Actividad económica

Pablo Mira Llambí: “La baja inversión es más grave que la caída del consumo y de la recaudación”

El economista Pablo Mira Llambí advirtió que la economía argentina enfrenta un dilema estructural entre el crecimiento de corto plazo y el desarrollo sostenible. “Si la tasa de inversión no mejora, las chances de crecimiento en el mediano plazo son muy malas”, señaló.

Pablo Mira Llambí, doctor en Economía Foto: NET Tv

Pablo Mira Llambí, doctor en Economía de la Universidad de Buenos Aires, analizó la situación económica del país y advirtió que, sin una recuperación de la inversión productiva, hay bajas chances de crecimiento en el mediano plazo. "La baja inversión es más grave que la caída del consumo y de la recaudación”, aseguró en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190).

Pablo Mira Llambí doctor en Economía de la Universidad de Buenos Aires, investigador en el Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la Facultad de Ciencias Económicas, profesor especializado en macroeconomía, economía del comportamiento y filosofía de la economía. También se desempeña como consultor del sector privado en temas coyunturales, macroeconómicos y sectoriales.  

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Roberto Lavagna Baña fue uno de los últimos que se graduó cuando la facultad era de Economía Política, antes de que los militares sacaran la palabra “política”. Colocar “política” a “economía” es toda una definición.

Es una definición que va en ambos sentidos. Por un lado, es cierto que la economía tiene consecuencias políticas que hay que considerar. Y en ese sentido ha habido un montón de desarrollos en las últimas décadas de muchos economistas que empezaron a incorporar en sus modelos no solamente la economía vacía, o sin alteraciones por parte de nadie de afuera, sino también las consecuencias y las implicancias políticas que tenían limitaciones y generaban restricciones a la hora de tomar ciertas decisiones. Entonces, se empezó a pensar que había ciertas políticas que, debido a las consecuencias políticas que tenían, entre otras cosas, había que tomarlas con cuidado, con más tranquilidad o considerando otras posibilidades.Esa es la parte teórica del asunto y que va de la economía a la política.

También hay que reconocer que desde la política se definen condiciones económicas. Muchas veces se deciden políticas económicas basadas más en la presunción de que la política debería ser la fuerza última, debido a la democracia, al poder de la sociedad de decidir lo que se va a hacer. Ahí ya hay una tensión entre las decisiones más democráticas y tecnocráticas, que serían las que vendrían directamente desde la economía hacia la política. Esas son las dos direcciones, y creo que está bien que nuestro instituto tenga las dos palabras.

Siguiendo con ese planteo y viendo cómo la política influye sobre la economía y viceversa, ¿puede funcionar un plan económico que ya lleva dos años de recesión, con una recaudación más de un 3% inferior a la de hace un año, cuando ya el país había sufrido un fuerte ajuste? Es decir, ¿puede haber éxito macroeconómico si el gobierno de Javier Milei no logra producir desarrollo que mejore el consumo y no simplemente el producto bruto?

Déjame corregirte: hoy ya podemos hablar con algunos datos anticipados que tenemos de tres trimestres en los que la economía está amagando. No sé si técnicamente son tres trimestres de recesión, porque hay meses que vas para arriba y meses que vas para abajo. En promedio, la economía está casi al nivel de diciembre del año pasado. Si la economía no termina de arrancar, estaríamos igual, lo cual es un poco decepcionante desde el punto de vista de los resultados de crecimiento.

Sobre el dato que mencionabas de la recaudación, hay que considerar que el año pasado estaba el impuesto PAIS, que ya no se cobra, y también hubo una reducción muy violenta de las retenciones que provocó una entrada importante de dinero, pero que, al mismo tiempo, redujo la capacidad recaudatoria. Entonces, la comparación en un solo mes da más o menos. Pero si uno compara diez meses contra diez meses, en términos de recaudación, y usa eso como proxy de actividad, estamos en cero. Daría la sensación de que la recaudación no está acompañando una actividad que le cuesta salir y le cuesta avanzar.

Vos mencionaste la palabra “desarrollo”. Déjame ir antes, que es de dónde vendría la ignición del crecimiento. ¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo que podría sacar a la economía de este parate que tenemos? Por supuesto, hay una confianza por parte del Gobierno de que, postelecciones, la estabilización y la confianza del mercado deberían crear las condiciones para empezar a crecer.

Pero déjame ser mínimamente técnico con una cuestión contable que usamos los economistas para establecer cuáles son las perspectivas de crecimiento de una economía con las características que hoy tiene la Argentina. Todos los bienes que se producen son de dos tipos: los de consumo y los de inversión. La Argentina hoy tiene una tasa de inversión, que es la relación entre inversión y PBI, de entre el 15 y el 20% del total. Por lo tanto, sacando otros componentes menores, podés tener casi un 70% de consumo.

Y vos me preguntabas si no deberíamos estimular el consumo para crecer. Yo te diría que, en lo inmediato, es posible que con un estímulo al consumo prenda un poquito la llama del crecimiento. Si la tasa de inversión no mejora, las chances de crecimiento en el mediano plazo son muy malas. Con un 15 o 20% de tasa de inversión, y asumiendo otros datos básicos para la ecuación fundamental, nuestra tasa de crecimiento de largo plazo orilla entre el 1 y el 1,5%. La baja inversión es más grave que la caída del consumo y de la recaudación. 

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Exactamente. Pero porque hay una relación entre la tasa de inversión y el crecimiento. Peor aún te diría, porque la tasa de ahorro en Argentina quizás es un poquito más alta, porque todos compramos dólares, pero el problema es que esos dólares no se transforman en inversión, y ese tipo de falla hace que sea menor la cantidad que va a la producción de bienes que aseguran el crecimiento de largo plazo. Si a eso le restás el crecimiento de la población, que bajó últimamente, pero podría estar en el orden del 0,8, tenés una tasa de crecimiento menor al 1% en términos per cápita y que va a requerir muchísimo tiempo para que se noten los resultados. Eso es un dilema grande que tenemos a partir de hoy.

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No sé si la palabra es “puede”, pero lo que acaba de suceder se produjo en un contexto en el cual tenés una inflación un poco más controlada y tenés un crecimiento que ya lleva casi un año más bien estancado.

Se renovó el voto de confianza porque se espera que ahora la economía crezca. Es como cuando Macri decía: "A mí por la reducción de la pobreza”. Era una manera de plantear indirectamente el crecimiento, porque si hay crecimiento y se distribuye, la pobreza se reduce. Creo que no fue votado porque finalmente no cumplió su promesa. Lo mismo le pasó a Alberto Fernández con la heladera. Decís que la inversión es la que luego genera que estemos mejor, pero en el corto plazo el consumo es lo que genera la sensación de estar mejor. Si vienen inversiones en minería, van a generar que la Argentina pueda crecer en cuatro años, pero perdés las elecciones hoy. Eso es lo les pasaba a los presidentes peruanos, que crecían al 6% y perdían las elecciones porque crecían solo con minería y no se redistribuía.

Ese es uno de los puntos de la relación entre economía y política. De repente, los economistas se dieron cuenta de que había un dilema de corto y largo plazo que tiene que ver con las elecciones políticas, en donde, si uno empieza un plan de desarrollo de mediano y largo plazo, que evidentemente en nuestra situación es lo único que nos queda, la verdad es que si en el corto plazo no tenés resultados es posible que no logres que te voten.

Ahora, yo no tengo la solución a esto. Lo que uno tiende a decir es que hay que hacer un gran acuerdo nacional y que tiene que haber gobiernos que mantengan políticas básicas. Pero la verdad es que eso no ha sucedido.

Entonces, en 2030, el presidente que le toque presidir un país en el que, si la inversión es de entre el 20 y el 25, y las exportaciones per cápita, sí tendrá otra situación diferente.

Sí, es posible, y es muy posible que no sea un nuevo gobierno. Con esos datos, es muy posible que a la economía le vaya bien. En todo caso, aun en el corto plazo.

Como la famosa frase de Menem de “Estamos mal, pero vamos bien”…

Sí. Desde mi punto de vista, esta relación entre la economía y la política requiere de alguna manera algún tipo de honestidad con la sociedad a la hora de hacer promesas y de llevar adelante políticas económicas. Uno desde afuera no la ve como tan complicada, pero hay que ver cómo es desde adentro. ¿Qué pasa si un ministro de Economía o un gobierno entero le dice a la sociedad: “Esto lleva tiempo. Las razones son estas. Nosotros vamos a hacer esto porque creemos que es lo más consensuado, lo más razonable, lo que hicieron otros países, pero en el medio esto va a tardar”? No va a ser inmediato.

Creo que fue Menem el que dijo “revolución productiva, revolución salarial”. Cuando asume y cambia su programa, a los pocos años, cuando está un poco complicado porque todavía la convertibilidad no había llegado y la estabilidad tampoco, dijo que había hablado de dos a tres años hasta que los resultados se dieran”. Era una presidencia de seis años también. Hoy en día esa flexibilidad no está, pero es cierto que el gobierno tiene un par de años para llevar adelante algunas políticas que quizá nos pudieran poner en ese sendero.

¿Decís que con esta tasa de inversión, 2026 va a ser un año mediocre, pero que quizás 2027 sea mejor?

Sí. Lo que pasa es que uno está esperando que las inversiones productivas continúen llegando al país. Vaca Muerta y el litio son inversiones interesantes. Hay muchos sectores que tienen inversiones más pequeñas, pero también que podrían ser promisorias. También hay que tener en cuenta que hay una parte de la inversión en Argentina que es una inversión más de capitales de corto plazo.

A Macri, en los años 2016 y 2017, le fue muy bien, y le fue muy bien en las elecciones de medio término con una cantidad de dólares que ingresaron a la economía que fue espectacular. Argentina se endeudó en ese período más de 10 puntos del producto, en dos años, y la economía creció 2%. No estamos hablando de un crecimiento a tasas chinas. De lo que estamos hablando es de que depende qué tipo de inversiones llegan, a dónde van y cuál es el resultado que tienen.

Si me dieras a elegir, prefiero inversiones diversificadas -que no es el caso si van todas a Vaca Muerta-, e inversiones que generen exportaciones, que generen dólares. Eso sí tiene que ver con Vaca Muerta. La Argentina podría encaminarse si hay un objetivo concentrado en las inversiones y, sobre todo, en aquellas inversiones que llamamos bienes transables, que generan dólares. Ese podría ser un primer camino para que la economía se restablezca de a poco.

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¿Y minería?

Minería es una situación bastante similar a la de Vaca Muerta. En los dos casos podrías tener algunas dificultades internacionales por  posibles críticas o comentarios o quejas desde el punto de vista ambiental. Pasó algo con la búsqueda de petróleo en plataforma submarina en las costas de la provincia, en Mar del Plata. Eso hay que ver en qué medida se resuelve, pero Argentina hoy lo necesita sí o sí.

Sobre la cuestión del uso de los recursos naturales y el desarrollo, cuando uno depende exclusivamente de los recursos naturales, la evidencia dice que el país, a la larga termina creciendo menos que otros países. En lo inmediato, por supuesto, descubre el recurso y crece muy fuerte.

Como dice el famoso libro “La maldición de los recursos naturales”…

Exactamente. Pero existen algunos países que efectivamente tienen muchos recursos naturales, los explotan muy bien, pero los usan para hacer una política de diversificación productiva. Ejemplos de eso son Australia, Canadá, e incluso Nueva Zelanda. Tienen muchos más recursos naturales que Argentina, no crean que acá somos los reyes de los recursos naturales. No es así.

Pero  estos países tienen instituciones  formalizadas y organizadas en torno a un Estado fuerte y a un sector privado pujante. No tienen problemas macroeconómicos permanentes como tenemos nosotros. Tienen estabilidad, tienen un banco central que les funciona, un sistema que les funciona, y todo esto ayuda mucho a que esa fuente de dólares se pueda derramar, por un lado, pero también pueda generar nuevas oportunidades en otros sectores.

Y efectivamente eso es lo que ocurrió. Tanto Australia como Canadá hoy, si bien exportan muchos recursos naturales, también han desarrollado muchísimos otros sectores, sobre todo en los servicios, que los han ayudado a crecer casi sin tener recesión. Argentina son los campeones mundiales de los ciclos. Tanto Australia como Canadá es una línea recta de crecimiento.

¿En servicios, pero no en industria?

Más en servicios que en industria. Los servicios se están poniendo de moda, y las razones ya las conocemos. Pero lo estamos entendiendo un poco ahora, primero por la tecnología, que se centra bastante más fácilmente en los servicios y es más democrática, en el sentido de que casi cualquiera la puede usar y generar un servicio de venta hacia el exterior. Seguro que tenés que se ha dedicado a ese tipo de cosas.  

Y por otro lado, con servicios hemos visto un crecimiento muy fuerte, por ejemplo, en India. Es decir, cuando uno mira el experimento chino, diría que la salida es a través de la industrialización, y está muy bien. Pero uno de los problemas que tenés es que China hace casi todo, y lo hace muy eficientemente, con salarios que todavía son muy competitivos. Entonces, disputarle a China el crecimiento vía industrialización pareciera que es una tarea compleja, que te obliga a tener salarios demasiado bajos.

En cambio, India aprovechó la posibilidad de los servicios, como los servicios empresariales, los servicios informáticos, los servicios financieros incluso y tecnológicos. Y la verdad es que la gran parte del crecimiento que ha tenido India en los últimos años, que viene como el segundo después de China en prospectiva de crecimiento, se ha concentrado más en el tema de los servicios que en la industria. Sobre todo las economías desarrolladas, son 60 o 70% servicios, en donde la industria tiene un papel cada vez más pequeño y ronda, en algunos países, el 20% del PBI.

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