Luego del mayor escándalo de corrupción política de la historia de Brasil y la peor recesión de que se tenga registro, el deseo del país de una profunda renovación es recibido por una elite política que se resiste obcecadamente a cambiar.
No se trata solamente de los principales candidatos a la presidencia, todos los cuales representan a partidos consagrados y se dedican a la política desde hace por lo menos una década, y uno de ellos desde hace medio siglo.
Cientos de candidatos a legisladores buscan la seguridad de sus cargos actuales. De los 513 diputados de la cámara baja, 402 –el 79 por ciento- buscan la reelección, más que en 2014. El 59 por ciento de los senadores que pueden ser reelegidos competirá por una banca, la cifra más alta desde 2002.
“Las elecciones de 2018 ya han sido saboteadas”, dijo Samuel Emilio Melo, coordinador nacional de Acrédito, una organización que aboga por la renovación política, agregando que los líderes partidarios que controlan el presupuesto tienden a dar prioridad a los “viejos caciques”.
La investigación del Lava Jato no parece haber disuadido a aquellos que están en problemas con los fiscales. Por lo menos 40 miembros de la cámara baja y 17 senadores que están siendo investigados quieren renovar sus mandatos, según una investigación de Jota, sitio web especializado en asuntos legales brasileños. Y eso los protege de ser juzgados en tribunales que no sean el Supremo Tribunal Federal.
Las leyes electorales brasileñas ofrecen considerables ventajas a los políticos electos, según Antonio Augusto de Queiroz, perteneciente a DIAP, Departamento Intersindical de Asesoría Parlamentaria.
“Los candidatos a la reelección tienen enormes ventajas en comparación con los que aspiran a ocupar su lugar”, dijo. Como ejemplo, Queiroz mencionó el hecho de que un político electo puede ser candidato sin dejar su cargo, hecho que automáticamente eleva su perfil respecto de los recién llegados. El funcionario en ejercicio también tiene más acceso a los fondos del partido.
Si bien quienes ocupan actualmente cargos pueden resistirse a dejarlos, eso no significa que nadie esté tratando de desplazarlos. Este año de hecho se presenta a la elección para la cámara baja el número más alto de candidatos: 8.332 compiten por sólo 513 bancas.
En los últimos años, han surgido diversos movimientos que reclaman la renovación de la política debido a la frustración de los brasileños con la política de siempre. Acrédito, palabra portuguesa que quiere decir “Yo creo”, ha reunido a 2.000 jóvenes de 14 estados y presentará 30 candidatos a cargos de diputados estaduales y federales así como para el Senado.
Aunque Melo cree que hay pocas posibilidades de que se produzcan cambios importantes en estas elecciones, es enfático respecto a lo que tiene que hacerse para garantizar más renovación en el futuro. “Lo que tenemos que hacer es analizar con el próximo congreso criterios claros, transparentes y basados en la meritocracia para que haya una distribución más justa del fondo electoral”, señaló.