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Durante la pandemia

Salzburgo encontró la manera de hacer festivales

Con un protocolo basado en colores y dos tercios del presupuesto inicial, el Festival de música clásica más famoso de Europa se prepara para celebrar cien años. Galería de fotos

Salzburgo y Mozart  20200720
Salzburgo y Mozart | SHUTERSTOCK

Cuando los casos de COVID-19 comenzaron a aumentar en todo el mundo a principios de marzo, las organizaciones culturales comenzaron a cancelar sus planes de verano.

Pero los organizadores del Festival de Salzburgo, una de las plataformas veraniegas más prestigiosas del mundo para música clásica, ópera y teatro, le apostaron al momento. “Decidimos esperar y desarrollamos una serie de escenarios sobre cómo hacerlo [todavía]”, dice Lukas Crepaz, el director ejecutivo del festival. ”Estábamos pensando, tal vez incluso un solo evento para celebrar nuestro centenario; no nos atrevimos a esperar poder presentar cuatro semanas de programación”.

Otros festivales continuaron abandonando sus programas. El Festival Verbier en Suiza fue cancelado, al igual que el prestigioso Festival Ojai en California. Salzburgo canceló su festival Whitsun a mediados de abril, aun cuando mantuvo sus planes de verano abiertos.

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El gobierno austriaco continuó atenuando las restricciones. En junio, declaró permitidas las reuniones de cien personas, luego 250 en julio y hasta 500 –incluso mil– en agosto, dependiendo del lugar.

Los directores de Salzburgo anunciaron una programación abreviada, con 90 actuaciones durante 30 días.

Austria, que tuvo un pico de mil casos por día en marzo, ahora ha reducido su tasa de infección: solo 12 personas en todo el país dieron positivo para el virus el martes, según un reporte de la Organización Mundial de la Salud.

Ahora, cuando el festival comienza los ensayos, sus preparativos podrían servir como plantilla para otras organizaciones de artes escénicas de todo el mundo, desde Broadway hasta el ballet y la filarmónica.

Desarrollamos conceptos de prevención muy completos, porque queremos establecer un estándar que pueda ser adoptado por otros festivales y conciertos después”, dice Crepaz. “Estamos en contacto con muchas instituciones austriacas y europeas, que obviamente están viendo cómo estamos lidiando con esta situación”.

La parte más fácil, al menos desde el punto de vista logístico, fue determinar las regulaciones para la audiencia. Los asistentes deben usar máscaras faciales hasta que estén sentados, con un número reducido de aproximadamente 50%. Los asientos están dispuestos en un patrón de tablero de ajedrez, lo que significa que incluso las parejas no podrán sentarse uno al lado del otro. Los boletos no son transferibles y los nombres se verificarán antes de la entrada; en caso de producirse una infección, las autoridades pueden realizar un seguimiento rápido de los contactos. Se han eliminado los intermedios.

Esas restricciones, dicen los organizadores, no dictaron el programa. Così fan tutte de Mozart, que será dirigida por Joana Mallwitz a partir del 2 de agosto, ciertamente no fue elegida por su brevedad, con más de tres hora de duración. El programa se basó en “una visión dramatúrgica y en el cumplimiento de la regulación federal y los conceptos de seguridad”, dice un portavoz.

“Somos conscientes de que durante los intermedios, es realmente difícil controlar la distancia de las personas”, dice Crepaz. “Y decidimos no ofrecer nada para comer o beber”.

Bajaron los lugares de 16 a 8 y escalonaron las actuaciones para evitar cuellos de botella en la audiencia o cualquier tipo de superposición abarrotada. Sin embargo, los lugares se mantienen iguales: el adornado State Theatre, el Haus für Mozart (una sala de conciertos de 1.600 asientos que fue renovada en 2006) y el enorme Großes Festspielhaus estarán en uso. Los sistemas de climatización fueron “evaluados por expertos y adaptados cuando fue necesario”, dice un portavoz, aunque señala que “solo se admitirá el 50% de la capacidad de audiencia normal, por lo que la corriente de aire exterior por hora es hasta 2,5 veces más alta que antes”.

Cuando se trata del personal y los artistas del festival, las cosas se ponen más complicadas. Es muy difícil tener un coro socialmente distante de 30 personas, e incluso es difícil tener una orquesta socialmente distante, cuya proximidad no solo es una necesidad logística –los pozos de orquesta no son conocidos por ser espaciosos–, sino también artística. Es más fácil tocar juntos cuando se sientan juntos. Las máscaras, por razones obvias, a menudo son imposibles: nadie va a tocar el oboe detrás de una máscara N95, aunque un director de orquesta, o incluso un cuarteto de cuerda, podría hacerlo, dice Crepaz.

Luego considere los ensayos y las personas como el coreógrafo, que normalmente está cerca de –si no tocando–, varios bailarines, y el director, que a menudo está en contacto cercano con los artistas mientras trabajan la mecánica de una escena.

Finalmente, están los propios artistas: se supone que los actores y los cantantes, en general, interactúan a distancias más pequeñas que el metro aprobado por Austria. Dada la historia de miembros del coro que se infectan entre sí y a sus audiencias, “habrá una distancia mínima de dos metros entre las personas en el escenario y la audiencia, pero ese es el mínimo”, dice Crepaz. ”Los coros, estarán a una mayor distancia de la audiencia”.

 

El Teatro Colón presenta un concierto sinfónico con obras de Brahms y Strauss

 

La solución del festival de Salzburgo, dice Crepaz, se desarrolló en coordinación con un grupo de profesionales de la salud que incluía especialistas en microbiología clínica e higiene, el jefe de neumología en el Hospital Universitario de Salzburgo y el jefe de medicina interna en la Universidad de Medicina Paracelsus de SalzburgoSu solución: dividir al personal en tres grupos.

La primera unidad es el grupo “rojo”: artistas que, por las razones antes mencionadas, no pueden cumplir con las reglas de distanciamiento social de Austria. Incluso antes de que lleguen a los ensayos, serán evaluados y examinados en cuatro días. “Se espera que tengan un registro de salud todos los días, junto con un diario y un registro de contactos: ¿con quién se mantuvieron en contacto intenso?, dice Crepaz. De esa manera, esperan los organizadores, las personas en los roles más riesgosos pueden comenzar a salvo y mantenerse a salvo (no se espera que se pongan en cuarentena en casa entre los ensayos).

El grupo “naranja” comprende el personal temporal del festival y algunos artistas que tal vez no puedan mantener una distancia de un metro entre sí, pero que puedan usar máscaras. Estos son artistas que realizan recitales solos en el escenario, e incluso algunos grupos de música de cámara. Este grupo también será evaluado y examinado a su llegada a la ciudad y se espera que mantenga registros de salud y contacto.

El último grupo “amarillo” cubre a los empleados y artistas del festival que pueden permanecer socialmente distantes y usar máscaras faciales en todo momento. También se evaluarán inicialmente, pero no tendrán que guardar registros ni someterse a pruebas de detección.

Algunos ensayos, dice Crepaz, “se llevarán a cabo afuera, y los ensayos iniciales se realizarán con más distancia”.

Cuando se le preguntó si el festival tiene un plan de contingencia si estas medidas fallan, y los conciertos resultan en una amplia difusión del nuevo coronavirus, un portavoz dijo que “el festival cree que los procedimientos funcionarán para asegurar que el festival sea un éxito para sus artistas y el público”. Si algo sale mal, el portavoz continúa, “el festival tiene un plan de contingencia para diferentes escenarios”, aunque declinó dar detalles al respecto.

¿Pero, funcionará? Hay tres formas clave de medir la eficacia de los esfuerzos de Salzburgo: los miembros del público tienen que comprar boletos, la reorganización tiene que ganar suficiente dinero para justificar el costo de las presentaciones y, lo más importante, las personas, tanto asistentes como artistas, no pueden enfermarse.

A menos que algo salga mal durante los ensayos, los organizadores no tendrán una respuesta a la tercera pregunta hasta que las presentaciones hayan concluido, pero las dos primeras, venta de entradas y rentabilidad, son más fáciles de responder.

La mala noticia es que “estamos perdiendo mucho dinero” en virtud de las nuevas disposiciones, dice Crepaz. La buena noticia es que el festival ha podido modificar su presupuesto en consecuencia, sin entrar en números rojos. “Teníamos un presupuesto de 68 millones de euros (US$78 millones). Ahora nuestro presupuesto es de 41 millones de euros, y eso solo funciona si se reduce los costos en cada punto del presupuesto”.

Una de las formas más fáciles de recortar, dice, fue posponer varias óperas para el próximo año. “No es un secreto que las producciones de ópera son mucho más caras que los conciertos u otras producciones más pequeñas”, dice. “Así que nos estamos limitando a dos producciones en ópera y tres producciones en teatro, y el resto son conciertos”.

Al posponer cinco de las óperas planificadas para este verano, continúa, el festival ha sido capaz de alcanzar el punto de equilibrio. “Si solo fuéramos un festival de ópera, creo que no hubiera sido factible”, dice Crepaz.

En cuanto a la venta de entradas, el festival había vendido 180.000 entradas por adelantado; con el horario y la disposición de los asientos modificados, tuvo que reembolsarlas todas y comenzar desde cero.

Bajo las nuevas disposiciones, la capacidad total del festival es de solo 76 mil entradas. Usando un algoritmo, les dio a los compradores de boletos originales la opción de comprar alrededor de 50.000 de los boletos nuevos, y todos fueron vendidos. Unos 26 mil salieron a la venta el lunes al público en general. “Hemos recibido una gran respuesta de nuestra audiencia”, dice Crepaz. “La gente realmente quiere venir”. Un portavoz del festival dice que la mayoría de los compradores de boletos son de Austria y Alemania.

El éxito (o el fracaso) del festival de este año, concluye Crepaz, se reduce a un comportamiento responsable.

“Lo que realmente cuenta es la responsabilidad personal”, dice. “Eso significa que todos nosotros, incluida la audiencia, tenemos que comportarnos de una manera que mantenga la pandemia tan baja como la tenemos ahora”.

MM CP