hay una mala lectura que va en contra de sus propios intereses. Las empresas argentinas, después de un cuarto de siglo, valen menos.

Esa es la realidad. Valen menos y tienen menos peso internacional, a pesar de que las condiciones objetivas de competitividad de la economía argentina hoy son mejores.

¿Me permitís expresar mi solidaridad hacia vos y hacia todos los periodistas? Yo sentí mucho la agresión que sufrió Roberto Navarro, que es un amigo. Me parece brutal lo que dijo Feinmann sobre ustedes. Estamos entrando, además de en los límites de una élite, en una lesión grave de la democracia. En eso quiero expresarte mi solidaridad. No puede ser que alguien tenga miedo de caminar por la calle por lo que dice en un micrófono.

TV/ff