Incendio en Spegazzini: el nuevo agujero negro de Iron Mountain

Un polígono sin control que vuelve a exponer vínculos políticos, empresas sensibles y un Estado ausente

Incendio en Polígono Industrial Spegazzini Foto: AFP

El incendio que arrasó el Polígono Industrial de Spegazzini volvió a abrir un capítulo conocido y temido, en la historia reciente argentina: Iron Mountain, la empresa global de resguardo documental, otra vez involucrada en un siniestro de magnitudes descontroladas. En menos de 24 horas, el fuego consumió cinco plantas, paralizó a un municipio entero, afectó viviendas de los barrios aledaños y dejó expuesta una trama de habilitaciones laxas, negocios millonarios de archivo corporativo y un parque industrial abierto donde conviven, sin perímetro ni reglas claras, químicos, plásticos, archivos confidenciales y cargas inflamables.

La escena es conocida. Iron Mountain reconoce operar un depósito en el área. El intendente lo confirma. Pero, como en 2014 cuando murieron diez bomberos en Barracas, la empresa se niega a revelar un dato esencial: ¿qué clientes tenían documentación dentro del galpón afectado? La sola pregunta es suficiente para abrir la grieta más incómoda. Porque si algo muestra el historial global de la compañía es que los incendios en sus instalaciones no son un hecho aislado: Nueva Jersey (tres naves en 1997), Londres y Ottawa (2006), Aprilia (2011), Barracas (2014) y un nuevo incidente en 2023 en la misma sede porteña. Siete eventos confirmados, cinco de ellos considerados intencionales, según registros judiciales y archivos periodísticos. Una estadística que, en cualquier país con reglas estrictas, activaría auditorías independientes. En Argentina, apenas genera comunicados tibios.

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El caso Spegazzini suma, además, un factor diferencial: el depósito no estaba dentro de un parque industrial cerrado, sino en un “polígono abierto”. Un eufemismo administrativo para designar un área donde las industrias se instalaron primero y las normas después. Allí, la logística convive con pymes sin control ambiental, depósitos de caucho, acopios de agroquímicos y naves de documentación confidencial sin un sistema unificado de hidrantes, perímetro común, ni exigencias equivalentes a las que demanda un parque privado. El Estado municipal habilita. La Provincia mira. Y el riesgo se acumula hasta que estalla.

Iron Mountain opera en ese ecosistema porque puede. La actividad se clasifica como depósito y no como instalación de seguridad estratégica, lo que le permite instalarse donde los costos son más bajos y los requisitos más laxos. En Spegazzini, esa ecuación se potencia: el polígono tiene 130 hectáreas fragmentadas, dueños diversos, controles mínimos y un flujo de materiales inflamables que convierte cualquier cortocircuito en un incendio regional. La pregunta inevitable es por qué una empresa que resguarda archivos confidenciales de bancos, aseguradoras, energéticas, organismos públicos y corporaciones con peso político elige deliberadamente quedar fuera de los estándares de seguridad que sí rigen en otros países.

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Pero la incógnita más sensible es otra: ¿qué había dentro del depósito? La respuesta oficial es el silencio. La respuesta histórica, un patrón: Iron Mountain almacena documentación que, en casos previos, incluía estados contables, papeles bancarios, archivos regulatorios y documentación sensible de empresas de altísima exposición. En Barracas, algunas de las compañías afectadas terminaron mencionadas en causas judiciales donde la pérdida de archivos tuvo impacto procesal. Esa sombra vuelve a proyectarse hoy, mientras las autoridades prometen peritajes y la firma evita dar detalles.

El incendio de Spegazzini deja expuesto algo más profundo que un galpón consumido. Revela una matriz fallida donde confluyen empresas que manejan información estratégica, parques industriales sin normas, habilitaciones opacas, ausencia de auditorías externas y un Estado que llega siempre después de las llamas. Iron Mountain vuelve a estar en el centro de la escena. Y la Argentina vuelve a quedar en la misma pregunta de hace una década: ¿Qué se quema realmente cuando se quema un depósito?