PROJECT SYNDICATE

La Politunidad Global

Conflictos, guerras comerciales, desigualdad y decadencia democrática llenan los titulares de hoy.

Donald Trump, presidente de EE UU Foto: AFP

WASHINGTON, D.C. – Conflictos, guerras comerciales, desigualdad y decadencia democrática llenan los titulares de hoy. Cada crisis parece alimentar la siguiente, y puede parecer que el mundo se desmorona. Los líderes y pensadores occidentales han adoptado una sola palabra para describir esta maraña de amenazas: "policrisis". 

Adam Tooze, el historiador de la Universidad de Columbia que ayudó a popularizar el término, resumió su atractivo en 2023: "Aquí está tu miedo, aquí hay algo que te angustia fundamentalmente. Así es como podría llamarse". Pero cuando el miedo se convierte en el tema central, el resultado solo puede ser angustia y parálisis, como observó Mark Leonard tras el Foro Económico Mundial de Davos de 2024.

Sin embargo, las crisis no necesariamente van seguidas de un colapso. De hecho, la disrupción a menudo ha allanado el camino para la renovación, pero solo para aquellos que estaban dispuestos a abandonar el viejo orden.

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Con esto en mente, veo el mismo momento desde una perspectiva diferente: como politunidad, un término que acuñé en un comentario de Project Syndicate de noviembre de 2024 y que posteriormente desarrollé en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La idea es simple: las disrupciones simultáneas ofrecen una oportunidad única en una generación para la transformación profunda de las instituciones e ideas globales. Cuando todo parece desmoronarse a la vez, nos vemos obligados a ir más allá de las soluciones fragmentadas y rediseñar los sistemas desde cero. 

Para empezar, debemos reconocer que la policrisis es una narrativa occidental que se disfraza de global. Dos teóricos europeos acuñaron el término en 1993, mientras que otro experto europeo lo popularizó recientemente. Una cumbre de élites con sede en Occidente le dio al término una plataforma destacada, impulsando su difusión viral por parte de los medios de comunicación, centros de estudios y académicos occidentales. 

A pesar de las constantes lamentaciones sobre un "futuro espantoso", el debate sobre la policrisis rara vez, o nunca, reconoce la capacidad del mundo no occidental —hoy eufemísticamente llamado el "Sur Global"— ni las soluciones que este ha ofrecido. Si bien algunos teóricos abogan por un "Humanismo Renovado", no logran confrontar la realidad de un orden estructuralmente desigual y la creciente frustración que genera. El dominio occidental de las finanzas e instituciones internacionales persiste, mientras que las ideas y voces no occidentales permanecen marginadas en supuestos cánones globales.

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El establishment privilegia el lenguaje de la policrisis porque oculta las causas profundas de los colapsos globales, presentándolos como desastres naturales. En realidad, las crisis superpuestas actuales se remontan al paradigma industrial-colonial que ha prevalecido desde la Revolución Industrial, una cosmovisión que definía el progreso como control: control mecánico sobre la naturaleza y control occidental sobre el resto del mundo.

Sin duda, ese capítulo de la modernización produjo inmensos avances materiales y sociales. Pero también sembró las semillas de nuestra situación actual. El calentamiento global, la crisis que define nuestro tiempo, es el resultado de un modelo industrial extractivo, respaldado por un sistema comercial en el que los trabajadores de los países pobres fabrican por bajos salarios lo que los consumidores de los países ricos compran en exceso. 

El paradigma industrial-colonial ha expirado en un mundo hipercomplejo y multipolar. Necesitamos una nueva mentalidad, a la que llamo AIM (Economía Política Adaptativa, Inclusiva y Moral). Ser adaptativo significa gobernar las sociedades no como máquinas rudimentarias, sino como redes vivas que aprenden y evolucionan. Ser inclusivo significa reconocer que el progreso depende de usar lo que se tiene, lo que implica movilizar la creatividad local en lugar de copiar los modelos de los ricos y poderosos. Y ser moral significa reconocer que las ideas son moldeadas por el poder y corregir este desequilibrio.

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A lo largo de décadas de investigación, he estudiado China, así como otros países, desde la perspectiva de AIM. En mi libro Cómo China Escapó de la Trampa de la Pobreza, tracé el desarrollo no como una trayectoria lineal, sino como un proceso coevolutivo, marcado por un ciclo de retroalimentación recursivo (Adaptativo). Este análisis demostró que las estrategias que crean nuevos mercados pueden ser radicalmente diferentes de las prescripciones habituales para las "buenas instituciones" (Inclusivo). Luego, en La Edad Dorada de China, cuestioné la suposición orientalista del “excepcionalismo chino”, revelando que la trayectoria de China refleja historias occidentales olvidadas, no las versiones mitologizadas que se enseñan en los libros de texto (Moral).

AIM ofrece una brújula para el pensamiento y la formulación de políticas en una era en la que la mayoría global asume cada vez más la responsabilidad de su propio desarrollo, en lugar de seguir fórmulas occidentales o esperar a ser rescatada de la pobreza mediante la ayuda.

Considérese, por ejemplo, que China, India y Arabia Saudita están invirtiendo fuertemente en energía limpia, mientras que los países del África subsahariana están experimentando con la aceleración del crecimiento energético. Y a medida que los aranceles estadounidenses reducen las opciones de exportación a mercados de altos ingresos para países en desarrollo tardío como Vietnam y Etiopía, el comercio Sur-Sur está superando al comercio Norte-Sur en volumen.

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En el ámbito intelectual, los expertos más cualificados para enseñar sobre la "economía política de la justicia" y la "economía circular" no son filósofos ni consultores de Europa y América del Norte, sino grupos indígenas que han protegido ecosistemas durante mucho tiempo, a pesar de siglos de despojo.

La politunidad no es un llamado al optimismo ingenuo ante las amenazas existenciales. Más bien, representa un realismo decidido que se nutre de la creatividad de una comunidad genuinamente global, no de una sola región o clase privilegiada. Tampoco promueve clichés ni vibras. La politunidad es una agenda constructiva con fundamento empírico. Aplicada correcta y seriamente, debería cambiar la forma en que estudiamos y abordamos diversos desafíos, en particular el desarrollo.

Lo que presenciamos no es el fin del progreso, sino el fin del paradigma industrial-colonial y el comienzo de otro, si tenemos la convicción de desarrollarlo.