¿Quién sale segundo?

Se estima que cerca del 50% del electorado podría abstenerse de ir votar. En este contexto, todo se reduce a cuatro posibles escenarios, dos de ellos capaces de poner en jaque la gestión económica libertaria.

Más de 2000 urnas se repartieron en la provincia. Foto: Gentileza

Al menos el 50% de los potenciales votantes no ejercerá su derecho, la mayoría electoral no concurrirá al cuarto oscuro provincial, ergo la discusión se reduce a quien sale segundo.  

Como no es posible calcular el rango de abstención, es una hipótesis, pensar el resultado impone cuatro escenarios. En los dos primeros Javier Milei pierde; en los otros dos resulta victorioso.

Primer escenario: la abstención ronda el 55% del padrón, y el oficialismo provincial vence por konockout. Axel Kicillof se constituye en referente central del peronismo y en inevitable candidato presidencial del espacio.  

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Una victoria arrasadora pone en la picota a un gobierno azotado por crisis consecutivas y simultáneas. Y los mercados, frente a los que Milei venía exhibiendo fuego carismático, se convencen: el experimento ha concluido; y diga lo que diga Donald Trump, el acompañamiento de la crueldad explícita carece de sentido estratégico. Octubre ya no puede cambiar las cosas, y es posible que las agrave.

El bloque de clases dominantes requiere, entonces, de un plan B. De mínima, un cambio completo del equipo económico, y un regreso a la política de ajuste clásico. De máxima, juicio político; el Congreso Nacional determina cómo y con quiénes se completa el mandato constitucional. 

Segundo escenario. Milei pierde, pero por puntos; una pregunta se impone: ¿es posible continuar la política de planchar el dólar, mientras todas las demás variables enloquecen? A saber: tasas de interés estrafalarias, dibujito de equilibrio fiscal sostenido con imaginación contable, caída a pique del consumo popular, balanza comercial negativa con Brasil, subvención del turismo de los hombres de bien al exterior, en suma: el empecinamiento en sostener la hemorragia de dólares del Banco central ad infinitum. 

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Cuando los economistas oficialistas hablan hoy de sintonía fina, el mercado reconoce el amable eufemismo que oculta una devaluación mayúscula. De perder Milei por puntos, el costo político de esta medida licuará el tambaleante capital del gobierno. Los detentores del poder fáctico no se preocupan demasiado por esta contingencia, ya que el derrumbe de Milei no supone la reducción del espacio de la derecha. 

En los otros dos escenarios vence Milei. Tercer escenario: gana por puntos y conserva intacto su capital político. Cuarto escenario: gana por knockout, entonces la frágil unidad del peronismo bonaerense estalla en mil pedazos. Pero este es un milagro que pocos aguardan. 

De todos modos, el deterioro de la imagen presidencial no resulta remontable a corto plazo. La idea de separar a Karina de Javier solo es buena para los encuestadores, pero oculta que la hermanísima presidencial modificó la ecuación. Al comienzo de la gestión tuvo, igual que Javier, fuerte imagen positiva. Era la otra cara de la flamante moneda. Ahora tiene, como integrante de la casta, fuerte imagen negativa. Ya no es la otra cara de la moneda, sino el monstruoso lado oscuro de la luna siniestra de este orden político.

 

 

RV / Gi