La Galería Herlitzka + Faria inauguró “Asunción”, una muestra que reúne obras de los artistas contemporáneos paraguayos Claudia Casarino, Fredi Casco, Ricardo Migliorisi y Osvaldo Salerno bajo la curaduría de Roberto Amigo.
Se trata de cuatro artistas que trabajan a partir de la idea del arte conceptual y desde una estética relacionada con los objetivos de la galería, que ya estudiaba desde hace algunos años la posibilidad de realizar una exposición vinculada a la producción en el país vecino.
En esta oportunidad se presentan artistas de distintas generaciones, nacidos en distintas décadas aunque muy vinculados entre sí desde los medios de producción y la manera de pensar el contexto paraguayo en el arte.
Por otra parte, a excepción de Casarino que nació en 1974, todos atravesaron de alguna manera distintas etapas de la dictadura de Alfredo Stroessner, y es por ello que muchas de las obras se constituyen en denuncias veladas sobre la situación de torturas, represión y asesinatos que se vivía en el Paraguay durante los años del Stronato.
“En espacios dictatoriales, donde lo que se afirma es una tradición cultural que se vincula con lo folklórico o los relatos nacionales, adquirir desde una estética propia lenguajes contemporáneos es un desafío opositor” señala Roberto Amigo, curador de la muestra.
Ricardo Migliorisi nació en Asunción en 1948 y falleció apenas algunos días antes de que se inaugurara la exposición en Herlitzka + Faria en Buenos Aires.
"Adquirir desde una estética propia lenguajes contemporáneos es un desafío opositor".
Roberto Amigo, curador de la muestra.
Desde los inicios de su carrera artística en la década del ‘60 emprendió una obra con una impronta transgresora que incluía puestas escenográficas y teatrales poco convencionales para la época en la región, y más aún si se las considera dentro del contexto del régimen gubernamental del Paraguay en esos años.
Eran los años en que los artistas sudamericanos tomaban los lenguajes del arte pop y los hacían propios, y Migliorisi hacía las primeras performances que anteceden al arte destructivo o a los happenings.
“Migliorisi hace un pop que yo llamo de una contemporaneidad bizarra en todos los sentidos del término. Un pop que pone en escena una sexualidad gay, una sexualidad hermafrodita, donde construye una imagen de lo femenino derivada del surrealismo y con cosas muy vinculadas con nuestra región como la máscara, el jaguar” explica Amigo.
“Siempre hay en su obra un trasvasamiento de género en la imagen donde mezcla lo animal, lo femenino, lo masculino, esa idea de trastocamiento de identidades que está presente todo el tiempo”.
Por su parte, Salerno utiliza su propio cuerpo como herramienta de impresión y lo convierte en su principal estética aunque sin quedarse en el mero acto formal sino que da a su obra una profundidad y un compromiso que se hace ya evidente desde la elección de los materiales que utiliza.
Con esta idea el artista adquiere prendas de vestir que llegan al Paraguay desde los países del primer mundo para ser puesta a la venta como ropa usada, o consigue las mantas de hospitales que sirvieron para cobijar a pacientes moribundos.
Con estas piezas como lienzo -con la historia y el significado que llevan en forma intrínseca- Salerno imprime su cuerpo.
“A partir de los 70 empieza a trabajar sobre impresiones de los cuerpos. Al principio tiene una literalidad de los cuerpos fragmentados, atados con soga, que tiene que ver con la tortura”, señala Amigo.
“Luego pasa a tener una relación con el lenguaje y con tradiciones cristianas como el Sudario y otras referencias eruditas como el Hombre de Vitruvio”.
En las impresiones de su cuerpo utiliza imágenes de su pene que son presentadas dentro de carpetas plásticas, desarrollando así una idea de sexualidad archivada.
En relación a las situaciones de represión, torturas y la autocensura a que se veían expuestos los opositores al régimen, la muestra incluye una obra que utiliza un postigo en impresión directa en la que incorpora la seriación y la repetición del mismo objeto.
Las diferencias mínimas en algunas series de Salerno plantean una idea de identidad aun entre piezas que comparten un origen y a primera vista pueden parecer iguales.
Un elemento doméstico es desmontado en las distintas instancias de la serie aunque perdura la imagen del candado. Las referencias a la dictadura son múltiples desde un objeto sencillo, que cierra, encierra y oprime pero paso a paso se desarma a través del tiempo.
A su vez, las diferencias mínimas en algunas series plantean una idea de identidad aun entre piezas que comparten un origen y a primera vista pueden parecer iguales.
Por su parte, el trabajo de Claudia Casarino está más enfocado en la problemática de género en el Paraguay y desde sus comienzos en el arte ha encontrado en el vestido un lenguaje apropiado.
Casarino compara a las mujeres paraguayas que sobre sus cabezas llevan canastas u otros objetos (que se constituyen en el sustento propio y el de sus familias) con la imagen de las cariátides y explica que el tejido que se pone entre la cabeza y aquello que llevan se llama "apyte ao”.
Y Apyte Ao (expresión guaraní que significa corona de tela) es el nombre de la obra de Casarino realizada con un típico tejido paraguayo de algodón que normalmente no se usa en la confección de ropa sino en los mosquiteros que se colocan sobre las camas para cubrir y proteger los cuerpos.
“Esta pieza trata sobre eso, sobre vínculos de protección entre las mujeres, el trabajo de las mujeres como sustento y como columna”, explicó Casarino durante la presentación de la muestra.
Los procesos de colonización en el Paraguay fueron bastante distintos a los demás países. Se implementó el sistema de cuñadazgo y las mujeres indígenas fueron entregadas a los conquistadores como pacto político para crear alianzas.
Claudia Casarino
La obra es, entonces, una corona, pero también una ronda de vestidos unidos en los que los cuerpos están ausentes. Y las dos ideas, la ronda de mujeres y el cuerpo que falta, dan una fuerza poética que adquiere un significado especial en una región marcada por la violencia institucional.
Casarino también expone una serie de impresiones hechas sobre lienzo con tierra colorada obtenida en el lugar de donde la artista es oriunda.
“Hace referencia al origen como una mancha indeleble” subraya Casarino.
“Tiene que ver con la historia personal de mi madre, una historia que se repite en muchos lugares, una historia de violencia contra la mujer, de femicidio que destruye a la familia y que obliga a migrar”.
Finalmente, Fredi Casco trabaja desde el archivo en los cruces entre la memoria y la política.
Casco obtuvo una serie de fotografías que podrían datarse en los mismos días en que Graham Greene estuvo en el Paraguay y a quien la policía de ese país secuestró una cámara fotográfica.
En base al recuerdo de relatos familiares, Casco encuentra un paralelismo entre estas imágenes alejadas de los procesos represivos y de las luchas populares, escenas cotidianas de una sociedad burguesa que convive y apoya a la dictadura, y las posibles tomas que pudo haber realizado el escritor británico.
Con esta idea en mente, Casco completa las fotografías con extractos de la novela "Viajes con mi tía”, ambientada en gran parte en el Paraguay de los años 60.
"La idea de esta exposición es reescribir cierta idea de los lenguajes contemporáneos desde los lugares periféricos", expresó Roberto Amigo.
La muestra Asunción se puede visitar en Herlitzka + Faría, Libertad 1630, de lunes a viernes de 11.30 a 19.00 hasta el 31 de julio.