Aunque se lo pueda observar mientras lee y escribe en los jardines o en la biblioteca del Instituto de Estudios Avanzados (IAS) de Princeton, es muy posible que el astrofísico argentino y nuevo integrante de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, Matías Zaldarriaga, esté viajando en el tiempo. Entre cálculos y datos de observaciones de telescopios, intenta encontrar respuestas sobre los orígenes y la composición del universo.
“El universo es muy viejo, y durante su historia cambió mucho. Tenemos fotos de distintos momentos y una teoría física para entender qué es lo que tiene que pasar en cada momento, de acuerdo con distintas hipótesis, y así tratamos de responder de qué está hecho el universo, cuán viejo es y cómo empezó”, explica Zaldarriaga a PERFIL. Por su labor fue elegido para formar parte de la mencionada academia, lo que le genera mucho orgullo: “Es un reconocimiento de los pares de uno, por lo que es muy lindo saber que mis colegas piensan que mi trabajo es lo suficientemente bueno como para ser miembro”.
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El físico y actual profesor en la Escuela de Ciencias Naturales del IAS egresó de la Universidad de Buenos Aires, comenzó el doctorado durante los 90 y se fue a Estados Unidos. “En esa época –comenta–, en Argentina era bastante común tratar de irse afuera si era posible”.
Entre sus trabajos se destaca el estudio vinculado con la radiación cósmica de fondo y, en particular, con la polarización de la radiación de fondo, propiedad que permitiría inferir información sobre el principio del universo, la llamada “época inflacionaria”, en la que atravesó una expansión gigantesca. “Aún no sabemos si realmente ocurrió o no, pero si fue así deja rastros, ondas gravitacionales, que si estuvieran ahí las podríamos ver al estudiar la radiación de fondo”, afirma. Hay varios proyectos con telescopios en la Antártida y en Chile que están a la caza de estas ondas gravitacionales que intrigan al astrofísico, que desearía “que las encuentren, pero no sé si van a estar”.
—¿Cuáles son las preguntas que falta responder?
—Siempre falta conocer algo. Nuestro universo es gigantesco, y está lleno de cosas muy raras y fenómenos desconocidos. Estrellas de neutrones, agujeros negros, galaxias, todo el tiempo estamos descubriendo algo. La astronomía tiene la suerte de que cuando hay un telescopio muy distinto a los anteriores, que ve a otra frecuencia o más lejos, aparecen fenómenos nuevos. No creo que haya algo que, si lo hiciéramos, nos permita saber todo; con suerte vamos a poder responder algunas de las preguntas que tenemos hoy y van a aparecer cosas nuevas.
—¿Qué se está cerca de descubrir?
—En astronomía hay muchos experimentos con el objetivo de responder preguntas que son como Colón: van por distintos lados, con suerte alguno encuentra América, mientras otros nada y se les hunde el barco. En cosmología hay muchas preguntas tanto sobre las ondas gravitacionales, que nos permitirían entender lo que estaba pasando al principio del universo, como sobre la materia oscura, y por eso hay un montón de experimentos tratando de detectar ese viento de materia oscura que pasa por la Tierra. También hay preguntas sobre la expansión del universo, que se está acelerando y no entendemos bien por qué. El telescopio espacial James Webb, que será lanzado pronto, va a estudiar la época en la que se formaron las primeras galaxias. Hay tantos experimentos que es muy difícil elegir alguno.
—¿Qué lo motivó a estudiar estos temas?
—Desde el secundario me interesaba la física, me gustaba ver la serie Cosmos de Carl Sagan, y tenía profesores que eran físicos que trabajaban en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Cuando uno es joven no se pone a pensar si va a conseguir trabajo o no y sigue lo que le gusta. En la UBA encontré gente que me ayudó, y después decidí irme afuera.
—¿Qué importancia tiene la educación para la ciencia?
—Tiene una importancia muy grande; mi profesor trabajaba en la CNEA pero, como en Argentina siempre hay problemas, también estaba dando clases en el secundario; luego terminó en Berkeley. A mí me vino fenómeno: gracias a que él estaba ahí, conocí a un científico cuando en mi familia no había ninguno. Acá en Estados Unidos un físico nuclear no estaría dando clases en un secundario.
—¿Cómo ve a la ciencia en Argentina?
—Argentina tiene problemas más allá de la ciencia; algo siempre está por explotar o explotó. La ciencia argentina podría estar mucho más adelante de lo que está. En física, la mayoría de los experimentos más de punta están pasando en otro lado, entonces, si uno quiere llegar a lo máximo posible se tiene que ir de Argentina; con los jugadores de fútbol pasa lo mismo.
"Argentina tiene problemas más allá de la ciencia; algo siempre está por explotar o explotó. La ciencia argentina podría estar mucho más adelante de lo que está".
Agujeros negros
Desde hace unos años, el físico argentino se dedica, junto a un equipo del Instituto de Estudios Avanzados (IAS), a analizar de manera independiente los datos del Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO), que logró la primera detección de ondas gravitacionales.
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Hace algunas semanas, el equipo publicó una investigación en la que anunciaron el descubrimiento de seis nuevas fusiones de agujeros negros binarios que superaron los umbrales de detección de LIGO. “Analizamos los datos que se hicieron públicos hace poco con un método distinto al que utilizan ellos y encontramos eventos de agujeros negros que ellos no habían hallado. Tenemos casi el doble”, explicó Zaldarriaga.
El equipo del IAS aplicó algoritmos distintos para identificar cuando hay problemas con los datos. “Creemos que con nuestro método los datos, una vez procesados, están mucho más limpios de esas imperfecciones que, en ocasiones, pueden hacen confundir porque se parecen a las ondas gravitacionales, no en los eventos fuertes como el primero que encontraron”, aclaró.