La automatización avanza sobre empleos de oficina y Argentina es vulnerable
Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que, si bien la actividad económica global se encuentra en una senda de crecimiento, la creación de puestos de trabajo se desacelera de manera significativa.
En los últimos años, el mundo ha sido testigo de un fenómeno tan paradójico como preocupante: las economías muestran signos claros de recuperación, pero el empleo no crece al mismo ritmo. Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advierte que, si bien la actividad económica global se encuentra en una senda de crecimiento, la creación de puestos de trabajo se desacelera de manera significativa. Este desajuste, conocido como recuperación sin generación de empleo, plantea nuevos desafíos para empresas, gobiernos y trabajadores.
Entre las causas de este fenómeno, el avance acelerado de la automatización y la inteligencia artificial ocupa un lugar central. En diversas industrias, desde la manufactura hasta los servicios, la adopción de tecnologías para optimizar procesos ha permitido a las empresas producir más con menos personal. Según el informe, muchas organizaciones están priorizando inversiones en maquinaria y software antes que en contratación de personal, lo que contribuye a que el empleo crezca de forma más lenta.
Este cambio no se da de manera uniforme en todo el mundo. En economías desarrolladas, como Estados Unidos o Alemania, el reemplazo de tareas rutinarias por soluciones digitales ya es una realidad consolidada. En países emergentes, como los de América Latina, el proceso avanza con un matiz diferente: en lugar de una sustitución masiva inmediata, se observa una transformación gradual de roles, donde ciertas tareas se automatizan y otras requieren nuevas competencias tecnológicas.
El impacto humano por la aplicación de la IA
El impacto humano de esta transición es evidente. Por un lado, los trabajadores enfrentan la presión de adaptarse a un entorno laboral que demanda habilidades digitales, pensamiento crítico y capacidad de aprendizaje continuo. Por otro, las empresas necesitan invertir no solo en tecnología, sino también en programas de reskilling y upskilling para reconvertir a su fuerza laboral. Sin este enfoque, el riesgo de exclusión laboral y aumento de la desigualdad se intensifica.
En este escenario, la inteligencia emocional (IE) cobra un protagonismo inesperado. Diversos estudios académicos, como los de la Universidad de Harvard, señalan que las habilidades socioemocionales serán tan importantes como las técnicas para prosperar en entornos de trabajo cada vez más híbridos y automatizados. El liderazgo empático, la comunicación efectiva y la resiliencia serán competencias críticas para gestionar equipos y adaptarse a los cambios constantes.
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La respuesta a este desafío no es únicamente tecnológica. Se requiere una estrategia integral que combine innovación con desarrollo humano. Las empresas que logren alinear la adopción de herramientas digitales con programas sólidos de formación en IA e IE no solo aumentarán su productividad, sino que también garantizarán la empleabilidad de sus colaboradores a largo plazo.
A nivel gubernamental, las políticas públicas juegan un rol clave. Incentivos fiscales para empresas que inviertan en capacitación, programas de reconversión laboral y alianzas entre el sector privado y el educativo serán decisivos para evitar que la recuperación económica se convierta en un privilegio de pocos.
En definitiva, la automatización no es el enemigo, sino una realidad que exige preparación y visión estratégica. El verdadero reto está en diseñar un modelo de crecimiento inclusivo, donde la tecnología potencie el talento humano en lugar de reemplazarlo sin alternativas. Si empresas, gobiernos y trabajadores logran trabajar en conjunto, será posible construir un futuro laboral que combine eficiencia, innovación y bienestar.
Fuentes: Organización Internacional del Trabajo (OIT); investigaciones de la Universidad de Harvard sobre el futuro del trabajo; análisis sectoriales de consultoras internacionales.
(*) Verónica Dobronich es especialista en inteligencia emocional, liderazgo y gestión del cambio
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