Villa 21-24: el lugar desde donde operaban los narcos del triple femicidio en Florencio Varela
En el barrio Zavaleta operan al menos nueve bandas narco que disputan el territorio con violencia, búnkers y soldaditos. Vecinos denuncian consumo de paco, escasa presencia policial y jóvenes reclutados desde la adolescencia.
En la Villa 21-24, ubicada en el barrio de Barracas, en el límite con Pompeya, conviven nueve bandas narco dedicadas a la venta de droga. Ellas son: La Carbonilla, La Paraguaya, La Uruguaya, la Banda de la Peruana, el Clan Corvalán, la de las Vías, la de San Blas, la de Alvarado y la banda vinculada a “Pequeño J”. Cada una controla una porción del territorio, aunque el Clan Corvalán es la organización con mayor poder en la zona. Con búnkers, soldaditos y centros de acopio, se transformó en una de las bandas delictivas más grandes y estructuradas de la Ciudad.
Es una de las villas más peligrosas de la Ciudad de Buenos Aires y tiene una población estimada en 70.000 personas, de las cuales alrededor del 15% está vinculada al narcotráfico.
A la 21-24 ingresan las líneas de colectivos 90 y 118. Choferes de ambas líneas señalan que, en muchas oportunidades, son los propios vecinos quienes se encargan de cuidar las unidades y acompañar a los trabajadores para garantizar la continuidad del servicio. De esta forma evitan que los pasajeros deban realizar múltiples conexiones de transporte para salir o ingresar al barrio. Lo que más preocupa a los habitantes es el consumo de paco, además de la venta y el narcomenudeo de cocaína, que también está presente en la zona.
En este contexto, y según surge de la investigación del triple femicidio, “Pequeño J” tendría su base instalada en el corazón de la Villa 21-24. Sin embargo, los vecinos aseguran que no lo reconocen como un capo narco del barrio: “Nos hemos enterado por los medios”, señalaron en diálogo con PERFIL, y remarcaron que son muy pocos los que han tenido contacto con el líder peruano. En la 21-24 ya se realizaron dos allanamientos en busca de su paradero, aunque en ambos casos el resultado fue negativo.
Pequeño J, principal sospechoso del triple femicidio en Florencio Varela.
Néstor, un vecino de 19 años e integrante de la organización social Misión Padre Pepe, relató: "La villa es así, es villa. Creo que no es un barrio, es una villa, es lo que realmente es. Un lugar carenciado, un lugar olvidado por el Estado, un lugar donde vemos mucha droga, mucha violencia, pero también gente humilde, gente trabajadora, gente que se va ganando la vida, gente que como nosotros busca también el bien para el otro".
"Es como cualquier otro barrio, donde la droga consume a nuestra juventud y destruye la vida de muchas familias. Desde las organizaciones lo que nosotros hacemos es contenernos y recibimos la vida como viene", agregó.
Según cuenta el joven, tiempo atrás era normal encontrar cadáveres cuando empezaban a llegar las bandas para disputar territorio en las esquinas. Su madre aún recuerda los traumas que le causaban esas imágenes. Hoy, cada banda administra su zona, aunque las tensiones siguen latentes.
En el barrio hay poca presencia policial y, cuando estallan enfrentamientos, las fuerzas de seguridad no ingresan con patrulleros, sino únicamente en cuatriciclos o motos, lo que limita su capacidad de acción.
La villa cuenta con escuelas, pero solo en sectores donde no operan las bandas. Cuando estas avanzan por distintas calles, buscan soldaditos cada vez más jóvenes. Se estima que el consumo de drogas comienza entre los 16 y los 18 años, marcando una de las mayores preocupaciones de los vecinos y organizaciones sociales.
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