Cinco hábitos esenciales para mantener la piel hidratada durante el verano
El calor, el sol y el contacto frecuente con el agua aceleran la deshidratación de la piel durante el verano. Especialistas detallan los hábitos clave para reforzar la hidratación desde el interior y mantener la salud cutánea.
El calor extremo, la exposición solar y el contacto frecuente con el agua aceleran la deshidratación cutánea. Especialistas explican por qué beber agua no siempre alcanza y cuáles son las claves para reforzar la hidratación de la piel desde el interior durante los meses más calurosos del año.
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El verano pone a prueba a la piel. Las altas temperaturas, la radiación ultravioleta y las actividades al aire libre —ya sea en el mar o en la pileta— generan una pérdida constante de humedad que impacta directamente en su textura, elasticidad y luminosidad. Aunque la hidratación suele asociarse de manera automática al consumo de agua, los especialistas advierten que ese hábito, por sí solo, no siempre es suficiente para mantener la piel saludable.
Durante esta época del año, la barrera cutánea tiende a debilitarse y pierde parte de su capacidad natural para retener líquidos. Como consecuencia, aparecen signos como tirantez, aspereza, opacidad y líneas de expresión más marcadas. “La hidratación efectiva no depende únicamente de cuánta agua se toma, sino de cómo el organismo logra retenerla y distribuirla”, explican desde el ámbito de la medicina estética.
Cuando la piel no logra retener el agua
La capacidad de la piel para mantenerse hidratada está influida por múltiples factores: el nivel de colágeno, la presencia de micronutrientes, el consumo de grasas saludables, la calidad del descanso y el estado general del organismo. Cuando alguno de estos elementos falla, el agua ingerida no se aprovecha correctamente a nivel cutáneo.
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“Una piel deshidratada es fácil de identificar: se ve apagada, pierde elasticidad y puede volverse más sensible. En verano, estos signos se intensifican porque el sol acelera la degradación del colágeno, una proteína clave para conservar la estructura y la hidratación de la piel”, explicó Dianara Tomé, especialista en medicina estética y rejuvenecimiento facial.
Frente a este escenario, los profesionales coinciden en que la hidratación debe abordarse de forma integral, combinando hábitos diarios que actúen desde el interior y cuidados externos sostenidos.
Los cinco hábitos clave para potenciar la hidratación
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Mantener una ingesta adecuada de agua: Beber líquidos de manera constante a lo largo del día permite compensar la pérdida provocada por el calor y la transpiración. No se trata solo de cantidad, sino de regularidad.
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Aportar colágeno y vitamina C: Estos nutrientes cumplen un rol fundamental en la firmeza y elasticidad de la piel, además de favorecer la producción natural de colágeno, indispensable para retener la humedad.
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Incorporar grasas saludables en la alimentación: Alimentos como la palta, el aceite de oliva y los frutos secos ayudan a fortalecer la barrera cutánea y a reducir la pérdida de agua transepidérmica.
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Priorizar el descanso nocturno: Dormir bien estimula los procesos de regeneración celular y reparación de los tejidos, claves para una piel más equilibrada y resistente.
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Mantener el cuerpo en movimiento: La actividad física mejora la circulación sanguínea, lo que favorece la oxigenación de la piel y la correcta distribución de agua y nutrientes.
El cuidado tópico también importa
A estos hábitos se suma la importancia de una rutina diaria de cuidado externo. La limpieza suave, el uso de productos humectantes con ingredientes como ácido hialurónico o glicerina y la incorporación de antioxidantes ayudan a reforzar la hidratación y a proteger la piel del estrés oxidativo.
El protector solar, advierten los especialistas, es indispensable incluso en días nublados. La radiación solar no solo deshidrata, sino que también deteriora las fibras de colágeno, afectando la capacidad de la piel para mantenerse firme e hidratada a largo plazo.
Colágeno y tratamientos de estimulación
La disponibilidad de colágeno puede fortalecerse mediante una alimentación equilibrada rica en proteínas, vitamina C y minerales como el zinc. En algunos casos, también se recurre a tratamientos médicos que estimulan su producción natural.
“Los bioestimuladores ayudan a que la piel recupere su capacidad de generar colágeno y mantenga una hidratación más profunda y duradera desde adentro”, explicó Tomé. Según la especialista, cuando la pérdida de colágeno es más avanzada, este tipo de tratamientos ofrece resultados más visibles y sostenidos que las alternativas tópicas u orales.
Estas prácticas, utilizadas en el ámbito de la medicina estética —con desarrollos impulsados por laboratorios especializados como Rennova—, buscan mejorar la textura, la firmeza y la calidad de la piel sin alterar su naturalidad.
LV / EM