el PRO en apuros

Mauricio Macri va por cambios en Ciudad, delega el acuerdo con LLA y busca salvar la marca PRO

Desde Madrid, el expresidente presiona a su primo, Jorge Macri para que le dé un giro a su gestión e imponga cambios en el gabinete. Pero el jefe de Gobierno resiste y los movimientos podrían darse más adelante, cuando la atención pase por otro lado. El mensaje al Presidente para que Ritondo avance en el acuerdo en el territorio bonaerense.

Caras largas. Mauricio Macri arriba del escenario el 18 de mayo en el que el PRO fue derrotado. Foto: Néstor Grassi

El quinto piso de Balcarce 412, la sede partidaria del PRO, el domingo pasado era un velorio. Los candidatos a legisladores porteños preguntaban: “¿Hasta cuántos entramos?”. Mauricio Macri, con cara adusta, miraba a sus asesores dilectos: Fernando de Andreis (el artífice del desembarco del gurú catalán Antoni Gutiérrez Rubí), Julián Gallo y Hernán Iglesias Illa. El catalán permanecía callado. Gabriela Michetti observaba la escena. Tras conocerse los resultados, y reconocer la derrota –la peor de la historia del partido–, tuvo un breve encuentro con Cristian Ritondo, jefe del bloque del PRO, a quien le encomendó la tarea de acordar con La Libertad Avanza en Provincia: “Hacé lo que tengas que hacer”, le dijo.

Pocos minutos después partió hacia los estudios de TN donde dio su última entrevista. De allí se fue a tomar un avión directo a Madrid. No volverá hasta dentro de quince días. Aunque, en vivo y en directo, y luego por Whatsapp comenzó a presionar a su primo, el jefe de Gobierno porteño, para que gire 180 grados su gestión e imponga cambios en su gabinete. Ese domingo a la noche Jorge Macri se fue más temprano que el resto. Aunque habló esa noche y dio la cara, luego de las palabras de Silvia Lospennato, las miradas se depositaron en él.

Con todo, el expresidente pasa horas de preocupación sobre el futuro. El mensaje que le envió desde España, tras un encuentro con otros exjefes de Estado españoles (como su amigo José María Aznar), a Javier Milei no fue solo un gesto de acercamiento: fue la muestra cabal que el pedido a Ritondo era un deseo concreto.

Macri cree que en la Provincia, con un acuerdo con LLA, pero que incluso sume a partidos vecinales y hasta la UCR bonaerense del senador Maximiliano Abad, configuraría un triunfo ante el PJ que podría dar un marco institucional y ante los mercados muy positivo. La idea de sumar más que LLA-PRO es lo que viene sosteniendo la vicepresidenta del PRO nacional, e intendenta de Vicente López, Soledad Martínez. El expresidente, creó y llevó al partido del que hoy es titular, a la Casa Rosada tras ocho años en la Ciudad. Y no quiere que la marca amarilla desaparezca. Eso es lo que hoy pone en juego ante el nuevo escenario político que, con Milei, reinventó el sistema político.

La noche del domingo, ante las caras largas, fue la diputada y jefa de la campaña porteña, María Eugenia Vidal, quien organizó y diagramó el discurso que se daría ante los medios de comunicación. Se centró en plantear que el resultado “no define al PRO”. Y planteó que se quiso dar el debate por la Ciudad con propuestas, acaso el motivo por el cual Jorge Macri desdobló las elecciones, y no se logró. “Nosotros no renunciamos a nuestros valores y mandato”, les dijo. Y les pidió a todos que hagan hincapié en que el 47% del electorado no fue a votar. “Es un dato que tiene que interpelar a todos la clase dirigente, no solo a nosotros”, apuntó.

A este clima se lo podía contrarrestar con lo que ocurría en el segundo piso de Balcarce. Allí, a los gritos, se escuchaban exfuncionarios bonaerenses y algún ministro porteño hablando de que esto “recién empieza”, de “redoblar esfuerzos” y con la autocrítica en nivel 0.

Por ello, de todo esto se habló el martes en la reunión del gabinete porteño en el Centro Metropolitano de Diseño. Algunos esperaban fuertes evaluaciones negativas de lo ocurrido por parte del jefe de Gobierno. No ocurrió. También que se anuncien cambios. Tampoco ocurrió. Pero sí hubo autocrítica: allí se pidió “salir a la calle”, mostrar más “gestión” y se habló, por supuesto, de la nacionalización de la campaña porteña.

“Todos tenemos cosas para mejorar y cosas para cambiar”, dijo Jorge Macri. Y agregó que “todas las áreas están en permanente evaluación”. El jefe de Gobierno no va a cambiar todo. No quiere ceder a las presiones de su primo. Pero hará modificaciones, seguramente varias semanas más adelante cuando el foco no esté puesto en la Ciudad.

Muchos ministros coinciden, aunque les toque, en la necesidad de oxigenar un gabinete porteño que viene de una durísima derrota electoral.

Entre los apuntados está el secretario de Gobierno, César “Tuta” Torres, un expuntero del sur que estuvo a cargo de la fiscalización y el territorio (de lo que se jactó hasta el domingo pasado). Se suponía que era su fuerte: el PRO realizó allí en el sur su peor elección de las 15 Comunas: en la 8 (10%) y en la 9 (12%). Un papelón sin escalas. Torres cree que la bronca generalizada con él es una forma de no culpar a Jorge Macri. Se siente “arquero” del equipo de la Ciudad. Los que escucharon esas argumentaciones aguantaron la risa para no faltarle el respeto.