Las noticias recientes de que la mala suerte aleatoria tiene un rol considerable en el cáncer ha sido malinterpretada como mala, cuando en realidad es muy buena para ayudar a los seres humanos a entender qué es el cáncer y qué se puede hacer para prevenirlo.
Nuevos experimentos intentan cuantificar los hallazgos de entre 2015 y 2017, según los cuales la "mala suerte" aleatoria es un factor importante en el desarrollo de cánceres, además de las predisposiciones genéticas heredadas y los agentes carcinógenos en el medio ambiente. Este mes, un equipo independiente demostró que el tejido normal está lleno de conjuntos de células mutadas, algunas de las cuales contienen errores genéticos comunes en el cáncer. Esto encaja con nuestra comprensión actual de que el cáncer empieza cuando las células adquieren una combinación de mutaciones genéticas que les permiten salirse de control.
La reacción a la aseveración de la "mala suerte" ha sido más moralista que científica. StatNews informó que los resultados podrían implicar "que los esfuerzos preventivos como dejar de fumar o limpiar el medio ambiente no tienen mucho sentido". Una noticia en Science Magazine decía: "muchos científicos tuvieron problemas con el artículo... porque sentían que hacía demasiado énfasis en la aleatoriedad del cáncer y subestimaba el valor de los esfuerzos de prevención".
La perspectiva derrotista se parece a no usar el cinturón de seguridad porque conducir nunca es 100% seguro. Hay una forma más constructiva de pensar en la aleatoriedad: no como una razón para dejar de minimizar el riesgo, sino como una razón para la vigilancia y la investigación.
A sabiendas del rol de la aleatoriedad, tal vez más de nosotros podríamos pedirle a un médico que nos revise este pequeño bulto, o la mancha entre los dedos de nuestros pies que se ve rara aunque esa parte de nuestra piel nunca ha visto el sol. Yo no fumo, pero como he aprendido que el 15% de los casos de cáncer de pulmón ocurren en personas que nunca han fumado, tengo más probabilidades de tomar en serio un dolor persistente en el pecho o una tos, los cuales podrían ser un cáncer de pulmón. Reconocer el factor aleatoriedad podría salvar vidas.
En la última investigación, publicada este mes en la revista Science, es difícil saber si las mutaciones en el tejido saludable fueron causadas en parte por factores ambientales o principalmente errores aleatorios de copia, pero estos resultados sí sugieren que el mero acto de envejecer es un factor de riesgo considerable. Como lo planteó uno de los autores del estudio en 2015: [e]ntre más largo el viaje, mayores las probabilidades de accidente, incluso con el cinturón de seguridad.
Los hallazgos ofrecen tanto esperanzas como alertas sobre la promesa de la detección temprana. Los proponentes de las pruebas masivas tuvieron que retroceder hace algunos años tras escándalos según los cuales los programas de pruebas de cáncer de próstata y mama llevaron a muchas personas a seguir tratamientos duros y trascendentales para tumores con poca probabilidad de expandirse.
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De ser así, no hay mucho que se pueda hacer al respecto. Pero la tecnología médica sí tiene mucho por hacer. La intervención temprana puede ayudar. Un ejemplo es el éxito de las colonoscopias, mediante las cuales los médicos pueden extirpar pólipos peligrosos y nadie los extraña. Lo mismo aplica para la remoción de lesiones precancerosas en la piel.
En animales con una incidencia inusualmente baja de cáncer, aparecen mutaciones aleatorias, pero la evolución ha encontrado la manera de arreglarlas. Por ejemplo, los elefantes tienen copias extra de un gen llamado p53, el cual codifica un sistema de reparación del ADN, de modo que los elefantes tienen que tener muy mala suerte para que les dé cáncer. Algún día, los científicos podrían aprovechar ese superpoder para nosotros.
El infortunio aleatorio del cáncer será vulnerable a avances médicos como ese, lo que significa que los seres humanos pueden crear su propia suerte.