La película de terror de Italia acaba de empezar, y se pondrá más horrible.
La economía del país se estancó en el tercer trimestre, según las cifras publicadas el martes. La desaceleración puede ser parte de una tendencia más amplia: la economía de la zona euro se expandió apenas un 0,2 por ciento en los mismos tres meses. Pero está claro que la incertidumbre que ha acompañado el ascenso al poder del gobierno populista de Italia ha empezado a mostrar algunas consecuencias.
La desaceleración echará por tierra los planes del ministro de Finanzas Giovanni Tria, que apuesta a que la economía se expandirá en un 1,5 por ciento el próximo año para poder financiar una serie de beneficios mientras mantiene la enorme deuda pública de Italia en una ligera tendencia a la baja. Esta previsión de crecimiento ya había sido considerada demasiado optimista por el propio consejo fiscal de Italia. Ahora parece una misión imposible. El gobierno haría bien en revertir el curso de sus medidas más perjudiciales antes de que el espiral de préstamos y endeudamiento se salga de control.
La desaceleración de Italia tiene sus raíces en el debilitamiento de la economía de la zona euro. El proteccionismo está perjudicando a las exportaciones, que habían contribuido a impulsar el crecimiento tanto de Italia como del resto de Europa en 2017. La producción alemana de automóviles también se ha estancado debido a que los fabricantes de automóviles no han logrado adaptarse a las nuevas pruebas de emisiones. Dado que Italia proporciona muchos componentes para esta industria, es posible que esto haya desempeñado un papel importante. La esperanza es que a medida que la producción de vehículos se recupera y si la ola proteccionista disminuye, la desaceleración económica será temporal.
Sin embargo, la industria italiana se enfrenta a algunos problemas adicionales e innecesarios de origen propio. Desde la formación del nuevo gobierno en la primavera, los costos de endeudamiento de Roma se han disparado. Esto está haciendo más costoso para los bancos financiarse a sí mismos en los mercados financieros. Para los clientes, las tasas de interés de los préstamos recién empezaron a subir, pero la amenaza de nuevos aumentos ha pesado en la mente de los ejecutivos. Es difícil pensar en grandes inversiones cuando la incertidumbre política es tan grande.
El gobierno también ha aprobado leyes que harán más difícil la vida de las empresas. En julio, una reforma del mercado laboral encabezada por Luigi Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas, encareció la contratación temporal de trabajadores, a la vez que aumentó la indemnización por despido de los trabajadores con contratos permanentes. Todavía no sabemos exactamente cuánto daño han causado estos cambios, pero es probable que sólo reduzcan la contratación.
Giuseppe Conte, primer ministro de Italia, dijo que la desaceleración se anticipaba, razón por la cual el gobierno decidió aprobar un presupuesto expansionista. Roma se ha fijado como objetivo un déficit presupuestario equivalente al 2,4 por ciento del producto interno bruto, mucho más de lo que se había acordado con Bruselas. Muchos observadores temen que el resultado final pueda ser incluso peor, ya que se basa en proyecciones de crecimiento que no son plausibles.
La explicación del gobierno es egoísta y desacertada. La economía italiana está en peligro de entrar en recesión precisamente porque los inversores temen que la coalición no tenga ni idea de cómo estimular el crecimiento. El presupuesto sólo atiende de forma superficial la necesidad de impulsar la inversión e incluye una serie de medidas -como la reducción de la edad de jubilación- que sólo perjudicarán la sostenibilidad de la deuda sin hacer mucho por impulsar el crecimiento. El aumento de los costos de los préstamos pesará sobre los consumidores y las empresas, lo que anulará cualquier efecto expansivo del presupuesto. Esto provocará inexorablemente ciertas desviaciones presupuestarias, lo que aumentará la preocupación de los inversores y agravará este círculo vicioso.
Sería prudente que el Gobierno volviera a la mesa de planificación antes de que sea demasiado tarde. Debe abandonar algunas de sus propuestas más perjudiciales, incluida la reforma de pensiones, y concentrar el poco dinero que tiene en la inversión pública. Este cambio debe ser comunicado abiertamente, y no mediante subterfugios mal entendidos, como postergar medidas para no gastar el dinero que se les ha asignado. Un cambio claro de política ayudaría a reducir el costo de los préstamos y podría crear algo de margen para un poco más de gasto público.
La Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas pueden pensar que su receta económica finalmente resultará correcta. Pero esta parece la más peligrosa de las apuestas. El riesgo para Italia es grande y no desaparecerá. Es mejor parar ahora que arrepentirse después.
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