En el período previo a este fin de semana de elecciones, el candidato presidencial Alberto Fernández ha intentado calmar a los aterrados inversores en bonos. O algo así. En realidad, no dice que no va a incumplir. Solo dice que no será tan terrible.
Para abordar el tema, Fernández se ha referido en reiteradas ocasiones al incumplimiento -o reperfilar, como le gusta llamarlo- en su vecino Uruguay en 2003 como un modelo de lo que le gustaría hacer para que la carga de deuda de US$100.000 millones de Argentina sea más manejable. En aquel entonces, los funcionarios uruguayos dejaron intacto el capital de aproximadamente US$5.300 millones en bonos en moneda extranjera y simplemente postergaron los vencimientos en un promedio de cinco años, con lo que endosaron a los acreedores con pérdidas de alrededor de 20%.
Sin embargo, los tenedores de bonos argentinos no parecen verse afectados por su tono en lo más mínimo. Tras reducir el precio de los bonos soberanos a solo 40 centavos por dólar, continúan preparándose para pérdidas que son mucho mayores que las impuestas por Uruguay.
Esa brecha en las expectativas -equivalente a cerca de 40 puntos porcentuales- también marca de forma efectiva la brecha de credibilidad que enfrentará Fernández cuando asuma la presidencia en diciembre y marca el comienzo del regreso del partido populista peronista que se contrapuso a los inversores en casi todos los aspectos durante su reciente mandato de 12 años.
“El mercado espera una solución mucho más pesimista”, dijo Sebastián Cisa, jefe de mesa de operaciones de la corredora con sede en Buenos Aires SBS Trading. “La solución uruguaya no es viable”.
Ojalá lo fuera. El acuerdo, respaldado por el Fondo Monetario Internacional, en su mayoría funcionó bien para todos. Los inversores fueron los primeros en verse afectados en el valor neto actual al aceptar vencimientos más largos, pero los bonos finalmente superaron a sus pares. Uruguay logró el alivio de la deuda que necesitaba, lo que allanó el camino para un rápido crecimiento económico gracias al auge de los precios de los productos básicos.
Uno de los bonos entregados a los inversores en la reestructuración, una nota denominada en dólares con vencimiento en 2033, ha tenido un rendimiento de alrededor de 550% desde el intercambio, más del doble del promedio de la deuda de los mercados emergentes en divisas durante ese lapso.
Pero la situación en la que se encuentra Argentina es muy diferente a la que Uruguay enfrentó en 2003. Por un lado, está el contraste en la envergadura: Argentina tiene un poco más de US$30.000 millones en bonos en moneda extranjera que quiere renegociar, aproximadamente seis veces más que Uruguay. Además, mientras Uruguay tenía excedentes del presupuesto primario en ese momento, Argentina registra un déficit y Fernández se ha comprometido a impulsar el gasto social.
Económicamente viable
Con ese escenario, el alivio de la deuda que solo extiende los vencimientos en lugar de reducir el capital “requeriría demasiado ajuste fiscal para ser política o económicamente viable”, señaló Fitch Ratings en una declaración dada a conocer 24 de octubre. “Pesaría aún más en una economía entrando en su tercer año de recesión, y el apetito político por el ajuste fiscal parece débil”.
Para ser claros, Fernández nunca ha puesto una cifra para las pérdidas que está tratando de imponer a los acreedores, y su oficina de prensa declinó entregar comentarios para este artículo. Pero al hablar del caso de Uruguay en repetidas ocasiones -lo ha mencionado al menos unas seis veces en presentaciones recientes de campaña- está indicando que no será nada como el paralizante incumplimiento que Argentina realizó en 2001. Más aún, sugiere que mientras no se reduzca el valor nominal de la deuda, la reestructuración ni siquiera calificaría como incumplimiento, opinión que las calificadoras de riesgo no comparten. “Ya he vivido un default y es muy perjudicial para la sociedad. Nadie podría querer un default como solución”.
El FMI señaló que está esperando escuchar el plan económico de Argentina antes de iniciar nuevas negociaciones. Incluso antes de la sorpresiva victora rotunda de Fernández de las primarias de agosto, fondos de mercados emergentes de la talla de JPMorgan, Goldman Sachs y DoubleLine habían recortado su exposición argentina, según datos compilados por Bloomberg.