El nuevo gobierno izquierdista de Argentina está realizando un acto de equilibrismo en su política hacia Venezuela, alejándose del Grupo de Lima que ve al presidente Nicolás Maduro como dictador, al tiempo que condena su asalto a la Asamblea Nacional controlada por la oposición.
La administración del presidente Alberto Fernández dijo el domingo que el impulso de las fuerzas de seguridad de Maduro para impedir al líder de la oposición, Juan Guaidó, y sus partidarios ingresar a la Asamblea Nacional fue “inaceptable” y “un nuevo obstáculo para el pleno funcionamiento del estado de derecho”. Aún así, el gobierno argentino declinó firmar una declaración condenatoria del Grupo de Lima, un equipo ad-hoc creado en 2017 por varios países, incluido Argentina, que busca elecciones libres en Venezuela.
Este enfoque dual resalta el delicado acto de equilibrio de Fernández sobre un tema muy debatido que está dividiendo las lealtades políticas de América Latina.
Como jefe de una coalición de izquierda, el presidente argentino ha señalado que está realineando la política exterior del país; en parte otorgando asilo al expresidente boliviano Evo Morales e interactuando con los funcionarios de Maduro durante su posesión el mes pasado. Al mismo tiempo, acercarse demasiado a un régimen que el gobierno de Donald Trump está tratando de eliminar puede poner en peligro el apoyo de Estados Unidos en negociaciones económicas clave para Argentina.
Un alto funcionario de la administración Trump le dijo a Bloomberg News el mes pasado que refugiar a Morales e involucrarse con el régimen de Venezuela cruzaba una línea roja y podría costarle a Argentina el respaldo para un nuevo paquete financiero del Fondo Monetario Internacional y la inversión estadounidense en los vastos campos de petróleo y gas de esquisto del país.
Fernández está buscando un punto medio para Venezuela sin molestar a Trump en el camino, asegura Andrés Malamud, profesor argentino de ciencia política en la Universidad de Lisboa. “Al no firmar junto con el Grupo de Lima, puede apostar a ser moderador”, dijo a Bloomberg. “Argentina necesita el apoyo de Trump para renegociar su deuda”.
El nuevo gobierno de Argentina no reconoce a Guaidó como presidente de Venezuela y tampoco considera a Maduro dictador, dijo una persona con conocimiento directo del asunto a Bloomberg News. El comunicado del Grupo de Lima, firmado por países como Brasil y Canadá, describe al gobierno de Maduro como una dictadura, algo que la administración de Fernández no estaba dispuesta a apoyar, dijo la persona, quien declinó ser identificada porque las discusiones no son públicas.
Argentina no fue el único país de izquierda que condenó la medida de Maduro que llevó a Luis Parra, un diputado atrapado en un escándalo de corrupción, a declararse el nuevo líder de la cámara el domingo. Uruguay, que tampoco considera a Maduro un dictador, dijo que la actitud de su gobierno “daña gravemente” los esfuerzos por encontrar una solución a la crisis venezolana. Aunque se abstuvo de condenar la situación, México pidió que se siguiera el proceso democrático en la votación de la Asamblea Nacional.