El crecimiento económico de Nicaragua, que una vez fue uno de los más robustos de la región, se desacelerará significativamente este año después de meses de caos y violencia que dejaron a cientos de muertos y paralizaron la actividad empresarial.
La economía de US$13.700 millones crecerá solo un uno por ciento este año en un "escenario optimista" en comparación con una proyección original de un cinco por ciento, dijo el presidente del Banco Central, Ovidio Reyes, en una entrevista en Managua, Nicaragua. La economía perderá 86.000 empleos en 2018 y el desempleo subirá al seis por ciento a fin de año frente a la tasa del 3,7 por ciento de diciembre, señaló.
"Teníamos un escenario bastante positivo con buenas perspectivas de mediano plazo", señaló Reyes. "Lamentablemente los hechos de abril y el fenómeno socio-politico que sucedio golpearon fuertemente estas proyecciones".
El 18 de abril, cuando el gobierno anunció que aumentaría los impuestos de seguridad social y reduciría beneficios, estallaron violentos enfrentamientos entre la policía y manifestantes. El presidente Daniel Ortega derogó la reforma, pero siguieron meses de protestas. Según grupos de defensa de los derechos, más de 350 personas han sido asesinadas, mientras que Ortega dice que las víctimas fatales ascienden a 195. Desde abril, unos 23.000 nicaragüenses han solicitado asilo en la vecina Costa Rica, según la Naciones Unidas.
Reyes señaló que el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social agotó sus reservas en los últimos años a medida que caían los ingresos y el fondo "aun requiere una reforma. Algo tenemos que hacer para garantizar la sostenibilidad y las finanzas del seguro social", sostuvo.
El turismo será uno de los sectores más afectados este año y la industria generará al menos US$250 millones menos que los US$940 millones proyectados originalmente, sostuvo Reyes. Hoteles y restaurantes han cerrado mientras que las empresas que permanecen abiertas han reducido sus horas y instalado rejas en las entradas por protección. "Los turistas dejaron de venir", señaló.
El producto interno bruto del país ha estado creciendo cerca de un cinco por ciento anual desde 2010 y se mantuvo relativamente libre de la violencia política y pandillera que aflige a países vecinos como Honduras. El año pasado, la economía de Nicaragua registró el mayor crecimiento de América después de Panamá.
Pero la actividad económica se contrajo un 4,9 por ciento en mayo de este año, la mayor caída desde la crisis financiera global hace una década, y Reyes dijo que los números de junio podrían ser peores ya que la violencia se intensificó ese mes. La actividad del tercer trimestre debería reflejar una mejora ya que los disturbios se calmaron a finales de julio, señaló.
Se han retirado barricadas de ladrillos y neumáticos quemados en las carreteras y autopistas mientras que los equipos antidisturbios de la policía patrullan las principales vías públicas que fueron bloqueadas durante el levantamiento.
Las universidades en Managua donde los estudiantes se atrincheraron durante los enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales se encuentran cerradas. Grupos pro-gobierno y opositores marcharon ayer por las calles de Nicaragua pidiendo justicia para las personas asesinadas.
S&P y Fitch rebajaron la calificación de la deuda a largo plazo en moneda extranjera del país a B desde B+ debido a la inestabilidad política y mantuvieron perspectivas negativas.
El desafío ahora, dijo Reyes, es restaurar la confianza. Los depósitos bancarios han caído un 14 por ciento desde abril. Algunos nicaragüenses han sacado su dinero del país mientras que otros "pueden tener parte en el colchón". El Banco Central abrió líneas de crédito, redujo los requisitos mínimos de reserva para los bancos y la próxima semana comenzará a emitir bonos para el público general en un esfuerzo por amortiguar el golpe y devolver dinero al sistema.
"La situación puso nervioso a todo el país", señaló Ortega. "Lo que hay que hacer es reconstruir nuevamente esa confianza y tratar de salir adelante".