Fue el hombre que convenció al mundo con su visión de una economía saudita que dejaría de depender del petróleo. Ahora el príncipe heredero Mohamed bin Salmán podría transformarse en el mayor riesgo para su propio proyecto. Todo cambió cuando Jamal Khashoggi ingresó en el consulado saudita en Estambul el 2 de octubre y nunca salió. Se propagaron rápidamente acusaciones de que el periodista radicado en Washington había sido asesinado por un grupo de ataque enviado desde Riad. Y la sospecha recayó naturalmente en el soberano de facto del reino productor de petróleo, el heredero al trono de 33 años.
El príncipe Mohamed, que niega tener conocimiento del destino de Khashoggi, cuenta todavía con defensores, en particular Donald Trump. El presidente estadounidense y su máximo diplomático han aconsejado no poner en riesgo la alianza que mantiene desde hace décadas EE.UU. con Arabia Saudita, en tanto se aguardan los resultados de una investigación saudí. Pero esto contrasta fuertemente con un coro creciente de indignación, lo que presiona a la Casa Blanca a actuar. En el Congreso, legisladores del propio partido de Trump denunciaron al príncipe personalmente y exigieron sanciones.
Y, algo crucial para los planes económicos del príncipe Mohamed, los líderes empresariales del mundo que trataba de atraer se están distanciando. Los directivos de JPMorgan Chase & Co., Ford Motor Co. y Uber Technologies Inc. se cuentan entre decenas de ejecutivos y funcionarios que están descartando los planes de asistir al foro de negocios del príncipe la semana próxima.
Para un jefe de Estado que apostó el futuro de su país a un aumento de la inversión extranjera, esto es un indicador ominoso. “Lo que parece ser una complicidad oficial saudí en la desaparición, y posiblemente la muerte, de Jamal, transmite todas las malas señales a las personas y los grupos que Mohamed bin Salmán necesita para cambiar el rumbo de Arabia Saudita en la dirección que quiere”, dijo Gregory Gause, especialista en Arabia Saudita de la Texas A&M University.
Los inversores que necesita del príncipe heredero ya titubeaban. No tenían problema en mostrarse en cumbres ostentosas, al menos hasta que desapareció Khashoggi… pero el dinero no llegaba.
La inversión extranjera directa se desplomó más del 80 por ciento el año pasado. En una entrevista de este mes, el príncipe heredero dijo que los datos iniciales sugerían un repunte parcial en 2018. No obstante, para alcanzar sus objetivos de 2020, dicha inversión debe aumentar.
Por el contrario, ya antes del escándalo de Khashoggi, los dirigentes de empresa habían visto lo suficiente en el gobierno del príncipe Mohamed como para inquietarse. En el plano interno, Arabia Saudita detuvo a decenas de destacados emprendedores locales como parte de una supuesta mano dura contra los sobornos. En el exterior, lanzó un boicot contra Catar y quedó envuelto en disputas con Alemania y Canadá que pusieron en peligro acuerdos comerciales con esas naciones.
Ziad Daoud, economista jefe para Oriente Medio de Bloomberg Economics, identifica tres nuevos riesgos para los inversores de negocios en Arabia Saudita. “Primero, existe la posibilidad de que sus socios locales queden atrapados en otra campaña anticorrupción”. Además, existen disputas geopolíticas que dejan a empresas de determinados países excluidas del reino. “La pelea con Alemania tardó casi un año en resolverse. Esto constituye un acto de perjuicio autoinfligido”. Y por último, “las compañías que invierten en Arabia Saudita podrían terminar expuestas a una reacción pública adversa si las acusaciones sobre la desaparición de Khashoggi resultan ciertas”.
* Con la colaboración de Ziad Daoud.