Apenas unas semanas después de que se formara la unidad policial vieron por primera vez a los ladrones de cobre, las siluetas de un grupo de hombres en un cerro desde el cual se pueden observar las vías férreas, lo que desató una persecución en la oscuridad de la noche en pleno desierto chileno de Atacama.
Si bien la búsqueda fracasó y la banda desapareció en la oscuridad a toda velocidad, al menos la policía frustró un posible robo de tren.
El incidente es parte de un juego del gato y el ratón entre fuerzas de seguridad y ladrones que se desarrolla en un área del tamaño de Mississippi que produce alrededor de una cuarta parte del cobre mundial. Los robos se han disparado en los últimos años, toda vez que los ladrones interceptan los trenes que transportan el metal rojo desde las minas ubicadas en las montañas de los Andes hasta los puertos. La policía contraatacó al crear el nuevo grupo especializado en agosto del año pasado.
"Pueden asaltar un tren en cualquier lugar simplemente poniendo cosas en las vías", comentó Luis Millapán, subcomisario que encabeza la unidad contra el robo de cobre. "Luego suben, cortan las ataduras que aseguran los cátodos y los cargan en camionetas especialmente adaptadas para soportar el peso".
La nueva unidad de policía ya ha tenido cierto éxito al arrestar a 11 personas e incautar unas 60 toneladas de mineral sustraído de las minas. Si bien no han logrado atrapar a ninguna de las bandas que roban en los trenes, su mayor vigilancia ha llevado a una disminución en el número de delitos.
Altamente especializados
"Están muy bien organizados", afirmó Millapán, refiriéndose a los delincuentes. "Usan radios de alta frecuencia, ropa especial para soportar las heladas temperaturas del desierto y conocen la zona como la palma de su mano".
Los robos a trenes se dispararon de solo uno en 2015 a 46 el año pasado, según Grupo FCAB, unidad logística de Antofagasta que posee y opera 700 kilómetros de ferrovías en el sector. Esa tendencia ahora parece estar cambiando, según la policía, pues solo se han registrado dos robos este año.
Los 15 agentes de la unidad se turnan para escoltar los trenes a través del desierto a bordo de vehículos 4x4. Se enfocan en los convoyes con más probabilidades de ser robados, aquellos que viajan de noche con luna llena, cuando los ladrones no necesitan encender las luces de sus camionetas para ver los trenes. Los conductores de trenes también alertan a la policía cuando detectan movimientos sospechosos alrededor de las vías. En la mayoría de los casos, los sospechosos escapan mucho antes de que lleguen los efectivos.
Los ladrones tienen en la mira los cátodos, placas de cobre de pureza casi total que pesan 80 kilos y tienen un valor aproximado de US$500 en la actualidad. Después de ser robados, los cátodos se entierran en el desierto y solo se recuperan una vez que amaina la vigilancia policial. Posteriormente, el cobre se lleva a depósitos de chatarra antes de ser cargado en camiones, cubierto con desechos y enviado a países vecinos como Perú, Bolivia y Argentina.
Las dos principales víctimas del año pasado fueron la mina Escondida de BHP, el depósito de cobre más grande del mundo, y Chuquicamata de la cuprífera estatal Codelco, detalló Millapán. BHP no registró episodios de robo en sus instalaciones el año pasado, pero varios en trenes que transportan el cobre de la compañía, explicó un funcionario por teléfono. Codelco no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
"Hemos identificado las bandas y ahora necesitamos desarticularlas para llevarlas ante los tribunales", añadió Millapán. "Atraparlos va a costar un poco más porque se esconden en el desierto y es un lugar tan amplio y oscuro".