¿Un mundo sin arbitraje? La amenaza de un liderazgo ausente

Trump prioriza intereses nacionales, debilitando el liderazgo global. Sin árbitros claros, el sistema internacional se fragmenta. El unilateralismo acelera la anarquía global. Conflictos como Ucrania muestran la falta de gobernanza efectiva. Nace un orden basado en puro interés, sin consensos ni instituciones fuertes.

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Kenneth Waltz escribió en 1979 Teoría de la política internacional, donde argumenta que el sistema internacional es anárquico debido a la ausencia de una autoridad central que regule las relaciones entre Estados. En aquel entonces, el mundo estaba marcado por una estructura bipolar y la competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética, intensificada con la llegada de Ronald Reagan dos años después.

Más de tres años han transcurrido desde que la Federación Rusa inició su invasión a Ucrania. La respuesta de las grandes potencias occidentales, Estados Unidos y la Unión Europea en su conjunto, se ha centrado en sanciones económicas y asistencia militar a Ucrania. Sin embargo, desde marzo, con el regreso de Donald Trump a la presidencia, se han observado cambios en la política de apoyo a Kiev, lo que ha generado incertidumbre sobre la continuidad de la ayuda.

El 7 de octubre de 2023, Hamas ejecutó un ataque en Israel que resultó en la pérdida de vidas y la captura de rehenes. Inicialmente, la comunidad internacional condenó el atentado, pero con el tiempo las posiciones se han diversificado. Estados Unidos, aliado histórico de Israel, ha mantenido un respaldo financiero constante, aunque el apoyo militar directo para la incursión en Gaza ha sido más limitado.

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El pasado 13 de junio, Israel dio un giro en su estrategia regional al pasar de una guerra de proxys—que se extendía por más de cuatro décadas—a una confrontación directa con Irán. Esta escalada añade un nuevo punto de tensión en el orden internacional, desafiando el margen de maniobra de los Estados con mayor influencia global.

Cuando Waltz hablaba de anarquía internacional, resulta difícil saber si imaginaba un escenario como el actual. Henry Kissinger, en sus últimos años, advirtió sobre la falta de liderazgo claro en el mundo. En un contexto donde el equilibrio de poder es incierto, los actores internacionales tienden a actuar según sus propios intereses—económicos, geopolíticos o estratégicos—para asegurar su estabilidad o influencia.

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La última campaña de Trump incluyó promesas de retiro de organismos internacionales, aplicación de tarifas en casos de desequilibrio comercial y una reducción del papel de Estados Unidos como árbitro global. Si bien algunas medidas han avanzado, otras han enfrentado obstáculos, tanto por presiones internas como por factores externos. La política económica del mandatario enfatiza el pragmatismo, considerando que los conflictos prolongados suelen afectar la estabilidad del mercado.

Bajo este panorama, Estados Unidos se enfrenta al dilema de asumir un liderazgo más activo, aunque sea de manera reacia, o continuar con su repliegue en la arena internacional, dejando espacio a la influencia de China. Sin intención de ceder protagonismo a su principal competidor, la administración estadounidense se encuentra en una posición donde la mediación en conflictos clave—como la guerra en Ucrania y la tensión entre Israel e Irán—podría convertirse en una necesidad estratégica más que en una elección política.

*Docente. Agenda Internacional Contemporánea. Licenciatura en Gerenciamiento Económico Intercultural LiGEI.