El mayor fabricante de cobre del mundo puja por modernizar una de sus minas más antiguas. Dado que los planes desatan una serie de disrupciones y protestas de los trabajadores, se torna evidente que los problemas técnicos no serán el único escollo.
Codelco se encuentra en las últimas fases de un proyecto por valor de US$5.500 millones destinado a insuflar nueva vida a su explotación Chuquicamata en el norte de Chile, que transformará la mina a cielo abierto más grande por dimensiones en una explotación subterránea. La compañía minera que es de propiedad estatal necesita invertir US$22.000 millones hasta 2022 en modernizar sus minas viejas para mantener la producción en un momento en que disminuyen las reservas en los depósitos del mundo.
No obstante, el proyecto traerá aparejados costos humanos, según los trabajadores, quienes señalan que puede avecinarse una mayor agitación. Los cambios en la mina implicarán recortar unos 1.700 empleos de los 5.000 actuales. Teniendo en cuenta que otros yacimientos de Codelco seguirán un camino similar, los trabajadores se sienten más urgidos a hacerse oír. Esto sugiere que las relaciones de Codelco con los empleados de la mina podrían experimentar un mayor deterioro precisamente ahora que la producción global de cobre está quedando por detrás de la demanda.
“Esto se intensificará aún más. Continuaremos hasta que la compañía entienda que debe respetar a los trabajadores de Chuquicamata”, dijo Cecilia González, presidenta del Sindicato No. 1 en una entrevista en Valparaíso. “Estamos ante una administración que quiere transformar Chuquicamata sin respetar su cultura y su historia”.
El proceso de modernización para Chuquicamata subterránea coincidirá con la negociación laboral de Codelco con los tres sindicatos más grandes de la mina, que representan a alrededor de 4.500 de los 5.000 trabajadores. Tienen que firmar un nuevo contrato colectivo antes del vencimiento del actual en mayo.
El cambio a la extracción subterránea en la centenaria Chuquicamata ya está teniendo un costo para Codelco. Luego de una interrupción en julio, este mes los trabajadores bloquearon los accesos a la mina en dos oportunidades, con la consiguiente disminución de la producción. Tres de los cinco sindicatos de la mina quieren que la dirección negocie los recortes de empleos y los paquetes de indemnización, incluida la cobertura médica para los trabajadores salientes. También quieren una garantía de que las condiciones de trabajo para los trabajadores subterráneos no serán peores cuando la mina comience a operar a mediados de 2019.
Hasta el momento, la dirección no ha escuchado, dijo González. “Los trabajadores se alinean con los líderes sindicales porque entienden que están en riesgo sus empleos, sus beneficios y la salud de sus familias”.
Un ejecutivo de Codelco declinó hacer declaraciones.
Las protestas en Chuquicamata, que el año pasado produjo 331.000 toneladas de cobre, y sus alrededores, podrían llegar a afectar al resto de las minas del distrito norte de Codelco que están muy cerca unas de otras y en algunos casos comparten caminos de acceso. Comprenden Radomiro Tomic, la segunda mina más grande de Codelco, y Ministro Hales.
Pozo más grande
Situada en el corazón del desierto de Atacama, el lugar más seco de la Tierra, Chuquicamata puede confundirse con un cañón. La mina centenaria tiene casi 5 kilómetros (unas 3 millas) de longitud y una profundidad de 1.100 metros (3.600 pies). Un camión tarda una hora y media en llegar al fondo.
Chuquicamata, la tercera explotación más grande de Codelco por producción, arrastra un largo historial de enfrentamientos entre la compañía y los trabajadores.
“La dirección ha intentado asustar a los trabajadores”, dijo Rolando Milla, presidente del Sindicato No. 3 de Chuquicamata. “Pero como siempre ha ocurrido en la historia de Chuquicamata, hay un momento en que los trabajadores despiertan y exigen a sus líderes sindicales que se levanten. Es lo que está pasando en este momento, y nuestra gente está enardecida”.