¿Qué piensa realmente el mercado sobre la inteligencia artificial?
Mientras las acciones de las grandes tecnológicas se disparan por el entusiasmo hacia la IA, los bonos del Tesoro de Estados Unidos muestran una lectura opuesta: los inversores parecen dudar de que la revolución tecnológica se traduzca en un crecimiento económico sostenido o generalizado.
CAMBRIDGE – La especulación sobre las implicaciones de la inteligencia artificial (IA) para la sociedad ha alcanzado un punto álgido. Mientras el cofundador de OpenAI, Sam Altman, habla de un futuro de abundancia radical, otros, como su colega Ilya Sutskever, advierten sobre riesgos existenciales. Los economistas, por su parte, siguen debatiendo si la IA traerá una prosperidad sin precedentes o un desempleo masivo.
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Frente a estas predicciones tan dispares, cabe preguntarse: ¿qué creen quienes realmente arriesgan dinero? Los mercados financieros, que agregan las opiniones de numerosos inversores sofisticados, reflejan sus expectativas sobre el futuro. Si de verdad creyeran que la IA transformará la economía, eso debería verse en los precios de los activos.
Y en algunos aspectos, el mercado ha enviado una señal clara. La capitalización bursátil de Nvidia superó los 4 billones de dólares, mientras Microsoft, Google, Amazon y otras gigantes tecnológicas invierten cientos de miles de millones al año en infraestructura de IA. Las valoraciones astronómicas de estas empresas sugieren que los inversores esperan beneficios enormes.
Pero ¿quién se beneficiará realmente, y cómo? ¿Cree el mercado que la IA impulsará la productividad general y elevará el nivel de vida, o que generará ganancias concentradas sin crecimiento amplio? La teoría económica sugiere que los mercados de bonos pueden ofrecer una pista. Si los inversores anticiparan mayores ingresos futuros por un aumento de productividad, deberían ahorrar menos hoy, elevando las tasas de interés de los bonos a largo plazo.
Sin embargo, la evidencia apunta en la dirección contraria. En una investigación reciente sobre los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense en torno a los grandes lanzamientos de modelos de IA en 2023 y 2024, los autores encontraron que las tasas a largo plazo (10, 20 y 30 años) cayeron, en promedio, más de diez puntos básicos tras cada anuncio de OpenAI, Google, Anthropic, xAI o DeepSeek.
Si el mercado fuera más optimista sobre el crecimiento impulsado por la IA, eso no debería ocurrir. Las caídas persistieron durante semanas y se replicaron en bonos corporativos y en títulos protegidos contra la inflación, lo que indica que no se trata de un simple efecto inflacionario.
Estos datos son un enigma. Las tasas más bajas sugieren que los inversores están revisando a la baja sus expectativas de crecimiento futuro o de eventos transformadores, algo que contradice el entusiasmo visible en las acciones tecnológicas y las impresionantes capacidades de los nuevos modelos.
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Bajo los supuestos tradicionales, los resultados indican que cada lanzamiento promedio de IA llevó al mercado a reducir su expectativa de crecimiento anual del consumo entre 0,04 y 0,2 puntos porcentuales, o la probabilidad anual de una transformación extrema en 0,2 puntos porcentuales.
Esto sugiere que los inversores no están más inciertos, sino más pesimistas respecto del crecimiento futuro. Y como los datos de Metaculus muestran que los expertos en predicción ajustaron sus estimaciones hacia un progreso más rápido, el problema no parece ser la falta de avances técnicos, sino el temor a que esos avances no se traduzcan en prosperidad general.
Quizá los mercados teman que la IA provoque disrupción y desigualdad, generando grandes beneficios concentrados en las empresas tecnológicas y sus accionistas, mientras el resto de la economía sufre pérdidas de empleo, presión salarial y menor consumo agregado.
En definitiva, el mensaje de los bonos es claro: el mercado no cree que la IA vaya a desencadenar un crecimiento sostenido ni un futuro de abundancia. Más bien parece anticipar un panorama complejo, desigual y cargado de incertidumbre, en el que los beneficios se concentran mientras la mayoría observa desde la orilla.
*Isaiah Andrews es profesor de Economía en el MIT e investigador asociado en el National Bureau of Economic Research (NBER). Maryam Farboodi es profesora de Finanzas en la MIT Sloan School of Management e investigadora asociada del NBER y del Center for Economic and Policy Research.
Proyect Syndicate.
MU
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