Medio término

Elecciones legislativas: qué puede ganar o perder el gobierno

Mientras las identidades políticas se funden o desdibujan, emergen deslealtades y alianzas más o menos previsibles. Sin embargo, la mayor parte de los ciudadanos quiere que el Presidente gobierne sin darle la espalda al Congreso de la Nación.

Elecciones legislativas Foto: Télam

En la Argentina de hoy, la política es una partida que se redefine en cada jugada. El Congreso se ha transformado en la arena principal de disputa, donde cada votación es una batalla y cada ley aprobada, el resultado de alianzas frágiles y negociaciones cambiantes. Como un líder inesperado, Javier Milei irrumpió como outsider, pero hoy enfrenta el desafío más arduo: sostener el poder en un territorio fragmentado y construir la estructura política necesaria para gobernar más allá de su figura.

El Congreso refleja, además, una sociedad donde las identidades políticas se diluyen y las lealtades ideológicas pierden peso. En esta era de fragmentación, las alianzas se vuelven fluidas y transitorias. Pero frente a este escenario, la sociedad no deja de buscar equilibrios: según la última ESPOP, un 55% de la ciudadanía considera que el presidente debe negociar su agenda con el Congreso, frente a un 14% que cree que debería imponerla. 

A su vez, un 49% cree que el Congreso debería cooperar y negociar con el presidente, mientras que un 27% opina que debería rechazar sus propuestas. Es decir, no solo nos encontramos con un escenario fragmentado, sino también con una ciudadanía que reclama acuerdos y negociación entre las partes.

De esta manera, las elecciones legislativas de este año serán decisivas para el segundo tiempo del presidente dentro de su gestión, ya que los resultados le permitirán afrontar con más o menos obstáculos los cambios normativos pendientes. 

En ese sentido, juega con cancha inclinada, tiene más para ganar que los demás espacios políticos mayoritarios actuales. La Libertad Avanza solo renueva el 20% de sus bancas en la Cámara de Diputados, mientras que el PRO pone en juego el 62%, la UCR el 70% y Unión por la Patria el 47%. Esta asimetría deja al oficialismo con amplio margen para ganar poder y a la oposición con mayores riesgos de retroceder, en un escenario donde la correlación de fuerzas podría modificarse de forma sustancial y facilitar las negociaciones para el presidente.

Por primera vez, además, las elecciones nacionales se realizarán con Boleta Única de Papel. El cambio de reglas reorganiza el tablero, redistribuye los recursos y redefine las estrategias: los nombres propios y las identidades partidarias cobrarán mayor relevancia. 
Y aunque actualmente el mapa está pintado de violeta y la victoria de Milei en la mayoría de los distritos nacionales en noviembre 2023 sigue presente en el imaginario de quienes esperamos expectantes las elecciones, estamos frente a otra dinámica. El estudio del comportamiento electoral nos enseña que las elecciones intermedias tienen lógicas propias, donde pesan las fuerzas provinciales, los liderazgos cercanos y las trayectorias individuales. Las elecciones legislativas, donde las bancas se distribuyen por distrito, se definirán provincia a provincia. 

La Libertad Avanza solo renueva el 20% de sus bancas en la Cámara de Diputados, mientras que el PRO pone en juego el 62%, la UCR el 70% y Unión por la Patria el 47%"

En este tablero de juego, Milei enfrenta tensiones internas con su vicepresidenta, dificultades para consolidar un armado federal y derrotas legislativas en proyectos sensibles como el financiamiento para jubilados y personas con discapacidad. Su estrategia sigue siendo la personalización extrema de la política: el partido y sus símbolos orbitan en torno a su figura. 

Del otro lado, el peronismo logró, tras la detención de Cristina Kirchner, una unidad que consiguió cierto orden en el armado de listas en la provincia de Buenos Aires y en Corrientes. Sin embargo, los acuerdos parecen aún frágiles y el principal partido opositor del gobierno nacional tiene muchos acuerdos que resolver de cara al 17 de agosto. 

La definición de listas, será además, una batalla distinta en cada provincia donde gobernadores y ex gobernadores como Verna en La Pampa o Uñac y Gioja en San Juan juegan roles fundamentales moviendo los hilos de las principales candidaturas.

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Pero plantear el escenario como una disputa entre Milei y el kirchnerismo es reducir la complejidad política. Quienes conformaban Juntos por el Cambio y diversas fuerzas provinciales intentan posicionarse como una tercera vía, ampliando la conversación más allá de los dos polos ideológicos. Los gobernadores, en particular, se han caracterizado por defender los intereses de sus provincias en la pulseada nacional por la coparticipación y los recursos, más que sumarse a la lógica de la polarización. 

En ese marco, Martín Llaryora, junto a Juan Schiaretti y otros mandatarios como Maximiliano Pullaro, Ignacio Torres, Carlos Sadir y Claudio Vidal, conformó la alianza conocida como Un Grito Federal. Este espacio se presenta como una vía que busca representar al interior productivo, exigir mayor inversión en obra pública y reclamar un reparto más equitativo de recursos, diferenciándose tanto del oficialismo como del kirchnerismo. 

Su capacidad electoral todavía está por definirse, pero el contexto les resulta favorable: los gobiernos provinciales mantienen altos niveles de aprobación en sus distritos y según la ESPOP, el 78% de los argentinos está de acuerdo con que se negocie con los gobernadores por la coparticipación, y un 52% respalda el reclamo de mayor inversión en obra pública.

En definitiva, el resultado de estas elecciones definirá no solo la composición del Congreso, sino también el respaldo político que tendrán los gobernadores para defender los intereses de sus provincias frente a una gestión nacional que ha demostrado poca voluntad de cooperación. Más que una disputa de bancas, se juega el equilibrio de poder entre la Casa Rosada y las provincias, y la posibilidad de que la agenda federal se instale en el debate público. La ciudadanía, que reclama acuerdos y equilibrios, observa con atención cómo los distintos actores responden a ese mandato. 

El desafío no es únicamente ganar escaños: es construir proyectos que integren a las provincias como protagonistas y no como meros espectadores de las decisiones nacionales.

* Consultora política y Maestranda en Estudios Electorales por la UNSAM)