COLUMNISTAS
Historias bicentenarias

1810: el mito de origen

default
default | Cedoc

Para ser claro de entrada: la Revolución de Mayo como inicio de la Argentina y punto de partida de nuestra nacionalidad no es otra cosa que una invención. Sin ánimo de tirarme en contra a los devotos de las fechas patrias, propongo una reflexión sobre lo sucedido en mayo de 1810 y la construcción posterior que se hace de esa fecha, a la luz de la necesidad de construir un mito de origen para la nación.

La historiografía ya ha confirmado que meses antes de la Revolución de Mayo nadie tenía en mente hacer ninguna revolución. De hecho, destacadas personalidades que luego integrarían la Primera Junta de gobierno estaban en veredas opuestas, como ocurrió con el famoso alzamiento de 1809 liderado por Martín de Alzaga, sostenido por Mariano Moreno y el Cabildo, mientras que enfrente estuvo el jefe de los Patricios, Cornelio Saavedra, como apoyo de Liniers. Moreno aparece al lado de Alzaga, que después de la Revolución fue uno de los contrarrevolucionarios más notables y termina siendo ajusticiado públicamente por levantarse contra las autoridades revolucionarias en 1812. Enfrente está el realista Liniers –también ajusticiado posteriormente– defendido por Saavedra, líder clave de la revolución. Contra el sentido común de los actos escolares, es muy evidente para la historiografía que no había revolucionarios en los momentos previos a la Revolución. Entonces no se discutía la independencia, por lo menos no en términos de independencia absoluta, sino en la línea del autogobierno. Objetada la soberanía del rey, que estaba preso de Napoleón desde 1808, aparecen, sí, ideas de autonomía. Pero no hay una clara tendencia antiespañola, por lo menos de entrada. Algunos célebres personajes de la posterior Revolución se inclinan por el carlotismo, que proponía a Carlota Joaquina (hermana del rey preso) como regente de las colonias americanas. Entre ellos Belgrano.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Se debe recordar que colapsa la monarquía y la única entidad legítima y soberana en esa época es el rey, o a lo sumo los cabildos como representantes del pueblo. El virrey no podía suplantar al rey ausente. Esto abre la incógnita acerca de la titularidad de la soberanía, cuando a su vez no había claras alternativas a la monarquía como forma de gobierno.

En ese contexto llega la “Revolución de Mayo”, construida luego como el origen de la Nación; pero no fue una revolución preparada previamente y tampoco fue un movimiento que se propusiera como meta la independencia. La Argentina no se encontraba en la mente de nadie, y recién con el paso del tiempo se fue organizando institucional y culturalmente. La Revolución sobreviene por factores externos a la región, y “no se proponía como meta original la independencia”, como ha explicado el historiador Jorge Myers. Vicente Fidel López buscó consolidar la idea de un grupo revolucionario que ocultaba sus intenciones declarando lealtad al rey Fernando VII, pero la investigación histórica no ha podido confirmarlo. En la década de 1840 Florencio Varela buscó recopilar materiales para sustentar el mito revolucionario pero, confundido, le confesó a Juan María Gutiérrez que había llegado a la temida conclusión: los hombres de Mayo no se proponían la independencia.

El significado de 1810 fue una construcción deliberada y posterior de los miembros de la generación del ’37. Para ellos, el país necesitaba un punto de partida para afirmar su independencia cultural de España. Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, José Mármol y sus amigos serían los autores del mito de origen. Luego, las obras históricas de Vicente Fidel López y Bartolomé Mitre terminarían de fijar aquella interpretación nacionalista y liberal de 1810.

En realidad, la Argentina es una construcción que demanda buena parte del siglo XIX. La historiadora Hilda Sábato ha explicado que la Nación “es un producto histórico, un resultado y una invención”. La Revolución de Mayo no parió a la Argentina y los padres revolucionarios no prepararon el movimiento ni pensaban en la independencia. Sin embargo, no fue un hecho menor o intrascendente: significó el momento de constitución de la Primera Junta, el primer gobierno patrio o autónomo, formado por criollos o españoles americanos. Fue el puntapié inicial de un proceso político que redundaría en la formación de lo que pasarían a ser las Provincias Unidas y más tarde la Argentina.
 

*Periodista e historiador. Autor de Sarmiento periodista. El caudillo de la pluma.