El misterio de los arcoíris:cómo se forman y por qué aparecen después de la lluvia
El fenómeno se genera cuando la luz del Sol atraviesa gotas de agua y se descompone en colores. Su aparición, forma y brillo dependen de la posición del observador y de las condiciones atmosféricas del momento.
Los arcoíris forman parte de los fenómenos atmosféricos más reconocibles y, al mismo tiempo, más inasibles de la naturaleza. Suelen aparecer cuando termina de llover y el Sol vuelve a asomarse, pero su presencia no es casual, responde a una combinación precisa de luz, gotas de agua y condiciones meteorológicas que la ciencia estudia desde hace siglos. Lejos de ser un objeto físico, el arcoíris es una imagen óptica que depende de la posición del observador y de cómo la luz solar ingresa y sale de las gotas suspendidas en el aire.
De acuerdo con organismos internacionales como la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) y la Royal Meteorological Society, el arcoíris se forma cuando la luz del Sol incide sobre las gotas de lluvia y se descompone en colores al atravesarlas. Ese proceso explica tanto su forma como su distribución cromática.
Un fenómeno que no se puede tocar
El arcoíris no existe materialmente: no se puede recorrer ni alcanzar. La NOAA lo define como un fenómeno óptico y meteorológico, visible únicamente cuando el Sol está detrás del observador y las gotas de agua se ubican enfrente. Dichas gotas funcionan como pequeños prismas naturales que refractan la luz blanca y separan el espectro visible en siete colores.
Los especialistas explican que, por este motivo, cada persona ve un arcoíris distinto. Su posición exacta depende del ángulo desde el que se proyecta la luz hacia el ojo del observador. Un pequeño desplazamiento basta para que la imagen cambie.
Cómo se forma: la secuencia óptica que produce los colores
La estructura del arcoíris se explica a partir de tres procesos físicos reconocidos por la American Meteorological Society:
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Refracción inicial: al entrar en la gota, la luz se desvía debido a la diferencia de densidad entre el aire y el agua.
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Reflexión interna: una parte de la luz rebota en la superficie interna de la gota, como si se tratara de un espejo curvo.
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Segunda refracción: al salir, la luz vuelve a desviarse, y allí se separan definitivamente los colores.
El ángulo en el que emergen esos colores —habitualmente entre 40° y 42°— es lo que determina la forma visible del fenómeno.
Por qué tiene forma de arco
Aunque desde el suelo se ve como un semicírculo perfecto, la NASA recuerda que el arcoíris es en realidad un círculo completo. La razón por la que no se observa de ese modo es simple: la mitad inferior queda oculta por la línea del horizonte.
Solo es posible ver el arco completo desde un avión o desde zonas elevadas, donde las gotas que generan la parte inferior del círculo están por debajo del observador.
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Arcoíris dobles y fenómenos asociados
En algunos casos, la atmósfera permite la aparición de un segundo arco, más tenue y con los colores invertidos. La Royal Meteorological Society explica que este efecto se produce cuando la luz experimenta dos reflexiones internas dentro de la gota, lo que desplaza el arco secundario hacia un ángulo mayor y reduce su intensidad.
Entre ambos arcos suele aparecer una franja oscura conocida como la banda de Alejandro, un patrón óptico identificado desde la antigüedad.
Los arcoíris de tercer y cuarto orden también existen, pero son extremadamente difíciles de registrar, ya que las múltiples reflexiones internas debilitan significativamente la luz emergente.