Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. Una de cada tres mujeres fallece por este motivo en la Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación. Y tal como ocurre en otros ámbitos, existen desigualdades de género en el diagnóstico y tratamiento que hacen que la mortalidad siga siendo mayor en las mujeres a largo plazo. Datos epidemiológicos de EE.UU, marcan que, a los 12 meses de sufrir un infarto agudo de miocardio, el 26% de las mujeres fallece, mientras que solo lo hace el 19% de los varones. A cinco años la desproporción sube: la mortalidad llega al 47% entre mujeres y 36% en hombres.
Ahora, un nuevo estudio médico viene a sumarle otro ángulo de género al tema: un grupo de expertos de las Universidades de Harvard, Washington y Minnesota analizó la evolución de 582 mil pacientes admitidos por problemas cardíacos en guardias de hospitales de Florida, EE.UU., entre 1991 y 2010. Y al segmentar los resultados por sexo surgió una llamativa discrepancia. Tras igualar los factores, la mortalidad entre pacientes mujeres tratadas por un médico varón era mayor que la cifra de mortalidad si la paciente había sido tratada por una médica.
En otras palabras, de cada mil mujeres que llegaban a la sala de Emergencias con síntomas de un ataque cardíaco, fallecían 15 mujeres más si eran atendidas por un cardiólogo que si eran tratadas por una profesional. “El hallazgo central del estudio es que algunos médicos varones parecen tener dificultades al tener que tratar problemas cardiológicos en mujeres”, resumió Brad Greenwood, autor de la investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. El principal problema, según el especialista de la Universidad de Minnesota, es que en un infarto sufrido por mujeres, los médicos muchas veces no aciertan con el diagnóstico porque confunden los síntomas con los producidos por ansiedad o estrés y se tiende a dar un tratamiento inadecuado que aumenta el riesgo de muerte.
Para la doctora Florencia Rolandi, consultora en cardiología, el trabajo no implica que las médicas sean mejores profesionales que los varones pero es posible intentar entender esta diferencia. “Hay estudios que indican que las médicas son más metódicas y tienen mayor apego a seguir las guías clínicas y cumplir al pie de la letra las buenas prácticas recomendadas por las asociaciones profesionales”, explicó.
Otro elemento que puede jugar un rol es que “siempre en promedio –porque hay varones muy efectivos para relacionarse–, es posible que las mujeres seamos, a veces, más prácticas a la hora de comunicarnos en forma efectiva con el paciente. Escuchándolo con plena atención y mirándolo a los ojos, durante el diálogo”. Y recordó que se comprobó que las médicas logran mejores resultados al hacer consejería con temas de salud como dejar de fumar.
De cada mil mujeres que llegaban a la sala de Emergencias con síntomas de un ataque cardíaco, fallecían 15 mujeres más si eran atendidas por un cardiólogo que si eran tratadas por una profesional.
Síntomas. Si bien los eventos cardiovasculares se presentan en las mujeres a edades más avanzadas que en los hombres, los infartos siguen siendo más graves en ellas. “Sabemos que las mujeres mueren más por enfermedad cardíaca, debido a varios factores: llegan más tarde a la consulta, sus síntomas son más complejos y no se interpretan bien al principio. Incluso, si es una paciente joven, no se piensa que pueda tener problemas de corazón”, sostuvo Oscar Mendiz, director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de Fundación Favaloro. Pero, “en nuestra experiencia, claramente hay médicos que tienen mejores o peores resultados y más o menos empatía, pero siempre independientemente del género”.
Mendiz explicó que en un infarto “en general los síntomas en las mujeres pueden ser menos específicos: mareos, vómitos, ansiedad generalizada, disnea, palpitaciones, dolor de hombros o indigestión. Muchas veces parece una gripe”. Tal vez por eso los registros internacionales indican que las mujeres tardan, en promedio, 53 horas en consultar al médico, mientras que el hombre 15.
Para el cardiólogo Jorge Tartaglione, “se sabe que las médicas suelen lograr un mejor seguimiento de los pacientes, en parte porque logran desarrollar una mejor empatía con el enfermo”. Para el actual presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), esa capacidad puede ser una base para generar una relación médico-paciente sólida, “que es algo que se está perdiendo”.
Cuestión de empatía
Para la cardióloga Florencia Rolandi, “suele ocurrir que mujeres y varones buscamos cosas diferentes al concurrir con un profesional de la medicina. Pareciera que los varones van más por el resultado y les importa un poco menos establecer una relación con su médico. Mientras que las mujeres le damos mayor importancia a la experiencia y al feedback con el profesional. En ese espacio juega un rol la empatía y la confianza, que son factores que favorecen la adherencia al tratamiento y eso genera, luego, mejores resultados”.
Para Oscar Mendiz, director del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de Fundación Favaloro cada persona debería buscar a su médico no por género ni edad, “sino en función de con qué profesional podrá lograr mejores resultados en salud”.
“Personalmente, si yo busco un tratamiento, me preocuparía por averiguar sus antecedentes profesionales, su formación, su trayectoria y el respaldo de su equipo y de la institución. Pero no me preocuparía en lo más mínimo por el género de mi médico”, concluyó el profesional.