MACRI Y ALFONSIN-BINNER: los candidatos que aspiran a ingresar en el ballottage para competir con el kirchnerismo en las elecciones de este año. |
Chávez cumplió esta semana 12 años al frente de Venezuela. Una docena es una cantidad de años impensable para la fluidez a la que nos acostumbró nuestra política porque no sólo nunca en toda la historia de la Argentina alguna persona ni personas del mismo apellido se han mantenido ininterrumpidamente 12 años al frente del país, sino que nunca desde el fin del voto calificado tras la ley Sáenz Peña, en 1916, algún partido político ni tampoco alguna dictadura logró mantener doce años de continuidad en el poder en la competitiva Argentina.
Pero parece que estamos a punto de establecer un nuevo antecedente, porque si la actual Presidenta se presentara a su reelección, como todo parece indicar, y en el contexto de las candidaturas de la oposición que se terminaron de instalar esta semana ella ganara, como también pareciera ser lo más probable, el kirchnerismo se encaminaría a batir el récord político de 12 años sin respiro conduciendo el país, primero con Néstor y luego con Cristina.
Opositor deseado. Mauricio Macri lanzó oficialmente su candidatura promoviendo con su decisión múltiples consecuencias en el resto de la oposición y alegría en el oficialismo porque, a pesar de que el kirchnerismo aspire a ganar en primera vuelta y le tema a una segunda, ante una polarización de la sociedad en un ballottage, le preocupa más que llegue a un segundo turno un candidato radical, siempre más digerible para todos los tipos de público y que pueda unificar el voto antioficialista, a que lo logre el controvertido Macri, que en sí mismo es polarizante para votantes con ciertos prejuicios.
El lanzamiento nacional del candidato de PRO hasta envalentona al oficialismo en la Ciudad de Buenos Aires. Sin Macri como candidato a jefe de Gobierno ni, ya antes, Pino Solanas compitiendo en la Ciudad, los kirchneristas sueñan con aprovechar una eventual marea cristinista para que la capital del país tenga su primer jefe de Gobierno electo peronista, con Boudou como inimaginable sorpresa hace apenas algunos meses (mañana PERFIL profundizará sobre este tema).
En la oposición, la decisión de Macri tiene consecuencias para la interna radical porque las continuas declaraciones de Gabriela Michetti diciendo que a Ernesto Sanz lo quería como a un “hermano mayor”, sumadas a los elogios de De Narváez a Sanz, hicieron suponer que Macri podría no lanzar su candidatura nacional y continuar un período más en la Ciudad, ante la posibilidad de que el radicalismo, en lugar de presentar un candidato de centroizquierda como Ricardo Alfonsín, optase por uno de centro como el senador Sanz.
Si Macri hubiera quedado en la Ciudad, se habrían potenciado las posibilidades de Sanz como el candidato del panradicalismo, y desde el centro también podría haber absorbido más fácilmente a quienes hubiesen estado dispuestos a votar por Macri y hasta por un candidato del Peronismo Federal. Quizá la decisión de Binner de anunciar también esta semana que se sumaría más cómodo a una fórmula con Ricardo Alfonsín esté relacionada con el lanzamiento de Macri a nivel nacional y cómo esto afecta la precandidatura de Sanz.
Por último, queda el Peronismo Federal, que al perder su enemigo con la muerte de Néstor Kirchner también perdió el móvil. Y que, con su propio empequeñecimiento, propició el lanzamiento de la candidatura de Macri con menos concesiones a los peronistas que terminen sumándose. Ya se habla de Duhalde senador por la provincia de Buenos Aires, para ocupar el puesto de presidente provisional del Senado en caso de triunfo de Macri.
En síntesis, parecen todas buenas noticias para el kirchnerismo.